Y ahora vuelvo a enamorarme de ti.. {Terminada}

Capitulo 64

Hace pocos minutos que el médico me había dado el alta, diciendo que estaba en perfectas condiciones. El mareo y el desmayo no habían dejado huellas en mí, por lo que todos estaban tranquilos y relajados. Todos menos yo, ya que aún nadie me dijo lo que habia ocurrido con Tyler. Siempre que intentaba preguntarles a algunos de ellos, había algo que nos distraía; ya fueran bromas ...de Josh, comentarios sobre moda de Katy y Alison o cualquier anécdota que nos contaban mis padres sobre su viaje hacia aquí.

Al volver a casa, cada uno se fue a hacer algo diferente. La casa aún estaba hecha un desastre después de lo ocurrido, así que se encargaban de limpiarla mientras yo descansaba. Me impedían hacer cualquier cosa y yo estaba sumamente aburrida. Marshall entró a mi habitación con una taza de café, posándola en la mesita de noche al lado de mi cama y sentándose en ésta delante de mí.

- ¿Cómo te encuentras? - preguntó acariciando mi mejilla.

- Bien, se los he dicho un millón de veces. Puedo ayudarles a limpiar las cosas, no estoy inválida gracias a Dios.

- No lo estás, pero necesitas descansar Bel. Has pasado por mucho y no queremos que vuelvas a desmayarte o algo de eso. - dijo mientras una de sus cejas se elevaba y hacía una mueca rara que me hizo reír.

- ¿Puedo preguntarte algo? - Marshall asintió invitándome a continuar. - ¿Qué pasó con Tyler? - noté cómo se puso tenso ante mi pregunta.

- El disparo que escuchaste... fue a parar a su pecho. Ninguno de nosotros tenía el arma en la mano, por lo que la policía dio por hecho que él mismo se habia.. Disparado.

- ¿Por qué haría eso? - pregunté confundida, temblando levemente ante la imagen de Tyler disparándose a sí mismo.

- Nadie lo sabe. La presión por la situación, tal vez. O el saber que no conseguiría nada siendo como era, todos sabíamos que ya era imposible cambiar su forma de ser. Quizá se dio cuenta de lo mala persona que era y no lo pudo aguantar más.

- Gracias.. - murmuré mirando mis manos jugar entre ellas. Noté como Marshall me miraba confundido, al subir mi mirada hacia él. Reí para mí.

- ¿Gracias por qué, Bel?

- Por estar ahora mismo aquí. Por seguir conmigo después de todo. Yo tampoco fui la mejor persona contigo Marshall, te culpé de cosas que no tenías la culpa, te traté como la peor persona del mundo cuando lo único que hiciste fue querer lo mejor para mí. Todo este tiempo te he odiado por razones nulas. Por razones que, no merecían la pena.

Marshall se acercó a mí con la sonrisa más grande que nunca había visto en su rostro. Me abrazó tan fuerte que mi respiración parecia entrecortarse, pero poco me importó. Le devolví el abrazo, recostando mi cabeza en su hombro, notando sus leves caricias en mi pelo despeinado. Comenzó a susurrarme cosas tiernas, que hacían mi piel erizarse.

Sentí su boca y su respiración cerca de mi cuello, donde segundos después comenzó a repartir besos lentos y cortos. Me reí, encogiendo mi cuello, Marshall sabía que ese lugar me producía cosquillas; pero también me encantaba que me diera besos ahí. Él sonrió al notar mi reacción y siguió con su trabajo, dejando más besos lentos, suaves, húmedos y cortos.

Comenzó a bajar por mi hombro, dando leves mordiscos en mi piel desnuda por la camiseta que estaba usando. Separé mi cabeza de su hombro, agarrando su cara con mis manos y, después de mirar sus ojos, le besé con intensidad. Sentía su calor corporal cerca, quemándome por fuera y por dentro.

Marshall me recostó en la cama, poniéndose él encima de mí, con cuidado de no poner todo su peso contra mi cuerpo. Pronto las prendas empezaron a sobrar, haciendo que ambos nos pusiéramos incómodos. Saqué su camisa de un tirón, justo al mismo tiempo que él hacía lo mismo con la mía.

La ropa desapareció de nuestros cuerpos ardientes, dando así una noche de placer, calor, besos y amor. Demostrándonos el uno al otro que el amor aún seguía ahí, después de todo. Que las cosas por las que pasamos, sólo nos han hecho más fuerte. Dejándonos llevar por la pasión y por los sentimientos que nuestros corazones escondían.