Capítulo tres: El juicio del traidor

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Me desperté en una de las celdas de Berk con un dolor de cabeza debido al golpe que me dejo el vikingo que me golpeó ayer, me levante y me fije que Bocón estaba en frente de mí con una expresión de tristeza.

¿Bocón? ¿qué paso?-le pregunte acercandome a la rejas de la celda.

Estás esperando tu juicio--dijo con tristeza, pero intentando disimular--tu padre esta terminando de organizar todo para que comience.

Bocón, tienes que liberarme, tengo que avisarle a mi padre sobre la isla de los dragones, su nido y esta protegido por una especie de reina--dije suplicando que me liberara, pero el solo negó.

No puedo Hiccup, lo único que vengo a hacer aquí es escoltarte hacia el Gran Salón donde sera tu juicio--dijo y de su bolsillo saco unas llaves e introdujo la primera que encontró en la cerradura.

Pero al menos dime dónde esta Chimuelo, dónde esta mi dragón--dije mientras me agarraba del brazo y me ponía delante de él, no puse resistencia alguna sabiendo que no tengo otra salida.

Esta en el Ruedo con los otros dragones--dijo cerrando la celda y caminando detrás de mí--aunque debo de admitir que estoy impresionado de que hayas podido controlar a un dragón.

No lo controle, Bocón--dije siguiendo caminando hasta estar casi cerca del Gran Salón--no hice nada en realidad, solo nos hicimos amigos.

Pues lograste lo imposible, muchacho--dijo subiendo las escaleras del Gran Salón--solo me hubiera gustado que las cosas hubieran salido diferente.

También yo Bocón, también yo--al estar frente a las enormes Puertas del Gran Salón no pude evitar ponerme nervioso, pero tenia que dar frente a mis cometidos y así tal vez les pueda advertir sobre la amenaza que se encuentra en el nido de los dragones.

Bien, comencemos--dijo Bocón y empujo las puertas haciendo que ambos pasaramos, todos estaban hablando, pero al verme dejaron de hablar y sentí como todas las miradas sobre mi.

Sentí como la gente me miraba con odio y como algunos hablaban de mí, pude ver donde estaba Astrid y como me miraba. Ella no tenia ninguna expresión sobre el tema, pero pude ver como los otros chicos de mi edad me miraban: Patán demostraba como una pequeña expresión de disgusto, Patapez una de sorpresa y los gemelos, pues no le tenían interés, es más, parecían aburridos, pero cuando llegue al sitio donde tendría que estar note que mi padre me miraba con seriedad.

Hiccup Horrendo Abadejo, a sido acusado de traición a tu tribu por aliarse con los dragones siendo amigo de uno y por tenerlo oculto a nuestras espaldas--hablo con su impotente voz mi padre--¿algo a su defensa?.

Los dragones no son lo que pensamos, estamos equivocados acerca de ellos--empecé primero con la defensiva de los dragones, siendo la razón por la que me están enjuiciando--ellos hacen los mismo que nosotros para sobrevivir, tienen familia y se cuidan los unos de los otros, aunque no lo parece.

¿como puedes decir esas cosas?--dijo mi padre sonado muy molesto--ellos nos saquean, destrozan nuestro hogar y asesinan a nuestra gente ¿y se ocurre defenderlos Primero?.

Ellos lo hacen porque deben, ellos pelean porque solo se defienden y los defiendo porque ellos han sabido tratarme mejor que ustedes--dije y pude escuchar como las personas que estaban detrás de mí empezaban a hablar mal a mis espaldas.

¿Y por eso cometes ese acto de traición?--dijo mi padre sonado mas cómodo--No mereces ser llamado vikingo.

Desde que conocí a Chimuelo, mi dragón, he querido dejar de ser un vikingo sabiendo que ustedes matan criaturas sin razón alguna--dije seguro de mí y como todos se sorprendieron de mi palabra.

Cómo Entrenar A Tu Dragón: Elección DecisivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora