Capítulo 4: La decisión temida.

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Capítulo 4: La decisión temida.

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"El misterio de la vida no es un problema a resolver, sino una realidad a experimentar." Duna, Frank Herbert.

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Estaba ahí nuevamente.

De pie en el sendero de adoquines, con el castillo de cristal a su espalda y el inicio de aquel bello jardín ante él, Caleb avanzó siendo rodeado por los macizos de los rosales hasta llegar al anfiteatro de las hortensias... En el último tiempo sus sueños al respecto se habían hecho cada vez más escasos, pero siempre la encontraba allí, a Beratos, sentada en la banca de mármol mirando hacia el lago. Ella siempre le recibía con una cálida y tímida sonrisa y cada vez le escuchaba con atención así como otras, con más suerte, le contaba historias o poemas, y fue por eso que, al llegar y no verla, el corazón de Caleb se contrajo... Bera nunca no había acudido a aquellas citas, nunca le había dejado solo en aquel escenario onírico y nunca había visto los cerezos y melocotones que rodeaban aquel anfiteatro consumirse en cenizas... Aterrado miró en rededor y gritó el nombre de Norte, la llamó una y otra vez esperando que apareciera desde algún rincón, de tras de algún árbol y le dijera que todo estaba bien... Pero aquello no sucedió, sintiendo que las palabras se le atoraban en la garganta, él vio que el palacio de cristal también comenzaba a desvanecerse en cenizas... retrocedió y bajó la mirada, el suelo se volvía una delgada capa de polvo incandescente haciendo desaparecer aquellas pulidas piedras tan elegantemente dispuestas unas junto a las otras... Entonces escuchó un sonido de salpicadura, girándose a su derecha vio que el lago seguía allí, aún no desaparecía y ella, Beratos, comenzaba a entrar en él con su larguísima cabellera anaranjada y ondulada cayendo por su espalda. Caleb la llamó pero ella siguió entrando en esa agua que comenzaba a tornarse oscura... por lo que, logrando moverse, corrió hacia ella... Y esa agua le fue extraña, era densa y pesada y entre más avanzaba más frío se apoderaba de su cuerpo... para cuando se dio cuenta que seguir adelante le era imposible, estiró una mano y volvió a gritar el nombre de esa archimaestro, entonces ella al fin se detuvo, con el agua llegando hasta sus hombros, se giró con lentitud y posó sus ojos negros en él, estaban vacíos e inexpresivos, para nada comparados con lo que él recordaba y tanto gustaba mirar, era como si todo lo que identificaba a la Beratos de sus sueños hubiera sido consumido y desaparecido... Y así... estando él paralizado ante esa visión la vio caer de espaldas siendo tragada por aquella agua negra... Automáticamente todo desapareció, todo aquel escenario se consumió en cenizas y solo quedó él en medio de todo eso... Y en ese momento, cuando se preguntaba qué más sucedería, que si ya había llegado la hora de despertar, que decenas de manos negras emergieron de esa agua oscura rodeándolo y sumergiéndolo en esa sustancia espesa y fría...

El Legado de Rapsodia (Temporada 2) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora