Y ahora vuelvo a enamorarme de ti.. {Terminada}

Capitulo 40

Su lengua luchaba contra la mía en una batalla que parecía no terminar, pero que seguramente ganaría él. Notaba el calor corporal que desprendía Marshall, como me envolvía el cuerpo con sus brazos, y los latidos de su corazón.

Sus labios bajaron desde los míos hacia mi mandíbula, haciendo allí un trazo de besos hasta mi cuello. Mientras, sus manos subieron por mi espalda, acariciando ésta, lenta y suavemente, trazando líneas con sus dedos, haciéndome estremecer. Me estaba volviendo loca por segundos, nuestras respiraciones eran entrecortadas, los latidos de mi corazón estaban descontrolados. En esos momentos no tenía razón de pensamiento, no estaba en mis cabales, me dejaba llevar por mis sentimientos.

Marshall se separó de mí lentamente, dejando ver una mirada atrevida en su rostro. Me acercó aún más a él, si es que eso era posible, y me abrazó como si el mundo fuera a acabarse después. Escondió su cabeza en el hueco de mi cuello, yo escondí la mía en su pecho.

De un momento a otro, me tomo de la mano y me llevó hacia las escaleras, donde; en el primer escalón, se giró hacia mí y me volvió a besar.

Nos separamos de nuevo, controlando nuestros impulsos y respiraciones. Yo seguía con los ojos cerrados, cuando sentí que Marshall delineaba con uno de sus dedos, mis labios. Lo hacía suave, lento, como si pensara que me fuera a romper. Abrí los ojos y él hablo:

- Pensaba que me volverías a pegar. - me dijo divertido

- Yo también lo pensaba, pero no sé qué ha pasado.

- Ha pasado que tú también deseas esto, tanto como yo. Bel, no escondas más lo evidente. - suspiré pesadamente y bajé la mirada. - No tienes por qué tener miedo, no volveré a hacerte daño, lo prometo. - susurró, levantando mi mentón con sus dedos. - No podría dañarte de nuevo.

Asentí insegura, ¿me decía eso en serio, o sólo lo hacía para que no me escapara y seguir con lo de antes? Pero borré todos esos pensamientos negativos de mi mente. Tenía razón, lo deseaba, lo deseaba tanto que me estaba matando; pero mi orgullo y mi miedo a salir con el corazón roto de nuevo, me impedían darme cuenta de muchas cosas.