39. Los Serpents

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Miré la cara de Fred iluminada por la luz de la luna.
—¿Un enemigo común?—pregunté alzando una ceja.
Los chicos se miraron entre ellos.
—Tú también has caído, Alma—murmuró Lee—. ¿Cuánto llevas sin mirar las tablas?
—Miro mi puntuación todos los días—respondí extrañada y cruzando mis brazos.
—La puntuación no te sirve de nada sin la tabla—bufó Fred desde la camilla de al lado—. Ibas desde el principio la primera y nosotros los segundos, por poco. Pero cuando empezamos con nuestra "guerra" dejamos la tabla, solo mirábamos las puntuaciones. Hasta hace dos días cuando escuchamos un nombre.
Los Serpents—susurraron George y Lee al unísono como si fuera una especie de cuento de terror que nos cuentan de pequeños.
Fred asintió apretando la mandíbula.
—Esas víboras han aprovechado que nos hemos distraído entre nosotros y nos están dando una paliza.
—Y de las buenas—continuó Lee a regañadientes.
Fruncí el ceño preocupada.
—¿De cuántos puntos hablamos?
—Mil —respondió George mirando el suelo de la enfermería.
—No puede ser verdad—pensé en voz alta.
—Y tanto que es verdad, puedes comprobarlo, princesita—aseguró Fred.
Agarré el cromo que estaba en mi bolsillo con manos temblorosas. Un sentimiento extraño me asaltaba. Necesitaba verlo, pero mis ojos huían de él.
Mi respiración paró un instante.
Mil puntos de distancia.
Los Serpents llevaban la corona, yo estaba en segundo lugar y los Bludgers iban doscientos puntos por detrás.
Era imposible.
—¿Y bien?—murmuró George junto a mi pelo.
—¿Cómo lo han...
—Nos confiamos. Todos—me interrumpió Fred con una mirada seria—. Hacíamos pequeñas bromas que nos daban puntos sí, pero no los suficientes, y ellos han aprovechado. Pero estamos a tiempo para solucionarlo.
—¿Qué proponéis?—pregunté.
—¿Y qué tenemos que ver nosotras?—preguntó Emma.
Lee la miró con temor. George alzó la mirada.
—Solo queríamos ver cómo había actuado el color en vosotras. Estadísticas—continuó encogiéndose de hombros—. Bueno, también ha sido para que Claire se sienta más segura viniendo.
—Idea de George—dijeron Fred y Lee a la vez.
El pelirrojo puso los ojos en blanco.
—Y, porque también os necesitamos a vosotras—dijo George con voz molesta—. Todos sabemos que Charlotte es la primera en enterarse de cualquier cosa que pase en este castillo, y Emma se junta con gente de Ravenclaw lo qué también puede sernos de ayuda—Emma lo miró alzando una ceja—. Además, de que eres brillante. A lo que vamos, necesitamos que os enteréis de dos cosas, primero de quiénes son los Serpents. Queremos sus nombres y sus caras, creo que es bastante evidente que son de Slytherin, pero necesitamos cercar el círculo.
—¿Para qué?—preguntó Charlotte.
—Bueno, está claro que hay que saber quién es el enemigo para poder enfrentarnos a él—respondió Fred como si fuera algo evidente.
—Es para hacerles la vida imposible—contestó Lee.
Fred le dio un codazo.
—Y lo segundo tiene que ver con eso. Necesitamos descubrir quiénes son los árbitros de la competición, quiénes le dan los chivatazos a Tonks, para tenerlos controlados.
—¿Y por qué haríamos eso?—alzó Charlotte una ceja.
—Porque esa información también beneficia a Claire, si nos encargamos de los Serpents, ella podría ganar la competición—explicó Fred—. Todos salimos ganando. Dejamos esta estúpida pelea, los sabotajes, los insultos, dejaremos de hacernos pasar por Claire. Todo. Nos convertiremos en un equipo, hasta nueva orden.
Alcé las cejas.
¿Eso era una ofrenda de paz?
¿De boca de Fred Weasley?
—De acuerdo. Pero quiero que admitáis públicamente que no sois La Corona en la próxima cena. No quiero tampoco más menciones a mi posición. Aquí soy Claire. Nada más. Y nada de sabotajes de último momento. Todos somos un equipo ahora como dices tú, Fred. Nos reuniremos todos en grupo, nada de cada uno por su lado conspirando. Nos avisaremos de cada movimiento. ¿Trato?
Los chicos se miraron y asintieron.
George se inclinó hacia delante y me tendió su mano.
—Un placer hacer negocios con ustedes, señorita Alma.

***
Habían pasado semanas desde aquella noche en la enfermería. Desde entonces los Bludgers se habían recuperado de sus heridas y cada tarde prácticamente nos reuníamos en el patio del castillo.
—¿Donde está Campbell?—preguntó Lee sentándose en la hierba mientras se llevaba a la boca una gragea de color rojo.
—En el comedor, creo se ha quedado hablando con Cayden Villin, un cazador de Slytherin—respondió Emma sin levantar la vista de su libro.
—Ya sé quién es Villin—masculló Lee—. ¿Desde cuando es amiga del idiota ese?
Miré cómo George se sentaba a mi lado en la hierba. Últimamente estaba muy simpático, podría decirse que nos habíamos hecho amigos. Pero Fred seguía siendo tan ímbecil como siempre.
—Charlotte habla con todo el mundo prácticamente—dije sin darle importancia y siguiendo el dedo de Emma que rozaba las palabras del libro.
—Querrás decir que todos los chicos hablan con Charlotte—contestó Lee mordiendo una gragea y arrancando briznas de hierba distraídamente.
Miré a Lee incrédula.
¿Estaba Jordan celoso?
—Eso no es verdad.
Fred alzó las cejas.
—Si lo es, el otro día la vi hablando con Wood en la sala común—aseguró el pelirrojo, abrí la boca para protestar—. Y ayer, la vi en la biblioteca hablando con Cedric Diggory mientras colocaban unos libros.
Emma y yo nos miramos extrañadas.
¿Charlotte con Diggory?
—Sí, y en herbología también la vi cuchicheando con el metamorfomago ese que se cree el ombligo del mundo—bufó Jordan.
—¿Con Jackson Myers?—preguntó Emma.
—El mismo.
—¿Y que más da con quién hable Charlotte?—murmuró George que no había participado en toda la conversación.
—Pues que está relacionándose con el enemigo—respondió Lee haciendo aspavientos.
—¿No se supone que eso fue lo que le pedimos?—dijo George con sarcasmo.
Lee miró a su amigo con indignación y después miró al suelo ocultando su enfado.
—No son trigo limpio ninguno—refunfuñó metiéndose un puñado de grageas en la boca.
En ese momento vi, a través del pórtico del patio, pasar a Charlotte junto con un chico de Slytherin de pelo negro. Ella se despidió con una mano mientras se reía con sorna, vi que el chico sonreía y alzaba una ceja con gesto arrogante.
La chica vino hacia nosotros mientras su sonrisa se transformaba en un gesto serio.
Se sentó junto a mí, y asintió acercándose al centro del círculo. Fred alzó una ceja expectante.
—¿Y bien?—preguntó el pelirrojo.
Charlotte enredó uno de sus dedos en un tirabuzón fucsia. La semana pasada había tintado sus puntas rubias y ahora las llevaba de un rosa brillante. Parecía que los Bludgers le hicieron un favor con esa broma.
—Tenemos a los Serpents—dijo con una sonrisa enigmática.
Lee se llevó a la boca una gragea de un naranja sospechoso.
—Al parecer sirves para algo, Campbell.
Mi amiga lo fulminó con la mirada, y en ese momento la cara de Jordan se transformó y empezó a toser mientras escupía en el suelo. Después el chico se limpió con una manga la boca.
—¿Vómito?—preguntó Charlotte alzando una ceja mientras sonreía maliciosamente.
—Vómito—respondió Jordan con resentimiento mirando el paquete de grageas y volviendo a escupir en el suelo.

La Dama DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora