Cuando terminó la cena, cada una de las casas fue a sus respectivas Salas comunes para el reparto de habitaciones.
Una vez más, Charlotte, Emma y yo compartíamos la habitación.
Las paredes cubiertas de tapices rojos y los muebles de madera oscura nos dieron la bienvenida al entrar. Todo estaba en el mismo sitio de siempre, menos una cosa.
Un extraño paquete reposaba sobre mi cama. Era el regalo de mi abuelo.
Las chicas me miraron con curiosidad.
—¿Qué es?—preguntó Charlotte al tiempo que me acercaba a abrir el envoltorio.
Me encogí de hombros sin respuesta.
—Solo sé que es de parte de mi abuelo, pero en seguida veremos que es—continúe rasgando el envoltorio.
Al abrirlo descubrí un largo mango de madera de un color ocre, en el cual estaban grabadas unas letras en dorado.
"Cometa 280".
Era una escoba.
La saqué rápidamente con una sonrisa para poder admirarla.
Recorrí su elegante palo, sus ramas de ciprés y sus adornos en dorado con la mirada. Era preciosa.
Había oído que tenía una aceleración de 0 a 180 kilómetros por hora en tan solo diez segundos. Quizás no fuera la mejor del mercado, pero aún así era una completa maravilla.
—No creía que las escobas fueran bonitas—murmuró Charlotte admirándola y acercándose para tocarla.
—No sabía que te gustara el Quidditch—dijo Emma.
Alcé la mirada.
—Es mi deporte favorito, me encanta volar, pero no soy muy buena—mascullé con una mueca—. Mi abuela dice que no es un deporte para damas, así que nunca he tenido una escoba para practicar, alguna vez cojo la de mi padre—suspiré—. Me encantaría poder entrar en el equipo.
—Preséntate a las pruebas, seguro que entras, eres de las mejores en vuelo—me animó Emma con su cálida sonrisa.
—No creo que entre, no soy lo suficientemente buena. ¿Habéis visto como vuelan los Weasley? ¿Y Angelina, Rachel y Alicia? Son geniales, además, seguro que ellos han practicado todo el verano para las pruebas...
Charlotte me miró de arriba a abajo mientras se cruzaba de hombros.
—¿En serio, Claire? ¿Estas queriendo decir que ni lo vas a intentar? Eres la maldita dama dorada, puedes con todo, y ni una Angelina, ni ninguno de los otros puede contigo, ¿me oyes? Eres más fuerte que todos esos—miré a Charlotte incrédula ante la furia en su voz—. Así que el día de las pruebas tú vas a estar allí la primera y les vas a enseñar quien manda—dijo dándome un toque con el dedo índice en el pecho—.¿Entendido?
—Entendido—respondí parpadeando.
"Como para decirle que no a aquella chica."
—Charlotte, deberías de plantearte ser capitana—rió Emma—.Se te dan muy bien los discursos de motivación.
—Bueno, eso no le sirve de nada si con solo tocar la escoba sale disparada como un cohete—contesté riendo.
Charlotte intentó fulminarme con la mirada pero una sonrisa ladeada escapó entre sus labios.
—Callaros, anda—dijo dándose la vuelta para ocultar su risa.
Dejé la escoba apoyada en la pared para poder meterme en la cama, cuando abrí las suaves sábanas y metí el pie una sensación muy desagradable me recorrió.
Algo viscoso y húmedo se retorcía bajo mis pies.
Parecían gusanos.
Un grito ahogado afloró en mi garganta mientras lanzaba las sábanas por los aires, descubriendo bajo estas una maraña de gusanos de todos los colores y longitudes. Charlotte iluminó la estancia con su varita y Emma la siguió. Al ver el contenido de mi cama, Emma contuvo una arcada.
—¿De donde han salido?—preguntó Charlotte con asco.
—Creo que son gusanos silbantes, debe de ser una broma—dije arrugando la nariz.
En ese momento algo raro sucedió.
Los gusanos comenzaron a zumbar y a emitir un extraño sonido, poco a poco cada uno iba estallando dejando un rastro de confeti tras él. Hasta que solo quedó uno. El gusano comenzó a levitar mientras el zumbido se hacía más intenso, un extraño brillo se adherió a su piel y de repente estalló en un haz de luz, convirtiéndose en una gran mariposa blanca.
Era hermosa, de un color blanco como la nieve y emitía un resplandor azulado, como si fuera un rastro de luz lunar.
—Enhorabuena, Claire—dijo la mariposa con una voz femenina bastante familiar.
"Tonks"—pensé.
—Has descubierto la contraseña para desbloquear el mensaje, ¡BROMA!—la risa burlona de Tonks resonó en la estancia—. Con ello has encontrado la pista para poder entrar en el juego y conseguir así tu puesto de Reina de las Bromas—la voz de la chica de volvió más automática, como si ya no estuviera dirigida a mí—.Cada uno de los posibles participantes ha recibido una viscosa sorpresa bajo las sábanas, pero solo unos pocos conseguiréis desbloquear el código para poder entrar en el verdadero juego. Sin embargo, poder ser el futuro rey de las bromas no es algo a lo que todos pueden acceder, por lo que está noche tiene otra sorpresa para seguir recortando el número de jugadores—la risa de Tonks volvió a resonar, haciendo que un escalofrío recorriera mi espalda—.Así que, aquí dejo las instrucciones para inscribirte y después recibirás todas las reglas para que empiece la fiesta. Lo único que tendrás que hacer es dibujar tu firma de bromista con la varita en la cuarta balda de la décima estantería de la biblioteca, solo hay una condición para entrar, tiene que ser antes de la fecha límite, es decir, ¡HASTA EL AMANECER!—las carcajadas de Tonks se deshicieron en el aire— ¡SUERTE BROMISTA, Y QUE GANE EL MEJOR!
***
Escoger una firma de bromista fue lo más fácil, una corona de tres puntas.
Heredera de los alma, heredera de los Castille y reina de las bromas.
Una punta por cada uno de mis títulos.
Aunque a Charlotte le gustaba decir que una punta era por ella, otra por Emma y otra por mí. Era libre a interpretaciones.
Mis pasos se apresuraban por los pasillos del colegio, las escaleras de mármol se extendían ante mí como laberintos. El suelo del castillo resplandecía al son de los rayos de la luna, dándole a todo un color plateado de aspecto fantasmagórico.
Ojeé rápidamente el mapa del merodeador, quedaba poco para llegar a la biblioteca y extrañamente Filch se encontraba cerca de la sala común de Hufflepuff, así que no había de lo que preocuparse, replegué el mapa y lo metí en mi bolsillo haciéndolo desaparecer.
Desde luego tendría que comprarle a Daniel algo en agradecimiento por la joya de Niebla, era una pasada.
Recorrí el tramo que me quedaba hasta llegar a la puerta de madera de la biblioteca, abrí rápidamente la puerta para entrar al ver un resplandor rojo atravesar la ventana.
"Algún bromista que volverá a su sala común"—pensé.
La biblioteca estaba igual que el año pasado, con sus amplias estanterías de madera oscura y su suelo de mármol negro y blanco. A lo lejos vi la mesa de madera donde me solía sentar todas las tardes con Charlie, me preguntaba si la mancha de tinta que hizo sin querer seguiría empapando la madera.
Sacudí la cabeza, no podía entretenerme.
Corrí entre las estanterías. Una. Dos. Tres...Así hasta que llegué a la décima, el cuarto estante fue más fácil de encontrar. Alguien había tirado todos los libros y los había esparcido por el suelo.
Miré el estante maravillada, al menos cien símbolos decoraban su madera. Cada uno era diferente, aunque había varios graciosos que habían utilizado creativas representaciones del miembro viril masculino como firma. Mi cara mostró cierto desagrado.
Me di cuenta de que todos los símbolos brillaban en la oscuridad, había unos amarillos, otros rojos, violetas, azules, naranjas, verdes, rosas... Todos los colores del mundo se arremolinaban en la balda de la estantería, los colores de cada bromista.
Tomé mi varita y dibujé en la superficie de la madera una corona de tres puntas dentro de un círculo, un olor a quemado llegó a mi nariz y allí estaba. Mi sello.
Tomando un fuerte color dorado.
Varios cohetes se escucharon a lo lejos.
Sonreí, un pequeño premio supuse.
Bajo mi símbolo unas letras aparecieron.
¡ENHORABUENA BROMISTA! Has entrado en el juego, ahora regresa a tu habitación, allí te esperarán las instrucciones para conseguir la corona.
Ps. Date prisa, o el juego estallará en tu cara, ¡literalmente!
De regreso a mi habitación se escucharon más cohetes a lo lejos.
Más, más y más.
Me di cuenta de que eso no debía de ser un premio.
Era una sorpresa, la última de la noche.
Otra broma más para probar nuestra valía.
Debía darme prisa.
Una corona me esperaba.
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La Dama Dorada
FanfictionClaire es la legítima heredera del ministerio español y el francés, perteneciendo a dos de las familias más poderosas del mundo mágico. Así, se encontrará en un mundo que ella no ha elegido, rodeada de lujos, de humillaciones, de abusos y corrupción...