Las pruebas de Quidditch habían sido muy parecidas a las del año pasado y el equipo seguía siendo prácticamente igual; George y Fred eran los golpeadores, Wood el capitán y el guardián, Alicia era la nueva buscadora y había sido sustituida como cazadora por una chica de segundo llamada Katie Bell, que también era del grupo de Angelina. Para mi desgracia esta última lo había vuelto a conseguir y estaba de nuevo en el equipo.
—De acuerdo, equipo, ya estamos todos—dijo Wood mirando el pergamino donde anotaba las posiciones sin mucha convicción.
El chico negó con la cabeza e hizo una bola con el papel, suspirando con fuerza.
—¿Qué pasa, capitán?
—Lo siento, pero es que hay algo que no me termina de cuadrar... Alicia eres una gran jugadora, no te ofendas, pero Claire es mucho más rápida que tú y quizás sería una mejor opción como buscadora—frunció el ceño mirando al suelo mientras se apoyaba en el palo de su escoba—. Sin embargo, a Claire la necesitamos en el campo—Oliver dejó escapar otro suspiro—. De acuerdo, vamos a hacer lo siguiente. En los entrenamientos os iréis turnando, todavía quedan unas semanas para empezar los partidos y cuando lo tenga más claro decidiré.
Todos asentimos. Algunos con mejor cara que otros, he de decir mirando el rostro de Angelina y la mirada asesina de Alicia.
Cada uno tomamos nuestras escobas para ir al vestuario.
George y Fred hablaban junto a mí sobre lo que se rumoreaba que había sucedido con los Serpents. Al parecer, se decía que habían visto a Filch sacar brillo a las cadenas de su despacho con una sonrisa. Otros decían que Snape se había enfadado tanto que los había colgado durante horas en la torre más alta de Hogwarts. Aun así, no podía reír junto a mis amigos porque sentía el peso de las miradas de las otras chicas que susurraban al otro lado del vestuario.
Angelina que estaba frente a los espejos me lanzó una sonrisa cruel a través de su reflejo tras mirarme de arriba abajo. Le devolví una mirada asesina y después me giré a apartarle a George una brizna de hierba que tenía en el pelo.
—Gracias—masculló George con voz ronca como si se acabara de atragantar.
Lo miré a los ojos. No había tenido un contacto directo con él desde aquel día, desde aquel beso. Desde que me vio irme de la mano con Daniel.
Ignoré ese torrente de emociones que me sacudían y le sonreí como si nada.
Miré de nuevo al reflejo de Angelina, estaba roja de rabia , las aletas de su nariz se sacudían y su boca se movía hacia arriba en una mueca de asco.
—Nos vemos, chicos—se despidió Wood que se había vestido rápidamente y salía dando torpes zancadas hacia la salida mientras bajaba su jersey.
—¿Y a este qué le pasa ahora?— preguntó Fred extrañado.Cuando terminamos de cambiarnos vimos que Emma y Roger Davies, uno de los Ravenclaw con los que la chica iba a la biblioteca, se sentaban junto a las gradas. Nuestra amiga miraba con interés una extraña flor que parecía que acababan de encontrar, mientras el chico de Ravenclaw señalaba sus pétalos como si le estuviera explicando algo. Fred y George se miraron entre ellos.
—Cinco galeones a que le da la flor antes de irse.
George levantó las cejas antes de darle un apretón de manos a su gemelo.
—Hecho.
—¿Tú qué dices Claire?
—No tengo ni idea la verdad. Creo que son solo amigos...
Fred rió.
—Claire, todos somos solo amigos hasta que se deja de serlo. No sé si me entiendes—el chico le dio un codazo a su hermano—. ¿Verdad, Georgie?
El rostro de George y el mío se pusieron del color de las banderas de Gryffindor.
—Supongo que sí—murmuramos los dos a la vez.
Sin embargo, Fred ya no nos escuchaba, estaba mirando como, efectivamente, el chico le tendía la flor a Emma antes de irse. La chica miró Roger mientras se iba y cuando desapareció entre las puertas del castillo, tocó los pétalos de la flor con una sonrisa ausente.
—Son solo amigos—dijo Fred haciendo una imitación de mi voz demasiado aguda.Encontramos a Charlotte y a Wood hablando en la salida del castillo. La chica reía mientras Wood se apoyaba en la pared con el pelo mojado y revuelto de la ducha.
—No, entiendo...¿tanta prisa y ahora se queda hablando con Charlotte?—murmuró Fred con un tono sugerente.
Nos quedamos cerca de una vidriera esperando a nuestra amiga.
—Wood es de quinto—respondí.
—Y Emma y Davies eran solo amigos hace un momento y mira.
Emma continuaba mirando los pétalos azules de su flor, tras un segundo alzó la vista confundida.
—Perdón, ¿decíais algo?
—Ves—rió el pelirrojo.
Mirábamos a la peculiar pareja cuando el grupo de Angelina pasó a nuestro lado.
—Las que faltaban—susurré poniendo los ojos en blanco.
El grupito de chicas miraron al capitán sin disimulo, incluso, la idiota de Angelina se atrevió a decir un "Adiós, capitán" con tono chillón. La chica de trenzas azabaches me miró con odio justo antes de esbozar una sonrisa y saludar a George.
Una brisa de aire frío me acarició el cuello cuando pasó junto a mí.
—Ya entiendo porque eres tan imprescindible para el equipo—murmuró marcando con un gran sarcasmo la última palabra antes de irse riendo con sus amigas.Tras el entrenamiento comencé a notar a George más distante que de costumbre. No me miraba, no me hablaba. A pesar de su típica simpatía con todo el mundo, aquella noche no respondía a los saludos de otros compañeros, no reía tras las bromas de Fred, a penas esbozaba una tímida sonrisa. Estaba totalmente perdido entre sus pensamientos.
—¿Qué le pasa?—agarré a Fred del brazo en la sala común apartándolo del grupo.
—Eso estoy intentando averiguar—masculló sin apartar la mirada de su gemelo—. Lleva así desde lo de Emma.
Fruncí el ceño. No me esperaba esa respuesta.
—¿Desde lo de Emma?
—Sí. A ver alguna vez habíamos hablado los chicos y dijo que le parecía guapa. Lo típico...pero no se me pasó por la cabeza que le gustara.
El alma se me cayó a los pies.
¿George y Emma? Eso no podía ser.
Notaba una sensación extraña en el corazón. La misma que cuando te saltas un escalón bajando rápido y casi tropiezas pensando que hay otro debajo pero encuentras solo un vacío. Vacío.
Puede que eso mismo fuera lo que sintió George al verme alejarme con Daniel.
Lo mismo me estaba sobrestimando. Lo mismo él había pasado a la siguiente. Lo mismo él se había olvidado ya de ese beso y quien le gustaba de verdad era Emma.
Lo mismo los dos estábamos sintiendo ese pequeño vacío en el corazón mientras pensábamos en personas distintas.
—¿Claire?
Fred había seguido hablando y no me había dado ni cuenta.
—Perdón, es que llevo un dolor de cabeza terrible. Creo que he cogido frío en el entrenamiento de hoy. Voy a subir a dormir y seguimos hablando mañana.
—Vale—respondió extrañado.
Cuando llegué a mi habitación me senté sobre la cama.
En realidad, era mi culpa. No debería de haberme hecho ilusiones con George, yo debía estar con Daniel. Entonces eché de menos a aquella chica que había vuelto el año pasado loquita por Daniel Niebla y pensando que George Weasley no era más que un mentiroso. La envidié con tanta fuerza que las lágrimas resbalaron por mis mejillas.
Me quité la túnica y la lancé furiosa contra el suelo.
Un siseo se escuchó a mis pies.
Un resbalón.
Un sobre había salido despedido de mi túnica y se deslizó a unos pasos de mí.
Cogí el sobre confundida y con cuidado.
Una ortografía torcida apareció sobre el papel. Era la letra de George.
"A medianoche donde siempre."
Apreté la carta mientras se dibujaba una sonrisa en mi rostro.
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La Dama Dorada
FanfictionClaire es la legítima heredera del ministerio español y el francés, perteneciendo a dos de las familias más poderosas del mundo mágico. Así, se encontrará en un mundo que ella no ha elegido, rodeada de lujos, de humillaciones, de abusos y corrupción...