Sin darlo por hecho

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La de rulos se movió un poco para adelante, y la de atrás pudo sacar su pierna izquierda, gateo hacia la derecha, se levantaron al mismo tiempo, ella apoyándose en sus brazos más cerca de sus codos.

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Cada vez que la enrrulada veía el bolso que guardaba las cosas de la bebé sentía enseguida los millones de latidos generados en su corazón.

Juntas revisaban las cosas que tenían en él, y si faltaba algo lo guardaban y si tenían que comprarlo lo anotaban para que al otro dia pudieran traerlo.

Las manos de Jazmín sentían esa tela suavecita, movía los colgantes con flequillos de lana, los miraba y sus colores cálidos, bonitos eran otra de las millones de cosas que la hacian imaginar, la imaginación venía siendo su amiga en tantos meses, imaginaba sin prisa cada detalle de cómo iba a transformarse su vida, la de Flor, imaginaba donde fuera que estuviera lo que iba a ser compartir con la bajita un nuevo ser.

sacaba con cuidado las cosas sobre una mesita con una frazada, apoyaba cada cosa que iba sacando, Flor doblaba algunas cositas en su falda, la de pelo largo estaba sentada en el piso con las piernas cruzadas, apoyó los codos en la mesita, delante del bolso y sostuvo su cara con sus dos manos, y le dijo te amo a ella que iba dejando caer sus manos sobre las prendas que tenia con ella.

A la pelirroja le fascinaba mirar los gestos que hacia ella cuando lo decía, la miraba con sonrisa pícara,viendo como esos ojos marrones vivían pareciéndole los ojos mas hermosos, otro te amo nacía en casa, la sonrisa verdadera de Jazmín recibiendo su vos que le contestaba, ella ahí sentada tenia fugazmente escenas de los días que se compartieron tiempo, dulzura, ganas, entre el bolso y las cosas de la bebé se miraban, les gustaba respetar el tiempo que tenían sus miradas, no importaba quedar en el silencio, porque ese silencio eran de sus cosas favoritas, las calmaba, y las hacía temblar también.
Un silencio que les permitía apreciar ese precioso coqueteo que siempre existía.

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Guardaron todo de nuevo ya sabiendo  que se les estaba olvidando, intentaban de nuevo acomodarse a las agujas del reloj, tratando de no querer adelantar el tiempo, querían disfrutar de los últimos abrazos con panzota en medio.

Las nuevas noches de invierno, las medias gorditas que la pelirroja le regalaba.

El último par acolchonaditas color rojo, las rozaba con la otra bajo lo que la tapaba en el sillón.

Habían llegado de la casa de Souphi, Jaz  llenaba dos tasas con agua caliente y cantaba la canción de la radio.

Bajo el azucarero, endulzó los dos te, bajó el volumen de la radio a nivel cero, la de cabello castaño arroyo las piernas, para darse vuelta y mirar a la alta, ella llevó la taza naranja y la taza verde que parecían cristalizadas, los colores daban entusiasmo.

Al menos eso le pasaba a Florencia le entusiasmaba tomar te en ellas, y girarlas para ver los diferentes colores brillantes que aparecian, la de cabello largo no se metió dentro de el abrigo en el sillón hasta traer su ukulele.

Cantarle al principio siempre le generaba nervios, aunque cantará delante de ella, con ella siempre, en cualquier lugar, pero cuando decidía cantarle asi, de frente, cuando quería que su público fueran esos marroncitos que la veían, tenia los nervios que sentía si le pedían cantar para mas gente, mas nervios que eso, le sonrojaba verla sonrojarse.

La de rulos seguía con la taza sobre la manta rosada, dio un sorbo al principio, cuando ella colocaba los dedos en las cuatro cuerdas transparentes, y suspendió el resto de los sorbos al te, ni una distracción chiquita.

La canción que le cantaba la estaba dejando nula por momentos, y llena de sentimientos agarrando su corazón, como bajaba el tono en algunas palabras, y le ponía miel por arriba.

Cómo pronunciaba la mantenía consciente de que estaba sentada en ese sillón y no quería pararse ni dejar de escucharla.

Nunca eran simples canciones cantadas, cuando se canta hay tanto de la persona.

Los ojos que ella tenia, la dulzura del tono que usaba y ver sus pestañas cuando cerraba los ojos, los abría y continuaba la canción mirándola.

No pasaban muchos días sin que a Jazmin se le escapara cantarle, ella también se lo pedía, se acordaba siempre de esa cita que le canto y ella pudiendo mirar a nada de su cara su rostro, sabía que iba a querer sentir su vos siempre.

Y siempre era uno de los regalos mas lindos.

Una pequeñita iba a pedirle como ella una canción, a una pequeñita se le iban a llenar sus días de una vos que daba paz y que daba amor, cuando le cantaba como en el sillón mirándola a los ojos, le estaba regalando mas de su amor y ella lo seguía acumulando en su corazón, pero ese acumulo así como llegaba al suyo, enseguida se retiraba porque Florencia le daba ese amor también al corazón de la pelirroja.

Un amor que iba y volvia, que se generaba siempre, lo alimentaban sin darlo por hecho.






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