Extra 3 ✨

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Pov Mitch

Pedaleo sin prestar mucha atención, a esta hora es poco transitado y en este pueblo no hay muchos accidentes, así que me siento confiado como para perderme en mis pensamientos. Silvo sin pena mientras me dirijo a la casa de mis padres, ha pasado un tiempo desde que me fui huyendo de Nicolás.
Me detengo en una de las muchas tiendas para comprar pan, azúcar y chocolate, espero que esto calme la ira de mis padres; sigo pedaleando, la bolsa se mueve al son del brusco ritmo de mi esfuerzo, ahora, tengo que poner algo de fuerza en mis piernas para subir hasta la casa mamá y papá.

Ay, ay, ay, I'm your little butterfly —recuerdo la pegajosa canción del celular de plástico y no puedo evitar cantar — Green, black and blue make the colours in the sky.

Antes de llegar a casa me detengo por un frecuente dolor de cabeza, cierro los ojos para concentrar el dolor en una zona y rogarle que desaparezca. Descanso un poco, desde que me marcaron no he podido estar sano, como demasiado y es lo único que me ha ayudado a mantenerme de pie. Ahg, si tan solo no me hubiera marcado.
Ya recuperado logro llegar a mi amado hogar.

— ¿Es broma? —gruño viendo a su dirección— ¿Qué hace él aquí?

Sí, soy un orgulloso.

— ¿Te atreves a hablarnos con ese tono, jovencito? —al escuchar a mamá todo el coraje se fue a la basura— Muy bonito, el señorito aparece un año después de correr como alma que lleva el diablo y esto es lo primero que dice al volver.

Bueno, es hora de ser reprendido.

Ahora es cuando me pongo modo Shakira: ciega, sorda y muda.


En una habitación, específicamente en mi habitación, me encierro con mi madre y en silencio escucho sus regaños. Treinta minutos pasan y con mi mejor cara de perro arrepentido me disculpo, gracias al cielo funciona mi actuación.

Luego de salir de la recámara del terror me dirijo hacia él.

Lo llevo al mismo lugar de la última vez que nos vimos y le veo con mi peor expresión.


— ¿Qué haces aquí, Nicolás?

— Visito a tus padres, es obvio.

— Tienes agallas para venir. No te quiero cerca de ellos.

— ¿Por qué, Mitch? —ahí va de nuevo su mirada de yo no fui— Esperé aquí como pediste.

— No te hagas. Tu incompetencia te trajo aquí, al no ser capaz de encontrarme vas corriendo donde mis padres, que infantil.


— Solo estoy compartiendo con ellos un poco. ¿Qué hay de malo?

— ¿Ya les dijiste que me marcaste sin mi consentimiento? —escucho como traga saliva— Eso pensé.

— Estoy haciendo lo mejor que puedo, apenas y puedo mantener una conversación. ¿Me estás viendo bien? ¿Te has visto en un espejo? —ahora soy yo el que traga saliva— ¡Estamos muriendo!

Decido no responder, evito verlo, ahora soy el malo de la historia. Bravo.

— Me disculpé, lo vuelvo a hacer. Te fuiste por un año completo y me he deteriorado hasta el punto de tener que venir aquí cada semana para inhalar el aroma de tu habitación, con el fin de sentirte un poco, estoy débil. Apenas te vi cruzar la puerta sentí que el alma me volvió al cuerpo y lo único que recibí fue un ceño fruncido.

No puedo dejarme arrastrar por sus palabras. Él actuó mal, no tengo porqué darme contra la pared por sus penas. ¡También lo he pasado mal!


— ¿Qué quieres escuchar, Nicolás?

— Hace una hora quise haber escuchado un "podemos intentarlo". Ahora, sólo quiero que nos despidamos como personas civilizadas, por una vez seamos hombres y dejemos esto con un final.

— Me parece excelente, Nicolás.

Endereza su figura, sus ojos se abren un poco y sus labios no hacen ninguna curva, está totalmente serio. A pesar de haber perdido peso, de estar más pálido de lo normal y de las ojeras, él mantiene su esencia de alfa; esto se siente fatal.
Quiero echarme a gritar.

Su mano se eleva un poco hasta mi, copio su acción y nos damos un apretón — Es la despedida, Mitch. Fue un gusto —dice tan sereno que me aterra, me pregunto qué pasa por su cabeza ahora mismo, tengo miedo, su expresión me advierte que se ha resignado a alguna idea que no traerá nada bueno para él.







¿No dirás nada, omega? Tu amado alfa está por irse.
Estoy muy cansado, yo... Estoy cansado.
Moriremos ¿verdad?
Cansado... En un rato volveré a molestarte.
Nos llevé hasta éste punto.
...
¿Estás ahí?
...
Lo siento.




Mi omega se ha dormido.

¿Cómo llegué a esto? Solo soy un humilde omega, jamás he deseado el mal, intento ser amable aún y cuando encuentro más personas desagradables que agradables.

El destino se empeña en ponerme en frente a Nicolás Sleener, somos muy diferentes, lo único que tenemos en común es el orgullo, no es el tipo de historias que terminan bien. En mi pequeño mundo todo cuadra de alguna forma, en cambio, su mundo es más amplio y va a encontrar más personas, más sensaciones y experiencias que yo no puedo. ¿De esto se trata, querido destino?
Encontrarnos a estas alturas de la vida para tener miles de dudas, para sentirnos molestos por no ser de las primeras veces del otro; es un diez billones por ciento injusto.

Hemos desecho el gesto, nos apreciamos una vez más, veo sus hoyuelos pronunciarse acompañados de una sonrisa nerviosa, finalmente él se aleja de mi vista.

Ahí está el dolor de cabeza de nuevo.

¿Qué hago?

No veo ningún problema en intentarlo con él. Desde hace tiempo lo sé. Desde la primera vez que me acosté con él supe que si me dejaba llevar no había vuelta atrás.

¿Qué hago si no vuelvo a verlo?

¿Moriríamos pensando en el otro?





... Si voy a morir pensando en él no quiero que sea por remordimiento, quiero que sea recordando toda la vida que compartimos.


Caigo en el pasto ensuciando mi preciado pantalón a cuadros, intento controlar mi agitada respiración para sostener con firmeza mis palabras.



— ¡Oye, viví por un año con personas que no conoces! —cierro mis ojos mientras grito — ¡No te atreverás a dejar mi cuerpo oliendo a otras personas! ¡¿Verdad?!

El calor que siento desde la punta de los dedos hasta las mejillas es intenso, no puedo abrir los ojos por la vergüenza, en cuestión de segundos mis manos empiezan a temblar al no recibir respuesta alguna.






















— Abre los ojos, Mitch.

Ahora entiendo lo que quiso decir hace rato, mi alma acaba de volver a mi cuerpo.

Return [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora