Cuando llegué al vagón, Emma y Charlotte y se encontraban sentadas la una frente a la otra. Ambas reían mientras que jugaban con Regiah, acariciándola a través de los barrotes de su jaula que estaba sobre el asiento donde se encontraba la chica rubia.
-Aquí la tenemos-anunció Charlotte alzando la vista-.Regiah ya pensaba que iba tener que quedarse conmigo para siempre-explicó mientras el ave daba la vuelta dentro de su jaula para mirarme.
Me acerqué para tocar su pico a través de los barrotes.
-Le he estado contando a Emma lo de las cartas de Jordan.
Reí volviendo mi mirada a la cara de Charlotte.
-Apuesto que en el fondo agradecías las cartas-contestó Emma desde su lugar junto a la ventana con su imperturbable sonrisa colgada de su rostro.
Charlotte puso los ojos en blanco.
-Tanto como un dolor de muelas-masculló.
Emma y yo reímos al unísono.
-Bueno, ¿qué has hecho durante todo este verano? Has estado desaparecida-pregunté sentándome junto a mi amiga.
La sonrisa de Emma creció.
-Pues como habéis podido ver mi padre ha salido de la cárcel. Mi madre y yo sabíamos que tarde o temprano iba a suceder porque él no ha hecho nada-dijo con convicción-. Pero no esperábamos que fuera todo tan rápido.Así que, hemos pasado el verano en nuestra casa del lago en Estados Unidos, ha sido increíble. El mejor verano de la historia-murmuró con ojos soñadores como recordando todo lo sucedido en aquel verano.
Estaba muy contenta por Emma, sabía que tenía una relación muy fuerte con su padre, que lo admiraba como si se tratara de un súper héroe como los que eran tan famosos entre los muggles. Ella lo había pasado increíblemente mal cuando su padre ingresó en prisión y la prensa no fue un aliado para calmar el dolor. Recordaba haber despertado por las noches y haberla encontrado llorando desconsoladamente contra la almohada, buscando los brazos de su padre y encontrando como respuesta un abrazo mío. Era lo mejor que podía darle.
Verla así me recordaba a cuando yo perdí a Bastian.
Cansada.
Inútil.
Pequeña.
Pero, sobretodo, sola.
Alejada de mi abuelo y de mi padre en aquella ciudad del amor. La ciudad del amor y de las luces. Para mí no había sido más que la ciudad del dolor y de las sombras.
De la oscuridad y de la ceniza.
-Me alegro un montón por ti, Emms-cogí su mano-. De verdad.
La chica apretó mi mano con una gran sonrisa.
-Sí, te lo mereces, no me puedo ni imaginar lo que tiene que ser eso-continuó Charlotte.
La chica de pecas asintió.
-Gracias, chicas, ya está todo solucionado. Cambiando de tema a algo más alegre, mi padre me ha dicho que estáis invitadas a la casa del lago.¡Así que, reservar una semana este verano!
Charlotte abrió los ojos y se levantó emocionada.
-¡Sí, por favor!-corrió a abrazar a Emma.
-Pensaba que me querías por como soy, no por la casa del lago-bromeó Emma devolviéndole el abrazo.
-Emms, te quiero muchísimo, pero cualquier cosa lujosa es mi debilidad-respondió seriamente mirándola con sus grandes ojos verdes.
Todas nos reímos a la vez.
-Hablando de cosas lujosas-continuó Charlotte-.¿Algo que quieras contarnos o prefieres que nos enteremos antes por los periódicos?
Sonreí y le di un golpe de broma a la chica de rizos rubios.
-Este ha sido un verano ajetreado, la verdad-continúe mirando al suelo.
Las chicas me miraron con curiosidad.
-He pasado todo el verano en casa de mi padre, y he hecho un amigo, se llama Daniel-sonreí-. Es muy divertido y listo, estudia en Beauxbatons.
Emma y Charlotte intercambiaron miradas.
-Y, ¿es guapo?-preguntó Charlotte con una sonrisa pícara.
Los ojos grises de Daniel atravesaron mi mente.
-¿Sí?-respondí como si nunca lo hubiera pensado-.No sé, es raro.
Era mentira, claro que Daniel me gustaba, como solo a una niña le podía gustar un chico, me parecía guapo, había fantaseado con cogerle de la mano. Solo era una cría, pero sí, se podía decir que Daniel me gustó en un entonces. Sin embargo, decirlo en voz alta me parecía que era como acercarme a esa rincón de mi mente que susurraba una verdad que tanto quería evitar. Que tanto quería esconder.
Pero que cada día se había un poco más fuerte.
Me gustaba aquel chico del bosque, aquel con el que quería evitar acordar mi matrimonio a toda costa.
Pensaba que era tonta, una niña caprichosa que había hecho que removieran cielo y tierra para evitar una boda que al final se había dado cuenta que deseaba.
Daniel no me podía gustar. Me negaba a que me gustara, pero no podía evitar esperar con ilusión a que aquel chico me enviara una carta desde Beauxbatons.
-¿Raro?¿A qué te refieres?-preguntó Emma desde su asiento.
-A ver, sí, es guapo-asumí en un suspiro derrotado-. Él no es raro, es genial, pero la situación es complicada.
Charlotte dio una palmada contra su rodilla.
-Te gusta, lo sabía-sonrió triunfante.
Negué con la cabeza.
-No, que va-suspiré-. Bueno, a lo mejor un poco, no lo sé, pero ese no el caso.
Bajo la atenta mirada de mis amigas, conté desde cómo había conocido a Daniel en el bosque hasta el tema del compromiso, les expliqué sobre la enemistad entre nuestras familias, las intrigas de su padre e incluso sobre la cláusula, hasta ahora secreta.
-Vale, vale, vale-murmuró Charlotte procesando toda la información-. Solo tengo una pregunta, ¿si te gusta Daniel...-la chica paró ante mi mirada asesina, continuó poniendo los ojos en blanco-.¿Suponiendo que te gustará Daniel, por qué no aceptaste el compromiso sin más?
No quería sonar como una idiota, pero lo iba a hacer.
-Quizá suene egoísta, pero me han quitado y me quitarán muchas cosas por ser quien soy-continúe pensando en Bastian-. Solo quiero tener algo que pueda elegir yo, y que los demás no tengan que elegir por mí, en este caso, es la persona con la que me voy a casar, mi padre me lo prometió.
Y quizás fue eso también lo que me hizo enfadarme tanto, que él rompiera su promesa, estaba harta de que todos rompieran las promesas.
"Una promesa es lo único que no se puede romper, mon cheri".
La voz de Bastian resonó en mi mente.
Las chicas me miraron con una expresión ausente, casi con lástima.
Una corona pesa más de lo que todo el mundo se piensa, no es solo lujos, fiestas y poder, no. Por una corona pagas el precio de tu libertad, de tu humanidad, de tu intimidad. De tu vida misma.
-Claire, pero debes de saber que esa promesa es difícil de mantener, por muy importante que sea tu padre desde siempre el matrimonio ha sido una forma de ganar apoyos. Aún así, creo que no has tomado una decisión tonta, todo lo contrario, es bastante inteligente, porque siempre podrás casarte con Daniel si lo deseas, pero podrás optar por casarte con otra persona si quieres. Sea como sea puedes elegir-resolvió Emma sabiamente.
Asentí.
-¿El matrimonio de tus padres fue concertado?-la pregunta de Charlotte quedó en el aire-. Lo digo porque según lo que nos has contado, tu padre parece muy enamorado de tu madre y no sé, me parece curioso-se excusó encogiéndose de hombros.
El matrimonio de mis padres era algo complicado, les expliqué.
Ellos estaban prometidos prácticamente desde que nacieron, incluso antes de que mi tío Marc-Antoine muriera trágicamente. El objetivo de su boda era que mi madre tuviera un matrimonio ventajoso ya que mi abuela no gobernaría en Francia, por lo que mi abuela hizo un trato con los Alma, a pesar de que mi abuelo no quería que su hija se casara obligada, como él.
Al final, la trágica muerte de Marc-Antoine Castille resultó ser bastante provechosa para ambas familias, uniendo ambos territorios bajo su futura predecesora, es decir, yo.
Un mes antes de la boda mi padre junto a un grupo de amigos, viajó a México para disfrutar de su soltería antes del matrimonio, y, el destino caprichoso hizo que en una fiesta conociera a mi madre, quien en ese entonces era una mujer divertida, aventurera e igual de hermosa que ahora, hizo que el conocido donjuán que era mi padre cayera a sus pies.En ese mes se enamoraron perdidamente, sin embargo, ninguno de ellos sabían quienes eran en realidad, ya que habían ocultado su verdadera identidad. El día anterior de la boda mi padre, se apareció en la fiesta de compromiso en la que conocería a su prometida con la idea de negarse a casarse y plantarle cara a su padre. Sin embargo, para su sorpresa, cuando iban a presentarle a la novia, la mujer que apareció ante él, era aquella francesa pelirroja que lo había enamorado en México.
Ambos habían pensado ir a sus ceremonias de compromiso con el mismo objetivo, rechazar sus matrimonios y regresar a México, donde estaba su verdadero amor.
Un completo cuento de hadas.
Pero todo se acabó.
Nací yo, y aquella mujer de la que se enamoró mi padre desapareció, convirtiéndose en la copia que es de mi abuela.
Mis amigas quedaron muy sorprendidas con el relato e hicieron preguntas el resto del camino hasta que llegamos a Hogwarts en aquellos carruajes guiados por thestrals.
Cuando bajamos del carruaje, el barro chapoteaba bajo nuestros pies.Algo oscuro paso junto a mi cabeza, rozando la mejilla de Charlotte. Una bola de barro.
La chica de cabello rubio se giró enfurecida y unas risas se escucharon tras nosotras. Los gemelos junto a Lee Jordan se desternillaban a nuestras espaldas.
-Tienes algo en la cara, Campbell, deberías considerar darte una ducha de vez en cuando-rió Jordan.
-Tú si que vas a tener algo en la cara cuando te meta un puñetazo-contestó Charlotte roja de rabia.
Le quité a mi amiga el barro de la mejilla.
-Jordan, todos sabemos que te gusta Charlotte, así que deja de hacerle la vida imposible-contestó un chico a nuestra espalda.
Jackson Myers, el conocido Hufflepuff metamorfomago, apareció con su acostumbrada sonrisa ladeada y su pelo azul marino rozando su mandíbula. Su grupito de amigos se rió con él, todos ellos Hufflepuffs de nuestra edad, Cedric Diggory, Isaac Davies, Simon Westbrook y James Chamberlain.
Jordan comenzó a protestar y maldecir en voz baja.
-De nada-dijo de manera prepotente al pasar junto a Charlotte sin mirarla.
-No necesito que nadie me defienda, Jackson.
-No lo parece.
El chico siguió su camino con sus amigos detrás, vi como Cedric Diggory le puso el brazo alrededor del cuello y le susurraba algo justo antes de girarse para mirarnos. Los ojos plateados de Cedric cayeron en mí unos segundos antes de apartar la mirada hacia a Charlotte, quien lo miró con enfado.
-No sabía que conocieras a Jackson-Emma miró a Charlotte.
-Yo tampoco-respondió Charlotte cruzándose de brazos y viendo como se marchaban los chicos.
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La Dama Dorada
FanficClaire es la legítima heredera del ministerio español y el francés, perteneciendo a dos de las familias más poderosas del mundo mágico. Así, se encontrará en un mundo que ella no ha elegido, rodeada de lujos, de humillaciones, de abusos y corrupción...