Llegada mágica

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                  El taxi que Jazmín había pedido las llevaba al hospital, no le convenía en nada tener sus manos en el volante con tantos nervios adentro.

El brazo derecho de la pelirroja iba abrazado al bolso de la bebe y con el izquierdo deslizaba su mano por su cerquillo hasta dejarla detrás de su cabeza.

En el taxi aviso a sus amigos, y a sus familias.

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Entró con ella, su corazón que palpitaba apurado la tenia temblando.

Respeto los pasos a seguir y se quedó de su lado, los cinco dedos de Flor se agarraron a la mano de la alta.

La de pelo largo trataba de que los nervios le permitieran darle seguridad, no tenia que pujar y sin embargo hasta su cara y su mano se apretaban al mismo tiempo.

La enfermera cariñosamente le hablaba a la bajita que sacaba de su cuerpo la fuerza que podía.

Más intentos, la de ojos verdes mordía su labio inferior, miro a Flor y se le emocionó el alma, y sin saber que hora era, y hasta casi olvidándose del espacio sintieron un llanto finito pero fuerte y con sus manos agarradas y las manos de la enfermera que subía despacito a la bebé para que la vieran sintieron que sus corazones se habían llenado de lucecitas para siempre, sus ojos marrones miraron a la pequeñita sin poder creer tanto y la miró a la pelirroja como para ver si estaban viviendo lo mismo, lo más vulnerable y noble estaba siendo apoyado en su pecho.

Entre el calor del cuerpo de Florencia y la mano que apoyó con más que delicadeza la alta, el llanto se redujo a silencio.

Jazmín  le dio un beso en la frente y entre medio de sus ojos y su sonrisa una lágrima recorrio y cayó sobre el hombro izquierdo de la ondulada. 

Ya habian transitado sus familiares y amigos de a poquito en el horario de visita. 

Dulce entró por la puerta desplegando calma. 

Jazmin no pudo emocionarse más cuando su cuerpo se contactó con el de su abuela, los ojos marrones de Flor lleaban la misma emocion ese vinculo de las tres era hermoso, de verdad y pensar a Dulce compartiendole tanta calma y calidez a la más chiquita de ambas familias las emocionaba y las hacía feliz.

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Llegó la noche, Jaz estaba al tanto de cuidar a la bebe que dormia al mismo tiempo que Florencia descansaba un poquito. 

En aquella cunita transparente que iba a la altura de la camilla de la bajita, bien a su lado, dormia esa bebita, la pelirroja se recogio el pelo en aquel moño que con habilidad y rapidez sabia formar y que su largo cabello ayudaba a que no se desarmara, un suspiro se le fue rápido, sabía que los suspiros se los iban a seguir robando así como si nada, dos robadoras de suspiros, y sonrió abiertamente, miro a Flor dormir con su carita de costado a la almohada blanca, volvió a su hija y miro sus pestañitas largas como las de ella, una nariz cortita que era como la de Flor, se agarró la frente sin entender como esa niña podia replicar la nariz de la bajita,  deslizó muy despacito su dedo índice por la manito gordita con aquellos nudillos que eran huequitos para no despertarla, acomodo las sábanas y tapo a la de rulos para que no tuviera frío, acarició su pelo, y con sus labios juntos le dio un beso en la frente, volvió al sillón con respaldo alto, se cubrió con la manta que habian traído, porque calcularon en su momento que iba a ser frío, pero no se durmió, sus ojos no estaban cansados, su cuerpo y su interior se habían activado automáticamente para estar con ellas, para cuidarlas, podia hacer frio pero ella no podia estar más calentita por dentro.


La magia de encontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora