28

2K 202 27
                                    

Harumi pensó en lo exagerados que estaban siendo todos.

Se había ido por 4 días. Y todo el mundo había perdido la cabeza.

El estar sola le ayudó a pensar. Le ayudó a ver lo importante en su vida y la suerte que había tenido.

Ahora, después de mucho tiempo, se sintió en paz.
Ahora podía respirar con calma, disfrutar del paisaje, salir a caminar sin preocupaciones, ser ella misma.

Ese era su último día allí.
Decidió ir a donde ella recordaba como su antigua casa.

Al llegar allí, solo se quedó mirando la edificación desde la lejanía.
Se perdió en sus pensamientos.

Recordó la cocina, a la que llegaba esas madrugadas en las cuales le costaba dormir.
La biblioteca en la sala, con todos esos libros difíciles de comprender para una niña pequeña.
Su habitación, en la que pasaba la mayor parte de su tiempo, jugando y haciendo cosas de niños pequeños.
El sótano...
Ah, ese sótano.
Tenía los recuerdos más dolorosos en el.
La mirada vacía de su padre viendo como su esposa arrastraba, contra su voluntad, a una indefensa niña y la mantenía encerrada ahí por horas.
La voz cortante e irritada de la mujer al escuchar el llanto de su hija.
La humedad del lugar, la minúscula ventana por la que no entraba ni un rato del sol. Las cosas viejas, que hace  mucho tiempo, habían abandonado ahí. Un lugar solitario y frío.

Después de tanto tiempo y de tanto sufrimiento, el recuerdo vivido no fue desagradable, ni le causó angustia o temor. No. Simplemente pasó a formar parte de un recuerdo. Eso es. Ahora era solo un mal recuerdo.

La casa no había vuelto a ser habitada. Así que se atrevió a entrar.

Tomó gran cantidad de aire y se sumergió en la casa.

Estaba algo maltratada por el paso del tiempo. Pero la esencia del lugar seguía allí.

Llegó hasta su habitación, la recorrió y volvió a salir.

En la sala, todavía quedaban algunos libros maltratados.
Los tomó, sacudió el polvo que tenían y los guardó en su mochila.

En la cocina faltaban todos los electrodomésticos, pero ella en su mente veía todo tal cual lo recordaba.

Siguió caminando.

Llegó a la puerta del sótano.
Dudó si bajar o no.
Tomó algo de valor.
Ese era su reto final. Nada le tenía que afectar, no después de haber perdonado.
Así que tomó el pomo de la puerta y se dispuso a bajar.

*Unas horas antes*

-Aizawa sensei.- Bakugo y Kirishima se adentraron en el la clase.

-¿Qué quieren?- con una voz algo calmada pero ligeramente irritada les contesto alzando hacia ellos una mirada seria.

- Harumi...- susurró Kirishima.

- Vamos a ir a recogerla.- terminó Bakugo con firmeza.

-  No. No lo harán.- Kirishima bajó la cabeza y Bakugo chasqueo la lengua molesto.

Se generó un pequeño silencio. Y Aizawa suspiró.

Los chicos no pensaban en moverse de ahí, por ello volvió a hablar.

- Bien. Iremos a recogerla.- los teatros agradecidos y de felicidad de ambos fue inmediata.

Juntos se encaminaron al sitio en el que Harumi se hospedaría.
Se llevaron una sorpresa cuando la mujer que los atendió les comunicó que la joven ya se había ido.

No estaba allí.

Comenzaron a preocuparse. No demasiado, no hace mucho que había salido.

Aizawa pensó en qué, tal vez, estaría en su antigua casa.
Y decidieron ir a ver.

La Hija Del Sensei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora