El rechinante sonido del colchón dejó de ser una molestia para Nicolás Sleener, la habitación del único hotel en el pueblo no era cinco estrellas, la habitación era tan sencilla como los habitantes del lugar, sin embargo, ahora eran insignificantes tales detalles, la ventana sin limpiar, la mesa con un rastro de polvo y la falta de aromatizante. Su destinado estaba frente a él con la mejor de las expresiones, correspondiendo a sus toques, revolcándose de placer, ofreciéndole la mejor de las sensaciones y sentimientos, Nicolás no necesitaba nada más.
— Jamás dejaré que vuelvas a estar lejos de mi —promete el rubio en un susurro a su omega, pronto lo llenaría de su esencia con la esperanza de embarazarlo, justo como lo pedía su instinto.
El ritmo de las estocadas dejó de ser delicado en la tercera ronda, los condones se acabaron al segundo día, el omega movía las caderas como nunca lo había hecho, el alfa recorría con su mirada y con su lengua cada parte del cuerpo de Mitch, la vergüenza se lanzó por la ventana en el primer día de su reconciliación y no está de más decir que la resistencia de ambos era increíble.
— Dime —jadeó el omega debajó del cuerpo del alfa—¿Te sentiste celoso en algún momento? —lanza la pregunta en medio del sexo, porque, no había tenido tiempo de preguntar antes, en sus pausas solo se dedicaban a comer y dormir.
— Como nunca, Mitch —gruñe recordando el tiempo que pasó esperando, sin tener idea de dónde o con quién estaba su destinado.
— Muy profundo, Nicolás —aprieta el omega al mencionado, el miembro de su compañero se hacia más grande con cada embestida, pronto lo anudaría por quinta vez en el día— Lléname, vamos, oblígame a nunca olvidar tu pene.
¿Existía posibilidad alguna de excitarse más? Por supuesto, el alfa estaba por enloquecer por su omega. Las palabras sucias salidas de una boquita tan dulce, su temperatura, su olor mezclado con el suyo, el color de las marcas que ha dejado a lo largo de su acto, el sonido que hacia la entrada de su Mitch cuando se unía con su miembro, todo, cada expresión, gemido, sollozo suyo eran desencadenantes de una oleada de pasión.
Muchas de sus noches serían como esta, otras serían solitarias, la mayoría pacíficas, su vida como destinados fue mejor de lo que pensaron, los problemas nunca llegaron tan lejos gracias a las palabras, las peleas duraban menos de un día y es que, al compartir el hogar con cuatro niños todo era más ajetreado y estas pequeñeces eran de lo que menos debían preocuparse ambos padres.
Mitch y Nicolás, tal combinación desastrosa dio cuatro niños saludables, la belleza y delicadeza de cada uno de ellos era magnífica para quienes les conocían; el alfa estaba orgulloso de su familia que cada vez se hacia más grande, con ternura le agradecía cada noche a su pelirrojo por todo lo que le había dado hasta el momento y sin dudar cumplía con cada capricho de él.
Los destinados se abrazan y el destino esboza una sonrisa.
Los finales felices nunca pasarán de moda para esta escritora, aún así, aquí estás leyendo con una expresión inexplicable, ¿estás feliz?, deseo que seas feliz.
Gracias por leer cada capítulo y cada extra, les amo.
Cuídense mucho :3
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Return [Omegaverse]
RomanceC H E I Z ¿Qué un alfa me vea por encima del hombro? Já, no me hagas reír. Un día me quiere y al otro me deja. ¡No jodas! Si te arrastras tal vez piense en escuchar lo que tengas que decir. D O R I A N Resentimiento, arrogancia, celos. Sólo Cheiz...