66. Mi color favorito

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El viento sacudía los mechones de cabello que no lograban ser retenidos por el casco, de vez en cuando desviaba su mirada de la carretera para  grabar en su memoria la vista que le era ofrecida, mientras que, los colores del atardecer se mezclaban para finalmente dar paso a la oscura pero estrellada noche; no había pisado aquel lugar desde hace años, tampoco sabía si aún existía o si había sido mejorado por los nuevos dueños, lo único seguro era que se dirigía ahí con ninguna intención clara en mente. 

Los  recuerdos de su penúltima vez yendo al observatorio llegaban esta vez como irónicos amigos, una sonrisa de medio lado es esbozada ante ningún público que pueda apreciarla, los minutos se pierden como el castaño de ojos azules entre el camino. El fresco ambiente deja una sensación reconfortante a cualquiera cerca de la carretera, y cuando la noche se encuentra en su mejor posición el omega ya ha estacionado y se halla subiendo por las blancas escaleras que adornan el lugar. 

"Las estrellas están más brillantes hoy" Pensaba el de ojos azules, sus ojos apreciaban lo necesario de la vista, de vez en cuando se preguntaba si ellas sabrían que algo se avecinaba y por ello se encontraban como un montón de espectadoras. "Esto no parece real" estar sin ninguna compañía daba más espacio para admirar con más calma a las compañeras de la luna,  una cálida sensación recorría todo su cuerpo haciendo que suelte una risita por la situación, a pesar de ello, se dijo: Todo va a estar bien.

Pasan unos minutos y después deja que su cuerpo descanse en una de las bancas de color negro cerca a la gigantesca ventana, era inevitable no perderse en los recuerdos, no cuando estaba en el mismo piso en el que una vez estuvo junto a Dorian; otra sonrisa de medio lado es esbozada por sus rosados labios, suspira ante lo que se venía a la cabeza, se sentía derrotado de una forma nada negativa, estaba en un lugar tan hermoso creando un recuerdo agradable y él era lo único que se le venía a la cabeza. El ruido no existía en aquel lugar, en definitiva era el adecuado para reflexionar y perderse un rato.

Su mirada azulada aún seguía sobre las luces que adornaban la noche, los colores, la cantidad y lo que le hacían sentir valían cada minuto que tuvo que manejar hasta el observatorio; sus manos tocan la fría banca, cruza sus piernas para finalizar abriendo su boca formando la palabra: Hola.

— Hola, Cheiz —responde con el tono que hacía que los vellos del cuello del omega se erizaran— ¿Puedo sentarme?

— Por supuesto —añade con la actitud más relajada posible, su vista busca entre las estrellas alguna con forma extraña, para usarla como excusa y no tener que ver su rostro.

— Es maravilloso, hace mucho no me detenía a ver su espectáculo —se refiere a las estrellas. En su cabeza intenta crear el guión perfecto para la situación, pero, en el fondo sabía que no serviría de mucho.

— Ya veo —agrega el más pequeño.

Un silencio toma lugar con burla, las estrellas se mantienen expectantes ante la escena, unas apostando por un final feliz y otras por una despedida sin rencores.

— ¿Puedes verme a los ojos, por favor? —pide cambiando su tono, tal vez era amabilidad, o tal vez era duda, no importaba realmente ahora que el ceño de Cheiz se frunce.

— ¿Volviste para pedirme eso? —las palabras  que salían de la boca del ojiazul no mostraban mucha determinación y es así como el alfa se arma de valor para repetir su pregunta. — ¿Qué harás cuando te vea a los ojos?

Return [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora