Capítulo 15: Convocados. Parte I.

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Capítulo 15: Convocados.

Parte I.

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"El valor intrínseco de la vida depende de la conciencia y del poder de contemplación, no de la mera supervivencia". Aristóteles.

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Aquella mujer, abrazando con fuerza su bebé, siguió corriendo por la colina con todas sus fuerzas; tenía varias magulladuras en su cuerpo y un golpe en la frente que no dejaba de sangrar, su pequeño no dejaba de llorar y ella, con sus pulmones a punto de reventar, ya sentía que no podía más... Entonces, dejándose caer finalmente, hundiendo las rodillas en el fango gritando de impotencia, acercando su frente a la de su bebé, se encomendó a los dioses frente a su muerte prematura... pidió que al menos su pequeño retoño fuera recibido por las divinidades y tuviera una feliz reencarnación... Resignada a su final, se giró y vio correr hacia ella a esa criatura... Un monstruo horripilante que ni en sus pesadillas más odiadas habría llegado a ver... un ser de alas membranosas y pies palmeados, con un cuerpo semejante a un insecto y una cabeza equina provista de poderosos y afilados dientes... una abominación que, junto a otros como él, habían aniquilado su aldea... y así, sosteniendo esa mirada vacía, ella aguantó el aliento viendo alzarse hacia ella esas letales garras ensangrentadas, acunó a su bebé y esperó el final... Pero todo resultó ser diferente, en un segundo ese monstruo se detuvo en seco y giró la cabeza en otra dirección, rugió con fuerza y abrió las alas en actitud amenazante pareciendo aumentar su envergadura, no obstante, ni ello ni su intimidante presencia, hicieron que en un dos por tres fuera dividido por una veloz espada...

-¿Eres de la aldea Burio, no es así? -dijo aquella caballero de Ávalon agitando su espada para liberarla de la sangre, acto seguido la devolvió a su vaina que llevaba en la espalda-. ¿Qué sucedió en ese lugar?

Aquella mujer, temblando y aún sin comprender realmente lo que había sucedido, bajó la mirada hasta el cadáver del ser que había estado a punto de devorarla, y luego la concentró en sus salvadores: la que había hablado era claramente una sidhe purasangre de melena hasta la mitad de la espalda, a su derecha había una Alta elfa de larga melena azulada de expresión severa que en su espalda llevaba una alabarda, mientras que a la izquierda de la misma se encontraba un hombre de cabello azul oscuro, líneas en las mejillas y un símbolo en la frente que ya le era conocido, se trataba de un nian y, por el báculo en su diestra, un mago.

El Legado de Rapsodia (Temporada 2) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora