Lugares especiales

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Flor le insistió a Jazmín para que se dejará ayudar con el lavado de los platos, pero la pelirroja quiso encargarse de esa tarea, para que Flor pudiera seguir planeando las dos últimas actividades para los pequeños, que le habían quedado atrasadas para mañana ya que había comenzado a plantearlas con tiempo y adelantar para no dejar todo a último momento.

Entonces se puso en marcha para poder acabar pronto.

Jazmín se colocó ese delantal que amaba por arriba del pijama ligero para esa noche veraniega, a veces con Flor decidían cenar en pijama para adelantar en aquellas noches en que todo se atrasaba un poco más, pasaba la esponja llena de espuma mientras miraba de reojo a la bajita y sonreía, de vez en cuando la mirada de Flor se chocaba con la de ella, antes de que Jazmín volviera su vista a la pileta.

La de rulos se recogía con las manos el cabello torneandolo en un moño, cuándo en medio del proceso descubrió a la pelirroja mirándola, se puso colorada cómo cuándo dos desconocidos cruzan miradas por primera vez, y algo sucede en ambos interiores.

Así con sus mejillas avergonzada apretó sus labios en una sonrisa chiquita entrecerrando sus ojos cafés mientras pensaba que no había nada mas lindo que ver como ella podía en medio de lo cotidiano convertir el momento en algo especial tan sólo con sonreírle desde la cocina.

Jazmín contestó a aquél gestó estirando su mano derecha llena de jabón y soplando le lanzó un beso que esparció en el aire partículas de espuma, un beso enjabonado que viajaba apenas los metros que las separaban, la de ojos grandes pestañeo y largo una carcajada por aquel juego que le había propuesto la de pelo naranja, balanceándose en su silla y tapando desde su boca hacía abajo con una carpeta que tenía a mano.

Jaz- Si te tapas con la carpeta no te va llegar el beso que te mande vía aérea, le dijo divertida mientras enjuagaba uno de los vasos que habían usado en la cena.

Entonces Flor mas que rápido la quitó de allí y estiró su boca para aquél beso imaginario.

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Jazmin había dejado planchado su uniforme para mañana, pronto y perfumado como acostumbraba.

Al volver al living que estaba alumbrado por la lámpara en el mueble de atrás de la mesa principal con la luz suavecita como le gustaba a Flor, una luz que le permitiera ver perfectamente, esa era una de las cosas que la pelirroja había aprendido en este último tiempo sobre ella, no le gustaba estudiar o planear tareas con la luz fuerte.

Se encontró con una imagen que la hizo frenar al instante. 

De esas imágenes que de la retina van directo al corazón y se quedan almacenados ahí cómo una de nuestras cosas favoritas. 

La mesa llena de materiales y una Flor que había quedado completamente dormida con su cabeza enrrulada, apoyada sobre sus manos apiladas una arriba de la otra, y sus codos a ambos lados por encima de los cuadernos, el moño que se había hecho bajo la atenta mirada de su novia, se desintegró dejando los tirabuzones descansados en sus hombros y parte de su brazo derecho.

Los ojos de la alta se llenaron de luz.

Avanzó despacito, ahí estaba otra vez sus amigas revoloteandole todo el interior avisándole que estaba delante de una imagen que le aceleraba la respiración.

Camino a paso lento casi en puntitas, se sentó en la silla que daba la espalda a la cocina y suspiro achinando los ojos haciendo que sus pestañas se arquearan un poco más en una sonrisa, con su mano derecha acarició el pómulo izquierdo, subió un poco más su mano y le despejó la cien y con sus dedos peino el cabello castaño oscuro hacia atrás.
Flor suspiraba adentrada en aquél cansancio que la había dejado rendida con la cabeza entre cuadernos, Jazmín sacudió la cabeza con ternura, no quería ser la culpable de interrumpir su sueño pero pensó que aquella posición no era buena para dormir.
La tomó en brazos en vez de llamarla despacito, al levantarla Flor movió dulcemente sus labios y se acomodó aferrándose al cuello de Jazmín inconcientemente.
La pelirroja nunca iba a poder controlar el cosquilleo que le producía sentir los suaves cachetes apretujandose en la piel de su cuello, la llevó con calma al cuarto, terminó de abrir la puerta que estaba a medio cerrar con el pie derecho, caminó unos pasos más y la recostó acomodandola sin despertarla.
Levantó sutilmente sus piernas, quitó sus medias rojas para que no tuviera calor y la tapó menos de la mitad con las sábanas.
Puso las alarmas antes de olvidarse, enseguida salió disparada porque se acordó de los cuadernos que habían quedado sobre la mesa, volvió al living para recojerlas, bostezaba con sueño mientras pasaba la mano por su frente, dejó pronto el bolso de la bajita y cuándo iba a irse a dormir, sonrió abrió nuevamente el bolso y sacó la libreta donde Flor anotaba las cosas que no quería olvidar.
Tomó una silvapen rojo de la cartuchera que llevaba, tomó aciento apoyando su cabeza en la mano izquierda que se escondía en su cabello naranja, y escribió en la última hoja escrita en la punta:
Para la maestra más hermosa del mundo! Te amo Jaz!
Ahora sí! entusiasmada como unas adolescente se apuro hasta el cuarto, y sin hacer ruido se recostó en el lado vacío de la cama, ese lado izquierdo en el que la esperaba ese regaló que la hacía reír y morirse de amor cada día, a su lado derecho reposaba ese corazón, esos ojos, esa sonrisa que la impulsaban a vivir apostando todo, a lanzarse a lo desconocido, Flor casi cómo pudiendo leerle la mente estando dormida se dio vuelta hacía el otro lado de modo que Jazmín pudiese  abrazarla.
Las dos quedaron dormidas, la pelirroja abrazando a la más bajita por la espalda.
Flor desayunaba junto a Jazmín a pesar de que su turno hoy comenzaba más tarde, decidió aprovechar a escribir las ideas que se le estaban ocurriendo  a último momento mientras comía su tostada con miel.
La pelirroja estaba más feliz que nunca porque hoy la de ojos marrones  la iba a acompañar hasta su trabajo.
Hoy volvían a aquel lugar que las reunió, era para las dos cómo volver a revivir aquel día.
Paradas en la puerta del bar-café, Jaz invitaba a Flor a que pasará a saludar a Javo asi que entró para dar un saludo rápido a los muchachos, la pelirroja acompaño a Flor a la salida pero antes de llegar a ellas entre aquellas mesas que aún estaban vacías porque era temprano y aún las puertas no abrían al público, el café las transportó a ese momento en que se vieron, no perdieron más tiempo Flor debía entrar a trabajar pero antes comenzaron la mañana a besos en medio del café.

  

La magia de encontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora