Que seamos

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Aquellos besos en medio del café les dejó una sonrisa a cada una que les iba a durar el día entero.

Flor se sentía en paz, se encontraba organizando los cuadernos que debía utilizar en la siguiente clase, se fijó una vez más en que tuviera los cuentos indicados que les leería a los pequeños, y entre medio de los libros y sus compañeros que estaban allí con ella en la sala de maestros se le metía el recuerdo travieso de esta mañana, y su humor crecía aún más, estaba radiante.

Los niños estaban tranquilos jugando con sus plastilinas, y ella revisaba con suma dedicación algunas libretas para tener todo al día y no tener ningún retrasó para entregar en dirección, agarró su libreta de anotaciones, y fue a la última página para seguir anotando un par que se le había ocurrido mientras miraba a los nenes de que estuvieran en orden.

Y por si no había sonreido lo suficiente durante este día, sus labios se abrieron dejando mostrar sus dientes y sus ojos que se achicaban y recorrían aquél texto escrito, ternura y amor fue lo que sintió al ver que su novia le había dejado aquél detalle allí, con los dedos de la mano derecha jugueteaba con esa puntita de la hoja y suspiraba, entonces cayó en la cuenta de que Jazmín se había tomado la molestia de acomodar todo en su bolso, cerró sus ojos y agradeció para sus adentros a dios, al universo.

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En la cocina hoy hacía un calor terrible todos estaban transpirando, hacía mucho tiempo que el aire acondicionado no se rompía y hoy apenas habían entrado a sus puestos recibieron aquélla noticia que a más de uno le borró la sonrisa.

J- ya veo cachito que ni este calor insoportable te quita la felicidad que arrastras hoy.

Jaz- lo que hace el amor no? estoy hecha agua le decía pasándose la mano por la frente brillosa y yo feliz.

Javo reía moviendose el cuello del uniforme para ventilarse aunque fuera un poco.

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Después de azarse en la cocina con los hornos prendidos que recalentaban más el lugar, el dueño los sorprendió a los muchachos con dos ventiladores uno para la cocina y otro para colocar en el salón principal para los clientes.

Los aplausos hicieron ruido y las caras que reflejaban algo de pesadez comenzaban a iluminarse otra vez.

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La escuela organizaba la primer actividad para los familiares de los alumnos más chiquitos con alguno de sus dibujos, creaciones con masitas de jugar, los papás iban y venían orgullosos con sus corazones derretidos con cada pasito que sus niños daban, el ver cómo se desenvolvian solitos.

Flor también necesitaba un babero, sentía un calorcito reconfortante en ella, esa satisfacción de estar haciendo las cosas bien de guiarlos, a lo largo de la tarde no pudo esconder la emoción que le daban aquellos nenes con los que compartía a diario y que cada día le robaban el corazón.

Si había alguien que necesitaba urgente un babero extra grande esa era Jazmín que solo tenía ojos para una Flor que estaba agachada con varios de los pequeñitos, felicitandolos acomodandoles el delantalcito, una nenita se abrazaba cariñosamente a ella, la más bajita estaba en su salsa.

La pelirroja no abandonó su sonrisa en ningún momento desde que había pisado la escuela, aún seguía aquél cosquilleo en su estómago, ella supo desde un primer momento que quería que Florencia fuera la madre de sus hijos, pero ver aquella escena la hacía imaginarlas a ambas con sus propios hijos un futuro que deseaba no estuviera muy lejos.

A pesar de viajar en pensamientos que le aceleraban el corazón hacía lo posible por devolverse al instante dónde estaba, pensó que la bajita tenía la dulzura exacta para ser maestra, los miraba con amor, los entendía, aquella paciencia con que los trataba, le daban unas infinitas ganas de abrazarla muy fuerte y cómo si Flor le estuviera leyendo el pensamiento la buscó por encima porqué sabía que su novia se había quedado cerquita de ella por si esta necesitaba algo.

La magia de encontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora