Capítulo 27: Desvanecimiento parcial.

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El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos.

(Marcel Proust, En busca del tiempo perdido)

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Nevaba, además de sus clásicos sueños, en el último tiempo siempre veía aquella nieve caer a su rededor, antes había sido quisquilloso respecto al frío, hoy lo sentía natural... Solo que, mientras miraba aquello que tenía ante él, se sentía extrañamente acompañado... Mirando a su derecha, Caleb vio a esa dragona de hielo mirar al frente con una expresión lejana, sus ojos violetas estaban cansados y su larga cabellera blanca se agitaba en esas suaves ondas que la conformaban... Entonces sus iris se volvieron carmesí, su cabello a perder el pigmento albo y teñirse de un negro tan profundo como el carbón, su piel se llenó de destellos como el diamante y... lágrimas iniciaron su descenso por sus mejillas... Caleb se llevó las manos al rostro, lloraba también... ¿por qué lo hacía...? Era como si pudiera sentir en sus huesos la tristeza de Edea de Titania... como si fuera suya... Él miró ahora en dirección en la cual ella observaba, bajo esa nieve una masa oscura se agitaba, era como si fueran gruesos lazos de seda negra que arremolinaban en torno a algo, envolviéndole... apresándole... de pronto aquellas manos negras emergieron de distintas direcciones y comenzaron a arrojarse a ese especie de capullo... cogieron esas franjas y jalaron de ella, las rompieron como si de verdad fueran simplemente tela y rápidamente pusieron al descubierto lo que aquellas sombras protegían... era Beratos... aquella semidiosa se encontraba ahí... flotando es ese espacio extraño ante... ¿una puerta...? ¿Hacia donde iba esa puerta...? Esas extrañas manos negras emergían de ella... destruían las sombras que protegían a su ama y ella, ahora a merced de esas proyecciones, era atacada...

Esas manos le atraparon las piernas... le rodearon la cintura... le envolvieron los brazos, Bera no abría los ojos más su rostro se contraía por el dolor... Caleb sintió su pecho contraerse por la angustia y gritó el nombre de esa mujer al mismo tiempo que lo hacía Edea a su lado... ambos, él siendo un sidhe tan joven y ella siendo una dragona tan antigua, los dos experimentaban el sufrimiento que les causaba ver a la verdadera Bruja de los Fríos Vientos del Norte en esa situación... y en ese momento, cuando ya Caleb creyó que no podría seguir viendo aquella tortura que recibía Beratos, una sombra mucho más grande que las otras apareció, un ser brumoso dueño de una vaporosa capa con una corona sobre la capucha apareció y, alzando los brazos, hizo que nuevas Sombras rodearán a su ama... entonces ese ser se desvaneció y las manos negras se vieron obligadas a retroceder... pero Caleb sabía que nuevamente aquellas extensiones volverían a atacar y... aunque por ahora Bera estuviera segura, volvería a estar bajo peligro dentro de poco...

-Para ambos ella es importante... -murmuró Edea cogiendo una mano del sidhe, después que él le miró, ella añadió con una cálida sonrisa-. Pero es a ti a quien Bera desea volver a ver con todo el corazón.

La nieve detuvo su descenso, como si el tiempo se congelara su rededor, Edea se desvanecía y Caleb comenzaba a caer de espaldas sobre una superficie blanda y aromática; él estaba con los ojos cerrados y una mano se apoyaba en su frente... ya no veía nada y percibía los vestigios de la luz intentando atravesar sus párpados... Entonces lo supo, él estaba despertando.

-¿Así que tú eres el muñeco de pastel que tuvo la brillante la idea de alzar una espada ante un dragón en modo bestia?

El Legado de Rapsodia (Temporada 2) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora