[~Narra Marshall~]
Llevaba tres horas esperando en el hospital después de llevar a Bel. Había intentado entrar con ella a la sala de partos, pero los médicos no me dejaron. Les grité, casi golpeé; pero aún así no me dejaban y yo no sabía porqué. Estaba aterrado por pensar que quizá, algo malo estaba pasando con Bel
y nuestro bebé....
Los padres de Bel habían llegado hace escasamente una hora y estaban igual, que yo. Y nadie nos decía nada sobre ella o sobre el bebé. Katy estaba histérica y Joshua intentaba tranquilizarla de todas las maneras posibles.
Salí de la sala de espera y me dirigí a la sala donde tenían a los bebés recién nacidos. Me quedé mirándolos bastante tiempo, pensando que uno de ellos podría ser mío. Pensando en cómo sería mi vida a partir de ese momento. Todo cambiaría y no me importaba en lo absoluto. Ser padre nunca estuvo en mis planes, pero tener un hijo con Bel me parecía lo más increíble del mundo.
Mi teléfono comenzó a vibrar. Lo saqué de mi bolsillo del pantalón y contesté la llamada sin ni siquiera mirar quién era.
- ¡Marshall, ven rápido! El doctor ha dicho que ya podemos pasar a ver a Bel. No sé dónde diablos te has metido, pero ven ¡ya!
- Está bien, tranquila Katy, ya mismo voy.
No me importó que los gritos de Katy me dejaran medio sordo, el pensar que Bel ya estaba bien, que en pocos minutos tendría a mi pequeño bebé en los brazos; me hacía olvidar todo lo que ocurría a mi alrededor.
Llegué corriendo y exaltado a la habitación número 173. Supuse que ya todos estaban dentro ya que en la sala de espera no había nadie. Suspiré nervioso y agarré con mi sudorosa mano el pomo blanco de la puerta, que según lo iba girando, cada vez parecía ser más pesado. Cuando abrí la puerta del todo vi como todos los que estaban en aquella habitación se giraban a mirarme.
Busqué a Bel con la mirada y la hallé en la pequeña camilla con sábanas blancas del hospital. Sujetaba en sus brazos a un bebé tapado y enroscado en una mantita azul marino. Una pequeña y solitaria lágrima escapó de mis ojos al presenciar la escena más tierna que en mi vida había visto.
- Mira pequeño: ése es tu papá. Dile hola. - Bel agarró suavemente una de las manitas de mi hijo y la agitó en el aire cómicamente.
- Se parece mucho a ti. - comenté una vez me acerqué a la camilla y todos los demás nos dejaban a solas.
- Más se parece a ti. Sólo espero que no sea igual de malo que su padre.
- Pues yo espero que se parezca todo lo posible a ti. Sería el bebé más tierno y bueno del mundo. - Bel rió levemente y me miró enternecida. - ¿Cómo lo llamaremos? - pregunté mirando al bebé.
- Hay muchos nombres de niño hermosos, por eso creo que será difícil elegir. Pero.. yo desde que era pequeña y soñaba con ser madre, siempre tuve un nombre favorito.
- Dime, cuál es. - enarqué una ceja al ver que ella no hablaba. - Vamos Bel, no te avergüences, seguro que será un nombre precioso. - la animé.
- Adam. - susurró sin mirarme. Reí por su gesto tierno y asentí con la cabeza.
- Te dije que sería un nombre precioso. Adam Mathers, no suena mal.
- Adam Mathers Deep - el bebé agarró fuertemente uno de los dedos de Bel y los dos reímos. - Creo que le gusta. - murmuró, mirándome y sonriendo.
...........................
Mi estancia en el hospital ya habia terminado. Tan sólo estuve una semana, ya que todo el parto había salido estupendamente y el pequeño Adam no tenía ningún problema de salud ni nada parecido gracias a Dios. Mis padres aceptaron quedarse en mi casa durante un tiempo, para ayudarme con el bebé. Tenía a Katy, pero ella el sentido maternal aùn lo tenía escondido.
Ahora mismo llegaba a casa después de que el doctor me diera el alta. Solo Marshall me había ido a buscar y sospechaba que era porque entre todos, habian organizado una fiesta de bienvenida para el pequeño Adam. Y no me equivoqué: llegamos a casa y al abrir la puerta, todos saltaron gritando un ''Bienvenida!''. Les hice seña para que callaran ya que Adam estaba dormido.
- ¿No es el bebé más hermoso que han visto en su vida? - mi madre enseñaba a Adam a todos los invitados a la reunión. Era una abuela orgullosa de su nieto, aunque éste acababa de nacer.
- Creo que a alguien se le está cayendo la baba. - comentó mi padre detrás de mí. Solté una carcajada y me giré a mirarlo.
- Y me parece que no es la única, ¿cierto? - me burlé.
- Solamente se me cae la baba contigo, aunque ya seas toda una mujer. Pero ese pequeño muñequito es adorable y no puedo negarlo.
- ¿Sabes, papá? Tengo la sensación de que Adam será igual a ti de mayor. Tan machote e incapaz de llorar sin avergonzarse. - mi padre se alejó riendo hacia mi madre.
Limpié las lágrimas que se me habían escapado por la emoción y por la alegría. Miré de nuevo a mi pequeño bebé y sonreí con orgullo. Lo había hecho bien. Sabía que sería una buena madre, ya que había tenido a la mejor. Marshall se acercó a mí con su teléfono en la mano, sonriendo.
- Mis padres vendrán mañana para conocer a nuestro bebè. Han dicho que por unos motivos de trabajo no han podido venir antes.
- Sé que te duele el hecho de que tus padres no estén aquí y que hayan puesto el trabajo por delante de su propio nieto, pero al menos vendrán Marshall . Todo está bien. - él me miró extrañado y me besó la frente.
- ¿Cómo has podido saber lo que pensaba si ni siquiera he puesto muecas tristes? - reí ante su pregunta y me agarré a su cuello.
- Porque te conozco mejor que tú mismo, mi amor. A Bel Deep nunca, nunca la podrás engañar. - murmuré en su oído, haciendo que Marshall se estremeciera.
- Si no quieres tener más hijos por el momento, deja de encenderme de esa forma Deep.
Reí a carcajadas mientras Marshall me levantaba del suelo y me daba vueltas en el aire. Ambos paramos cuando escuchamos una risa proveniente de la sala. Adam estaba en los brazos de mi papá, riendo dificultosamente por su pequeña edad. Sonreí de oreja a oreja al ver lo bien que mi hijo estaba con mi padre. Sin duda, ese pequeño tendria a los mejores abuelos del mundo.
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Y ahora vuelvo a enamorarme de ti.. {Terminada}
FanficPrólogo: A veces en la vida los recuerdos dolorosos vuelven, esos recuerdos que han dejado una huella importante en nosotros. Cuando crees que has olvidado ese suceso que te ha roto en pedazos, de repente, vuelve a tu vida con una velocidad sobrehum...