El tono de tus palabras ❤️

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Souphi había organizado un almuerzo de sábado, habían cocinado todas juntas, comieron, escucharon música la misma a la que le iban bajando el volumen para poder darse esas conversaciones interminables de donde siempre salían temas hilados a otros.
Se mandaron caminatas para bajar el almuerzo.
Volvían a casa en la noche, pero quisieron pasar a ver a Dulce.
Tiraron un par de almohadones de colores en la casa de la señora de ojos verdes, la de más años puso unos farolitos iluminados en el suelo, en medio de una conversación entretenida a la castaña le agarraron gigantezcas ganas de hacer una especie de caricatura de ellas.
Entonces Dulce trajo un block grande, unas pinturas acuarelas y un lápiz grueso.
Cuando vio venir a la señora con aquél conjunto de cosas se paró de su almohadón para estender sus brazos y se abrazó a las cosas con una de esas sonrisas que reflejaba un alto nivel de expresión.
La pelirroja y la mayor se colocaron una al lado de la otra los pómulos de ambas estaban infladitos y se les escapaba sonrisas viendo el entusiasmo con el que se movía el brazo y el movimiento de aquellos ojos marrones.
La risa de Flor al terminar les adelantaba a ellas también la risa.
Cuando dio vuelta el block sus bocas se abrieron y aplaudieron, era cero profesional y mucho menos perfecto pero era un retrato que sin duda les había robado el corazón, porque las había retratado con amor y en esas líneas desequilibradas estaba reflejado.
Lo observaron de cerca, la pelirroja deslizó el almohadon cerca de Flor y la besó.
El día terminaba aterrizando en casa y ahí en casa le pareció a las más bajita que era el lugar para hablar con Jazmín.
Flor salió del baño con el cepillo para desenredar, desprender sus rulos que tenían la gran facilidad de enrredarse y se encontró a Jaz colocándose la remera que iba a ser hoy su pijama.
Una remera amarilla que se entendía perfecto con el color de su piel y su largo cabello naranja yéndose al rojo.
Dejo el cepillo sobre la almohada de su lado y se sentó de rodillas sobre casi el centro de la cama, no precisó hablarle ni pronunciar su nombre porque a Jaz le bastó con sentir el movimiento del colchón que presenciaban sus piernas, y se dio vuelta mirándola de aquella manera de gran dulzura y termino de rotarse completa.
Aquello que siempre hacía la pelirroja con el cabello delantero de Flor y esa suave caricia que le daba a su perfil con los dedos hasta correr un poco su rulo, eso mismo sintió ganas de hacer ahora la de cabello ondulado.
Paso sus dedos suaves y en ese momento la alta llevo el costado izquierdo de su rostro hasta la mano de Flor para generar una caricia.
Sus miradas tenían la agilidad de captarse enseguida las intenciones del momento.
La mirada amarronada de Florencia eligió hacer una parada en el terreno verde de los ojos de Jazmín, como hacía siempre antes de proponerle o preguntarle algo importante.
La bajita hablo con tacto pero con seguridad.
Las palabras que salían de la boca de la ondulada creaban reacciones distintas en el rostro de la pelirroja que estaba dentro de la conversación que había esperado y querido.
Sus ojos no pensaban evitar reflejar la ilusión que nacía.
Florencia hablaba y hacia pausas escondiendo entre sus dientes su labio fino.
Creía que ya había llegado su momento.
Que las ganas se presentaron.
La alta apoyo su mano en la rodilla doblada de su esposa, daba marcha atrás y marcha adelante con su palma dando calorcito a Flor.
Otros nervios tan hermosos como los sentidos al comienzo y durante su historia pero distintos, en una versión nueva.
Creyó iba a ser ella quien diera vida a ese momento, ese momento en el que la castaña  le hiciera una pregunta o una de las propuestas más importantes de su vida.
Su sensibilidad no necesitaba disculpas con la de ondas, no era posible la falta de emoción.
Y aunque pensó que ya estaba emocionada en su totalidad solo se necesito que esas palabras adquirieran forma con el tono de Florencia para sentir que no que aún se podía sentir más.
F- Te gustaría tener un bebé conmigo?







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