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—Ahora,¿Puedes decirme que pasó?—preguntó Aizawa mirando inquisidor a su hija, mientras ésta jugaba nerviosa con sus manos.

—Fueron unos caramelos.

La voz de Shinso se hizo presente en la habitación. Ambos presentes se voltearon a mirarlo. Shinso entró y cerró la puerta detrás de él.

—¿Caramelos?—cuestionó sin entender.

—La respuesta a todo es Hatsume.— el mayor solo suspiró.

—Shinso-kun llegó a la enfermería con varios golpes. Y se olvidó la bolsa con los caramelos que Hatsume hizo. Y al parecer Kaminari los tomó y los repartió entre los chicos y solo comenzó el desastre.—contó Harumi evitando la mirada de su padre.

—¿Qué tipo de caramelos eran?—preguntó suspirando.

—Esta es una de las envolturas...

La muchacha le tendió el papel y el mayor lo leyó. Abrió mucho sus ojos ojerosos.

—Shinso, por favor, trae a Hatsume Mei aquí ahora.—sentenció Aizawa. El joven sintió y salió de la habitación.

— Entonces me voy.—la muchacha se levanta de la silla pero no se iría tan fácilmente.

—Aún no. No me dijiste que ocurrió. Por lo que dice en este papel, nada bueno.—el nerviosismo volvió a ella.

—Por favor, no me hagas decirlo—rogó cerrando los ojos—. Es demasiado vergonzoso...

Aizawa suspiró pesadamente.

—El clima entre ustedes no es el mismo. Arreglen lo que sea que haya pasado para tener un buen viaje después. —Harumi suspiró aliviada por no tener que contestar más preguntas y asintió.

Salió de la habitación y se encontró en los pasillos con Shinso y Hatsume.

Desde hace rato se preguntaba porqué esos dos, si son de clases diferentes, se llevan tan bien. Y simplemente no encontró respuesta.

Harumi llegó hasta la enfermería.
Comenzó a ordenar todo lo que estaba sobre el escritorio y a acomodar las cosas en su lugar. Cambió las sábanas de las camillas y llevó las sucias a lavar.
En los dormitorios se encontró con Yaomomo, que estaba leyendo un libro, pero parecía más bien perdida en sus pensamientos.

—¿Yaomomo? ¿Te encuentres bien?—le preguntó, sacándola de sus pensamientos.

—Ah, si, si. Eso creo.—desvió la mirada.

Momo estaba dormida, cuando ocurrió el beso de Todoroki y Harumi, pero el rumor corrió como caballo endiablado. Todo el mundo podría darse cuenta que estaba celosa. Ella hubiera querido tomar el lugar de Harumi, incluso el mismo Midoriya. Pero no había sido así. Y terminó abrazando y besando a una de sus amigas. Se sentía avergonzada y abochornada. Se había desquitado con Kaminari, pero eso no le devolvería su seriedad.

—Yaomomo... deja de estar avergonzada. Todo fue culpa de esos caramelos, no fue porque quisieran hacerlo. Así que vuelve a ser tú otra vez.—la hizo entrar en razón.

—Es cierto, tienes razón. Debo aclarar las cosas con Kyoka-chan.—se levantó, dejando su libro en la mesa y salió disparada a la habitación de su amiga.

—¿Entonces yo también debo olvidar lo que vi?—la voz de Bakugo llegó a oídos de la muchacha, que se tensó al instante.

Harumi se volteó y le dedicó una media sonrisa. Aún con las sábanas en las manos, camino seguida del rubio.

—Hablé con el panda. Me dijo que arregláramos las cosas para poder tener un viaje tranquilo...—evitó su mirada, su pregunta, pero no pudo evitar que la detuviera acorralándola contra la pared del lavadero.

La Hija Del Sensei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora