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—Bakugo espera—el pelirrojo intentó detenerlo—, resolvamos esto.— le rogó.

    La mirada de cachorro que Kirishima tenía en ese momento, no la pudo ver. No quería verla.

    —No quiero hablar ahora.
    Sin voltear siquiera a mirarlo se fue de ahí, dejando a Kiri solo y decaído.

    —¿Qué habrá ocurrido?
    El pequeño Midoriya estaba en la esquina del pasillo junto a Todoroki. Al ver aquella situación no pudieron simplemente pasar, por lo que decidieron esperar allí.

    —Lo que sea que haya ocurrido no es cosa nuestra.
    Todoroki estaba en lo cierto. No podían meterse en los asuntos de los demás.

    —Si hay problemas, hay que ayudar. ¿No es eso lo que hacen los héroes?
   El entusiasmo del joven hizo que el corazón de Todoroki latiera de emoción.

    —En verdad me gusta esa parte de ti.— soltó sin darse cuenta.

    —¿Eh?

    —De cualquier forma, no hagas nada innecesario.— le advirtió—¿Está claro?
    El peliverde asintió de mala gana y continuaron su camino.
  

   
    Kirishima estaba frustrado.
    Estaban en el entrenamiento. Todos muy concentrados. Pero Kirishima estaba perdido en su mente.

    Buscó con la mirada a Bakugo, y lo encontró.

    La sangre se le subió a la cabeza de pronto y lanzó un golpe a la pared sin proteger su puño con su quirk. La pared se destruyó, y su mano quedó lastimada.
   
   —¡Kirishima!—Aizawa llegó hasta él.— Debes prestar atención a lo que haces.— el joven asintió. Toda la clase los observaba. Harumi llegó corriendo hasta donde ellos estaban. Aizawa miró a su hija, que veia al pelirrojo con preocupación—Harumi. Acompáñalo a la enfermería.

    — ¡Si!
    Lo tomó de su mano sana y salieron de allí.

    Bakugo observó la escena conteniendo su rabia. En verdad quería ir a ver cómo se encontraba su amigo, pero su bendito orgullo no lo dejó.

    —¿En qué pensabas para no darte cuenta de usar tu quirk?— le regañó la muchacha mientras desinfectaba los nudillos de Kirishima.

    —Solo no me di cuenta. No es para tanto.— su voz. Estaba deprimido, ella lo notó de inmediato. La luz que siempre lo envuelve estaba algo apagada, sin vida, algo había pasado.

    —¿Algo pasó verdad? ¿En eso pensabas? ¿Por eso no estabas concentrado en tu entrenamiento?— el muchacho se tensó. Apretó ambos puños. Y su herida comenzó nuevamente a sangrar. —Por favor no hagas eso.— el tacto y la voz de ella lo tranquilizaron.

    —Es inútil intentar negarlo ¿Verdad?

    —Es inútil. Si puedes contarlo, te escucharé. —le sonrió, terminando de vendar su mano.

    —Discutí con Bakugo...

    —Mmh...¿Sobre qué?—se sentó a su lado y esperó a que hablara.

    —Sobre muchas cosas, terminamos peleando.

    —Con que así fue. ¿Tiene solución?— el joven se giró a mirarla.

    —No se si tenga o no solución. Ahora quiero que me consientan.— ella se acomoda un poco más atrás en la camilla y palmea ligeramente sus piernas.

    —Ven aquí, ahora hoy a consentirte.—Kiri sonrió y se acomodó para recostarse sobre sus piernas.

    —¿Me quieres, verdad?

La Hija Del Sensei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora