Miraba el cielo nocturno mientras la respiración acompasada de George me hacía compañía. La colcha se quejó cuando el chico se giró hacia mí sin aviso.
—¿Por qué no nos quieres decir en qué consiste la broma? Queda menos de un mes para terminar las clases y no sabemos nada todavía—preguntó mientras apoyaba su cabeza en la mano y miraba mi rostro.
Suspiré.
—Todavía me queda una pieza del rompecabezas, cuando lo tenga todo planeado os lo contaré—dije mirando a la noche.
Los grillos grillaban a lo lejos. Sentí como George fruncía el ceño y volvía a apoyar la cabeza sobre la colcha. Me giré para mirarlo yo esta vez por la presión de su mirada.
—¿Qué?
—Podrías decírmelo y así te ayudaría—puso una mano bajo su pelo anaranjado dejando la otra descansando sobre su estómago.
Negué con la cabeza y volví a mi posición inicial.
—Estas deseando contármelo y lo sabes—susurró con una sonrisa.
Fruncí el ceño y negué de nuevo divertida.
Lo estaba deseando era cierto.
—No tienes ni idea.
El chico se incorporó de golpe y levantó las cejas divertido mientras me miraba.
—No me lo niegues. Te conozco, Claire Alma—me señaló con un dedo acusador.
Puse los ojos en blanco con una sonrisa.
—Está bien, si te pones así te lo contaré.
George se acercó para prestarme atención, cruzando las piernas, como un niño que espera a que le cuenten un cuento.
—Meteré en la copa de alguien durante la última comida la poción de aliento de fuego. Posiblemente en la de Villin.
George mostró que estaba de acuerdo con su rostro.
—Buen objetivo.
—Gracias. Entonces necesito que Peeves entre en el comedor y se lleve a Villin volando por todo el castillo. Estará horrorizado, así que intentará gritar o por lo menos empezará a insultar a Peeves...
—Pero como él no sabe que ha bebido de la poción, no sabrá que lo que saldrá de su boca será fuego—susurró George incrédulo.
—Exacto. Algunas zonas del castillo se quemarán, pero será todo un espectáculo, casi cómo si tuviéramos un dragón. Además, el mal trago que pasará Villin lo tendrá bien merecido por lo que ha hecho.
—¿Y cómo piensas conseguir que ningún profesor haga nada para solucionarlo antes de que Peeves se lleve a Villin?
Fruncí el ceño.
—Ese es uno de los asuntos que tengo que resolver.
—¿Asuntos? ¿hay más?
Asentí y puse los ojos en blanco.
—No consigo tener una conversación seria con Peeves para convencerlo.
George rió.
—Eso está hecho.El sol relucía sobre la hierba que rodeaba el castillo y el cielo estaba unos tonos más claros que los ojos de Emma.
—Esperad, a ver si he entendido bien—murmuré calmando a los chicos que estaban emocionados con su propuesta—. Primero, ¿ya habéis hablado con Peeves entonces?
—Es lo que te llevamos diciendo desde hace media hora, Alma—exclamó Lee echándose hacia atrás cansado sobre el césped.
—¿Y no ha pedido nada a cambio?
Fred negó con la cabeza que la tenía apoyada sobre el tronco de un árbol robusto.
—Nada, excepto poder decir que todo lo ha hecho el sin ayuda, pero está claro que un poltergeist no puede hacer pociones.
—Y, vuestra distracción...
—No es sólo una distracción—cortó George—. Es nuestra broma final, justo a la vez que la tuya, servirá para que los profesores corran por todo el castillo y descuiden el comedor, además, de darnos los puntos para ganarte—murmuró clavando uno de sus dedos en mi brazo con una sonrisa orgullosa.
Alcé las cejas mientras me cruzaba de brazos.
—Y ¿cual es el plan?
Fred sonrió misteriosamente.
—A la hora de comer, todos estarán en el comedor, menos nosostros—dijo señalándose a Lee y a él—. La clase de antes nos la saltaremos para robarle a Filch todos y cada uno de los cohetes que guarda en su despacho. Pero para conseguirlo, nos tendremos que dividir, Lee y yo los sacaremos y los pondremos por varios lugares del castillo, mientras, George y tú hacéis una broma tonta. Lo que sea, para distraer a Filch y que salga corriendo detrás de vosotros. Eso sí, no os puede pillar, porque cómo lo haga estamos perdidos todos. Cuando consigáis despistar a Filch, iréis al comedor y pondréis la poción en la copa de Villin y daréis la señal para que empecemos a estallar los cohetes.
—¿Qué señal?
Lee sonrió, mientras metía una mano dentro de su camisa y sacaba una fina medalla con un chapa que tenía sus iniciales grabadas. El chico le dio la vuelta y mostró una Bludger grabada que vibraba como si no pudiera contener la energía que llevaba dentro.
—Cada uno de nosotros tenemos una cadena de estas para comunicarnos si estamos lejos—sonrió Lee—. Mira. Hola, Claire—susurró a la Bludger.
Ésta salió disparada hacia un lado de la chapa, desapareciendo como si no hubiera estado ahí nunca. Al instante, Fred dio un cabezazo como si alguien le hubiera tirado con fuerza del collar hacia abajo. Me acerqué a ver la chapa de Fred, en la que aparecía el mensaje inscrito.
"Hola, Claire".
Abrí los ojos maravillada.
—¿Cómo lo habéis hecho?
—A principio de curso le pagamos a una chica de Ravenclaw de séptimo para que los hechizara—contestó George.
—Los diez galeones mejor invertidos de mi vida—dijo Lee mirando con adoración a su medalla.
—¿Me conseguiréis uno a mí también entonces?—pregunté emocionada.
Fred alzó las cejas divertido.
—Que graciosa. Esto es solo para un verdadero Bludger, y tú, Alma, no lo eres.
La decepción cayó sobre mí.
—Igualmente podremos hacer la señal con el mío—dijo George intentando animarme.
—Sí, entonces empezarán los fuegos artificiales—Fred trazó un arco con su manos en el aire teatralmente—. Filch y el resto de profesores tendrán que ir a apagarlos y poner orden. Los prefectos empezarán a hacer filas para volver a la salas comunes y ¡zas! En ese momento se colará Peeves y se llevará a nuestra serpiente voladora por los aires. Nadie podrá hacer nada, será todo un caos.
Fred me miró con una sonrisa maliciosa.
Era un plan perfecto.
El reflejo de su sonrisa apareció en mi rostro. Y, ahí estábamos Fred Weasley y yo mirándonos a los ojos sintiendo que la corona ya era nuestra.
ESTÁS LEYENDO
La Dama Dorada
FanfictionClaire es la legítima heredera del ministerio español y el francés, perteneciendo a dos de las familias más poderosas del mundo mágico. Así, se encontrará en un mundo que ella no ha elegido, rodeada de lujos, de humillaciones, de abusos y corrupción...