Pasillos ❤️

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Las calles de Buenos Aires eran interminables, era puro movimiento, las dos caminaban lento de la mano esquivando a quienes iban a contra mano, era tanto el apuro que se veía en la mayoría que por momentos hasta se les aceleraba el paso a ellas.
Flor miro para su costado y encontró por millonésima vez una cafetería, cada una tenía un diferente encanto.
No eran gran fanáticas del café pero el modo en que estaban presentados los locales les hacía tener ganas de sentarse en esas mesitas y perder un poco el tiempo con aquéllos cafés.
Sus piernas llevaban andando varias veredas, había tanta cosa, era el segundo día en la ciudad y estaban seguras de que les quedaría cosas sin ver en los próximos días.
En hombre de recepción del hotel donde se quedaban les había entregado un folleto grandecito, cuando las chicas abrían ambas tapas se encontraban con un mapa donde el chico con lapicera les marcó las calles principales y algún que otro lugar que con preferencia la pelirroja pidió que le recordara, ella era quien conocía aunque fuera un poco la ciudad, en cambio la bajita no tenía idea de nada allí.
Pasaron por el obelisco, que era altísimo, la de rulos le pidió a Jazmín que le sacara foto junto a él, la pelirroja aprontaba la cámara de su celular, buscaba acomodar el enfoqué, el sol iluminaba bastante pero logró que no encandilara tanto la cámara.
Florencia regresaba hacia donde estaba la alta sonriendo al ver como los ojos verdes sé achicaban por la luz que le daba de frente.
La temperatura era similar a la de Montevideo, pensaron que el calor iba a ser más pesado pero estaba perfecto así.
Hablaban de lo mucho que abundaban los teatros, ver tantos le hizo acuerdo a la de ojos marrones la vez que su novia en aquel momento la llevo a uno, el recuerdo la hizo detener sus ojos en la entrada y se lo dijo, la de cabello naranja achino sus ojos mirándola, levantó sus manos juntas y le dio un beso en la de ella.
Ella tenía una sonrisa y sus cachetes crecían, siempre le gustó la sensación de la boca de Jaz contactar en la piel de su mano.
Toda ala tarde del segundo día caminaron por Bs.As llegaban al Hotel para tomar un baño, dejaban sobre uno de los muebles de la habitación las cosas que compraron, y sus bolsos en la silla que había frente a este mismo mueble que tenía un espejo.
Mientras una se entraba al baño la otra se recostaba un poco sobre la cama.
La bajita salía después de unos minutos, la habitación sola, puso gesto de duda.
Cómo ya había salido vestida, abrió la puerta y asomó su cabeza en el marco, ahí estaba ella en el pasillo de alfombra roja.
Entreteniendo se con los cuadros que estaban enmarcados a cierta distancia unos de otros, cuadros con pinturas abstractas, Flor nunca les encontraba el gustito a lo abstracto pero se quedó unos segundos con el cachete pegado al marco marrón beige, su esposa si disfrutaba de ese mundo desordenado, los miraba con tanta atención y respeto, le parecía tierno que Jazmín siempre fuera tan respetuosa y sensible con lo que otros creaban.
No pensaba irrumpir en su concentración, no tenía apuro cuando se trataba de ver a su esposa disfrutar de algo.
Al término de pensarlo, los movimientos del cuerpo de la pelirroja tomaban dirección hacia la puerta.
Sus ojos verdes habían pasado de ver aquellas obras para ahora ver la obra de arte más bonita, ella.
Y la analizó desde esa distancia, y Flor sintió esos nervios lindos porque esos ojos rastreaban delicadamente su rostro.
La bajita la espero en el marco, ella avanzaba con la sonrisa brillosa de luz, la luz que solo metía en un suspiro tras otro a Florencia.
Jaz- Me fascine con los cuadros floppy, hace rato salistes del baño? Que raro no me llamaste?
F- No, hace poquito! de mis momentos favoritos es verte distraída en algo, le dijo con una mirada fascinante, que hacía que la pelirroja quisiera jugarle el mismo juego a esos ojos marrones.
El corazón de la alta se encendía en latidos fuertes, bastaba un segundo mirarla a los ojos y y adentro se producía todo el movimiento mágico de sus piezas interiores, como si todo se pusiera en movimiento causando cosquillas.
La de rulos sabía cuándo los nervios traviesos de su esposa aparecían en aquellos ojos de pestañas rizadas y largas.
La castaña le dio un beso pequeñito en la nariz levantadita de Jaz, la que recibió el beso cerró sus ojos sonriendo y los abrio mirándola con aquella misma picardía que había utilizado la más baja, creyó que el beso tendría destino hacia sus labios más gruesos, la de rulos seguía hacia sus ojos y se reía sin emitir sonido, entonces le dio el beso que su esposa esperaba, pero la pelirroja entre medio de sus labios pegados le dijo...

Ja- Tus besos en mi nariz tienen el mismo amor que los otros! Le dijo con los ojos cerrados.
Flor volvió a su nariz para dar besos acolchonaditos, la pelirroja que no abría sus ojos aún, sintió el calor de los labios de la más bajita toparse contra aquella puntita redondeada de piel.
Jaz antes de llegar a su boca, corrió a flor unos centímetros porque su cabeza estaba a punto de apoyarse en un cuadro.
Tocaba alistarse ella para poder salir nuevamente, pero los besos en el pasillo eran una situación hermosa, trato de aplastar la pereza de no querer apartarse de Flor.
Jazmín entró al baño y la de cabello ondulado quedó buscando un par de cosas.
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Algunas calles eran angostitas, sus esquinas eran preciosas.
La gente aún parecía seguir con prisa hacia algún lugar, pero un poco menos que antes.
De la mano cruzaban calles de Buenos Aires, cruzar cuando el semáforo lo permitía, hacia que ellas dos una más alta que la otra se vieran entre medio de una multitud de gente que apuraba los pies a sus costados.
Luces de distintos tipos, faroles, vidrieras luminosas.
Había algo en la ciudad que las atrapaba, pero no tanto como estar juntas.
La de ojos verdes le dijo que la ciudad le parecía bonita, pero lo que en realidad sabía que la hacía de esa manera era girar su cara a su costado y verla ahí, ella convertía la ciudad en algo inolvidable.
Aquellos grandes ojos cafés con esa nobleza que se le escapaba de ellos, la miraron...
F- Acá, allá... Y subió la mano que tenían juntas, para darle a entender a Jazmín que de la mano no importaba el rincón, ni lo que marcará el reloj.
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La ciudad empezaba a aclararse y ellas tenían el amanecer de cerca, sentadas en la vereda de una de las tiendas, después de salir del boliche al que querían volver otra vez,
la pelirroja no tenía muchos recuerdos de sentarse en alguna vereda sin haber dormido nada a comer unos biscochos que se sentían recién salidos del horno, eso y poder estirar y descansar sus piernas, era renovador para esta mañana en la que sus cuerpos habían bailado como quisieron.
Jazmín la hizo reír y la enrrulada quedó con unos centímetros de vigilante azucarado fuera entre sus labios que lo apretaban, y su rostro rojo, la codeo despacio tratando de comer lo que le quedaba.
Jaz- Con Javo nos recorrimos pistas de baile, pero esto de morfar descansados nunca! es genial!!! Decía observando el cielo que se iba modificando, los edificios altos tomaban colorcito.
Movió un poco el pelo suelto y acarició el castaño de ella.
Jaz- vivir viviendote es lo más perfecto que conocí!
Cientos de lugares tenían registro de cómo esos ojos se atrevían a quedar quietitos y en conexión.
F- Vivir viviendote dijo subiendo la cara mirando al frente, moviendo la cara, quedándose en las palabras, para después apoyar su mentón en el hombro izquierdo que se acercaba al de la alta a su lado, le guiño un ojo.
F- Te amo le susurró moviendo dulcemente sus labios que conservaban perfectamente aquél labial marrón con el que los había vestido.














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