Cap 41

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Veinte minutos miserables tres veces al día era lo que tenía permitido entrar a verla, estar con ella sentada en una silla incomoda.

Sandra no tenía familia aquí en Madrid aparte de Alejandro, por lo menos tenía el privilegio de estar yo con ella.

Sandra estaba llena de tubos, vías en los brazos, enchufada a máquinas que la ayudaban a vivir, estas máquinas producían un pitido insoportable, al final te acostumbras a ellos.

Siempre que me sentaba a su lado entrelazaba mis dedos con los de ella, siempre esperando una minina reacción por su parte que nunca llegaba.

Pasaba los veinte minutos hablandole, siempre había oído que hay que hablarles, no está corrobado que nos escuchen, pero así y todo lo hacia, le contaba cualquier cosa, le cantaba, siempre le había gustado que lo hiciera después de hacer el amor, también le pedía perdón y lloraba por no haber sido valiente, mis lágrimas caían cuando dejé un beso en su frente ya que en los labios no podia al estar con un tubo en la boca.

Tocaba salir pasar las horas en el pasillo hasta la próxima visita, fuera aún estaba Vero y Míriam las cuales no se separaban de mi, mi madre ya habíamos conseguido que se marchara a casa.

Sentados al lado de ellas estaban mi hermano y Alejandro, este con la cabeza agachada, me acerque a él me puse de rodillas, Alejandro levanto la vista lloraba, los ojos los tenia hinchados, pocas veces la había visto llorar vulnerable.

-Como..... Como esta?

-Igual, no sabremos nada hasta que no despierte.

-Cuando le quitan... La sedación?

-Mañana.

-Si no.... Si no sale bien, no me lo perdonaré nunca....

-Ehhhhh tu no eres el fuerte el que me tiene que dar fuerzas a mi.

-No soy tan valiente Malú.

-Si que lo eres y Sandra estaba muy orgullosa de ti.

-Le he? daño, te he hecho daño a ti, soy culpable.

-No Alejandro no, los únicos culpables son tu padre y Marcó.

-Le he matado Malú... Lo he matado?

-Que dices? A quien has matado?

-A mi padre....

Me quedo mirandolos a todos no entiendo nada.

-Ayer le dio un infarto.

Me comenta mi hermano.

-Yo... Yo le encare... Ha muerto en mis brazos no pude hacer nada....

Acarició su pelo mientras llora como un niño pequeño.

-No puedo decir que lo siento, siento decirte esto, no fue bueno contigo ni con ella por no hablar de tu madre.

-Lo se era un cabron.... Pero no deja de ser mi padre... Cuando Sandra despierte no me lo perdonará.

-Ehhhhh claro que si, Sandra tiene un gran corazón.

Fuimos a la cafetería por turnos, nadie se quería ir por si pasaba algo, aunque los médicos ya nos habían dicho que fuéramos a descansar, yo me negaba no pensaba moverme de aquí.

Llego la hora de la última visita del día, vinieron a avisarme, mire a Alejandro.

-Ve tu.

-Estas segura.

No claro que no estaba claro que quería entrar yo, no podía ser egoísta, era su hermano y lo estaba pasando mal.

Alejandro se fue, nosotros quedamos ahí en silencio café en mano.

Alejate de ella! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora