44. Primer Beso

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El torneo de Quidditch ya había acabado con la victoria de los Slytherin, además, de las reuniones de cuenta cuentos. Con todo ello llegó el último día. Era el momento.
Los chicos y yo conseguimos escaparnos de la aburrida clase de Historia de la Magia y nos escondimos en los baños de Myrtle para organizarnos antes de poner nuestro plan en marcha.
Fred miró con aprobación el boomerang porrazo que llevaba George.
—De acuerdo, está perfecto—asintió terminando de examinarlo—. ¿Qué tenéis que hacer entonces?
—Encontrar a Filch con el mapa, después tenemos que esperar cada uno a un lado del pasillo. Yo, que seré invisible, silbaré para llamar la atención de Filch y cuando se gire, George le lanzará el boomerang para confundirlo y poder tener un margen de ventaja. Cuando Filch se espabile saldrá corriendo furioso detrás de nosotros—respondí seriamente como si se tratara de una misión de un auror experto.
—¿Y para qué vais a hacer eso?—preguntó Fred acercándose a George.
—Para alejarlo lo máximo posible de su habitación y que vosotros podáis sacar toda la munición—respondió el gemelo.
Fred sonrió con orgullo.
—Esto va a ser una pasada—dijo Lee entusiasmado.

Filch aparecía en el mapa junto a la señora Norris en el pasillo del aula 11, demasiado cerca de su habitación. George y yo nos hicimos señas antes de desaparecer cada uno en una dirección distinta. Cuando llegué a la entrada del pasillo, pude ver como Filch refunfuñaba mientras fregaba el suelo y la señora Norris tomaba el sol junto a la ventana. A lo lejos vi el movimiento de un pelo pelirrojo. George estaba ya en su puesto. Puse las manos en mis labios y silbé tres veces con fuerza, haciendo que Filch girara la cabeza rápidamente en mi dirección.
—¿Qué demonios?—el conserje vino hacia mí, mientras yo aprovechaba para correr y ponerme junto a George.
Justo cuando llegué al lado del chico lanzó el boomenrang.
—Rápido—susurró George justo cuando una maldición cruzó el aire.
—Filch ha caído—susurró el chico al cuello de su camiseta mientras salíamos corriendo por las escaleras—. Operación rescate en marcha.
Bajamos al primer piso en un suspiro, cuando llegamos abajo escuchamos como el celador bajaba hecho un basilisco por las escaleras.
—¡Cómo os pille vais a preferir haber nacido sin manos!
George y yo corrimos a toda prisa hacia el campo de Quidditch para volver a entrar por uno de los pórticos y llegar a la escalera principal. Cuando llegamos la puerta estaba atrancada.
Alohomora.
La puerta permaneció donde estaba, no estaba cerrada, si no que alguien no había engrasado en mucho tiempo las bisagras. Escuchamos como Filch se acercaba.
—¡No me fastidies!—gritó George—. ¡Ni para engrasar una puerta sirve!
—¡Aparta! ÁBRETE SÉSAMO—grité en español.
La puerta salió disparada. George miró incrédulo justo antes de salir corriendo.
—Si no fuera porque estamos en peligro de muerte te hubiera pedido que me enseñaras a hacer eso—jadeó.
—Algún día, Weasley—reí.
Corrimos hasta llegar a la escalera principal, pero por alguna razón ya no escuchábamos los pasos de Filch.
George y yo nos miramos extrañados cuando escuchamos muy de cerca.
—¡Casi os tengo granujas!
Un escalofrío me recorrió. Filch estaba casi detrás nuestro, había utilizado un atajo para llegar antes, la adrenalina rebasaba por mis venas. El chico y yo corrimos por las escaleras sin parar a coger la respiración. El celador nos perseguía por la escalinata, podía escuchar como el tacón de sus botas resonaba sobre el suelo de mármol.
George comenzó a correr escaleras arriba, parecía el villano de una obra con su túnica negra ondeando tras él mientras corría. Intentaba mantener el ritmo del chico, pero era incapaz, mi respiración estaba muy acelerada, nos iban a pillar. El pelirrojo llegó al piso de arriba y miró por la barandilla, encontrándome intentando llegar junto a él.
—Vamos, Claire—susurró bajando los escalones.
—No, no, corre, escóndete tú—dije sin aliento, los pasos de Filch se acercaban—. ¡Corre!—exclamé empujándolo.
George frunció su ceño y negó con la cabeza energéticamente.
—No, tú vienes conmigo—el chico cogió mi mano y tiró de mí—.Juntos.
Miré sus ojos castaños y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo entero.
Asentí.
—Juntos.
George sonrió y corrió mientras me cogía de la mano para mantenerme junto a él.
Llegamos al séptimo piso y recorrimos el pasillo pasando frente a decenas de cuadros, hasta que llegamos a un gran ventanal.
No había salida.
—Aquí había un cuarto de limpieza—murmuró confundido el muchacho.
Paramos de repente y nuestros zapatos chirriaron contra el suelo.
—Demos la vuelta. Lo mismo lo hemos pasado sin darnos cuenta—dimos la vuelta sobre nuestros pasos pero Filch parecía estar terminando de subir las escaleras—.Cómo corre el desgraciado cuando quiere—susurró George con enfado.
El chico volvió a arrastrarme hacia el final del pasillo, hicimos ese recorrido un par de veces más hasta que paramos sin aliento delante del cuadro de Bárnabas el Chiflado.
Los ojos castaños del pelirrojo se oscurecieron y mostró un gesto serio.
—Ha sido un placer, Claire Alma—se rindió con una sonrisa para restarle importancia.
Justo cuando iba a asentir algo maravilloso ocurrió, tras George apareció una gran puerta dorada, y sin perder el tiempo en hablar lo empujé hacia ella.
La puerta se abrió con un chirrido, dejándonos en un cuarto de limpieza levemente iluminado por una luz plateada que no sabía muy bien de donde venía.
El cuarto tenía el viejo suelo de mármol al igual que todo el castillo, pero las paredes estaban cubiertas de estantes de madera en los que se podían ver casi cualquier producto de limpieza, en las esquinas habían cubos metálicos y viejas escobas junto con fregonas apoyadas contra la pared. Sin embargo, no podía dejar de pensar en cómo la puerta por fuera era tan lujosa, de un color dorado, parecía estar hecha con oro puro, pero al otro lado nos saludaba una maltrecha puerta hecha con tablas de madera y con un picaporte oxidado.
—Se puede saber que narices...—comenzó George tropezando con un cubo mientras entraba en la oscura estancia.
—Shhh—chisté—. Deja de gritar o nos va a oír.
Unos pasos se escucharon a lo lejos.
Ambos contuvimos el aliento y nos pegamos el uno al otro inconscientemente. Mis dedos rozaron el dorso de la mano de George. Notaba como respiraba cerca de mi oreja.
Unos pasos pesados se escucharon a través de la puerta.
—Ya casi hemos pillado a esos granujas, señora Norris—rió una voz sin aliento.
Filch comenzó a reírse pero, de repente, sus carcajadas se vieron interrumpidas por un terrible ataque de tos.
George y yo contuvimos la risa.
—No te preocupes querida, no es nada, uno ya no tiene el cuerpo que tenía—siguió tosiendo—. Solo por esto los voy a colgar de los tobillos, ya verán esas alimañas.
Los pasos se escucharon muy cerca de la puerta, nos echamos hacia atrás instintivamente.
—Los tenemos ya—murmuró riendo maliciosamente, sus pasos aceleraron—.Aquí—se escuchó un grito ahogado—¡No están! ¡Han desaparecido! Vamos, quizás hayan subido más, ¡rápido!
Filch corrió mientras maldecía.
—¡Esos renacuajos van a saber lo que es bueno cuando los pille!
Los pasos se alejaron y miré al pelirrojo, que suspiró con alivio mientras una sonrisa aparecía lentamente en su rostro.
Empezamos a reír juntos.
Nos habíamos librado.
Pero de repente pude escuchar unas patitas pasar por la puerta, y un maullido cercano.
George abrió los ojos y se acercó rápidamente para tapar mi boca con su mano.
El mechón pelirrojo que decoraba su rostro acarició mi frente.
Su nariz rozó la mía.
Alcé la mirada y encontré los ojos castaños del chico. Cuando quise darme cuenta sus labios cayeron sobre los míos.
Sabía a azúcar y a polvos pica pica.
Fue un beso rápido e inocente, pero algo dentro de mí se sacudió. Como si lo hubiera estado esperando todo ese tiempo.
Entonces se apartó y sin mirarme salió del cuarto.
—Ya se han ido—murmuró sin mirarme desde fuera.
Miré cómo su cabello anaranjado brillaba con la luz que atravesaba el ventanal, mientras rozaba mis labios con los dedos ausente.
Aquel fue mi primer beso, en aquel oscuro cuarto con aquel chico pelirrojo que una vez había odiado.

La Dama DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora