27. Ratones y Hombres Lobo

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Cuando terminaron las pruebas Wood nos hizo hacer un círculo a su alrededor.
—De acuerdo, el equipo y yo hemos estado reflexionando y estos serán los nuevos miembros del equipo. Los gemelos Weasley serán los nuevos bateadores.
George y Fred chocaron sus manos con entusiasmo.
—Angelina, Alicia y Claire seréis las nuevas cazadoras—continuó el chico juntando sus manos—. Muchas gracias a todos por participar...
—Debes estar de broma—una voz femenina se hizo eco.
Angelina Johnson una chica de mi curso se hizo paso junto a una chica que sollozaba bajo su abrazo.
—¿Perdón?—dijo el capitán frunciendo el ceño.
—Rachel lo ha hecho mil veces mejor que Claire. Me parece súper injusto que reciba un trato distinto al de todo el mundo por ser quien es.
Todas las miradas se giraron hacia mí.
Pude ver la sonrisa de Fred entre la gente.
—Claire no ha recibido ninguna ventaja, habéis visto que ella ha hecho las pruebas al igual que todos vosotros.
—Pero Rachel merece estar en el equipo, todos hemos visto lo bien que juega—siguió Angelina cruzándose de brazos.
Vi como Charlotte, Emma y Lee ( quien extrañamente no se había presentado a las pruebas), se levantaban de su sitio en las gradas para ver que era lo que pasaba.
—De acuerdo, voy a aclarar una cosa, Claire y Rachel han conseguido los mismos puntos para entrar en el equipo. Solo hay una diferencia—alzó la voz—. Rachel, ¿cuánto has entrenado para esto?
—Todo el verano—Rachel alzó su cabeza con orgullo mostrando sus ojos hinchados de llorar.
—Vale, ¿y tú, Claire?
La vergüenza se hizo eco en mi mente. Solo había podido entrenar esa semana en la mansión de mi abuelo.
—Esta semana—murmuré agachando la cabeza.
Los murmullos giraban a mi alrededor.
—Silencio—gritó el capitán alzando las manos—. Cómo podéis ver, Rachel ha practicado, lo que es importante para un jugador de Quidditch, pero lo ha hecho prácticamente igual que Claire que no ha practicado casi, no por no querer, si no por no poder—aclaró el chico en mi defensa—. Como capitán del equipo tengo que premiar la dedicación, sí, pero también tengo que buscar el potencial entre mis jugadores. Y lamentándolo mucho, Rachel, Claire ha sido mi elección—el capitán del equipo miró a Angelina—. Otra lección que aprenderéis hoy es a obedecer las órdenes del capitán. Angelina, por ser la primera vez que lo haces te librarás del castigo, pero la próxima vez que me cuestiones de esta manera, estás fuera del equipo y para el resto igual, ¿entendido?
Un sí sonó como respuesta.
—Así me gusta—exclamó el chico con una sonrisa—. ¡Bienvenidos al equipo!
***
Las semanas pasaron rápidamente entre broma y broma. La primera broma de los ratones resultó un éxito, inspirándome en la clase de transformaciones, sustituí todas las tazas del desayuno por ratas convertidas y al ser una transformación bastante débil, cada vez que alguien tocaba una volvía a ser una rata instantáneamente. Se hizo el caos.
Todas y cada una de las ratas corrieron por el comedor de Hogwarts con una corona de tres puntas grabadas con pintura dorada en el lomo. Una puntuación Rey apareció en mi cromo.
Los Bludgers, que claramente era el equipo que habían formado los Weasley y Lee, habían ganado con su broma una puntuación torre, habían llenado la comida de dulces convertibles con forma de rata, haciendo que con cada bocado a los alumnos les aparecieran unas grandes orejas de roedor, dos largos dientes, bigotes y cola. Más caos en la escuela, pero no habían seguido las instrucciones al pie de la letra, por lo que no consiguieron una categoría de rey. Aún así, debía admitir que la broma había sido muy buena.
La broma siguiente estaba inspirada en Lunático, por lo que había que hacer una broma en la noche de luna llena más próxima. Decidí jugar con lo más poderoso que poseía la gente.
Su mente. Ellos mismo caerían en la trampa.
Seleccioné cuidadosamente a mis victimas. Alexandra, el idiota de Marcus Flint, Angelina Johnson y por supuesto el mismísimo Fred Weasley. Esa broma no solo les afectaría a ellos, si no que también a su compañeros de cuarto.
Quería que creyeran que se habían convertido en hombres lobo. Lo logré.
Un par de caramelos crece pelo y poco de "Poudres de fièvre" en la cena junto con un poco de paranoia, hacían maravillas.
Gotas de sudor caían por la frente de Fred Weasley aquella noche, miraba a su alrededor con preocupación y miraba sus manos temblorosas mientras intentaba taparlas con las mangas de su camisa. El autoproclamado rey de las bromas había caído en mi trampa.
Aquella noche los gritos se escuchaban en la sala común de Slytherin y en la de Gryffindor, los aullidos fingidos de mis atormentadas victimas resonaban en el aire. Además, por alguna extraña razón parecía que ningún jefe de casa estuviera en los alrededores lo que fue una gran ayuda para que el pánico se difundiera como la pólvora. Miré mi cromo en la oscuridad. Otro rey aparecía en mi marcador.
Una sonrisa continuaba en mi rostro mientras imaginaba la cara de Fred Weasley al deshacer su cama y descubrir una corona dorada grabada en su almohada.

La Dama DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora