68. F I N

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El molesto sonido de un despertador inoportuno despierta de su sueño al más joven de los Thompson, corrijo, ahora era 'de Gómez'; con el ceño fruncido, un ojo abierto y el otro semi abierto, la respiración normalizándose y cayendo de a poco en la realidad Cheiz recibe un nuevo día.

No era martes, no era miércoles, de hecho, no tenía idea sobre la fecha exacta ya que no tenía claro cuánto había dormido. Se había casado hace un día o dos, su esposo cumplió con el protocolo de la noche de bodas dejándole tan cansado como para desorientarlo un buen rato; levanta su cuerpo de la cama para asearse correctamente, cosa que le lleva cinco canciones (entre ellas: Bohemian Rhapsody) y media.

Naturalmente se pregunta sobre el paradero de su ahora esclavo, digo, su esposo.

El lugar estaba aseado, las botellas y el desorden que recordaba se habían esfumado, pero, al parecer igual su Dorian.

— ¡Do-ri-an! —con su mejor voz masculina hace su dulce llamado sin obtener respuesta.

Se lo tragó la tierra.

Un tic toma lugar en su mejilla, con un suspiro pesado empieza a registrar el lugar, sale a la playa, lo busca en el bar más cercano, incluso revisa el periódico por si fue asesinado y la noticia está en primera página.

Nada.

— ¡Dorian! —le llama por vigésima vez dirigiéndose nuevamente al lugar en el que se hospedan. — Si no apareces te busco así sea en el infi-----

— ¿Qué tanto murmuras, azulito?

Ahí estaba, vestido casualmente, sentado sin preocupación alguna y con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¿Dónde carajos estabas, verde?

— Buscando tus amados quipitos.

— ¿Qué? - - - - -

— Amor, anoche no dejabas de balbucear lo mucho que querías comerlos, gruñías al recordar lo difícil que es encontrarlos desde que salieron del mercado temporalmente.

— ¿Los buscaste por mi, Dorian?

— Cumpliré todos tus caprichos, mi amado esposo.

— Ahora quiero un dragón — con el pasar de los años, Cheiz no dejó de ser un mata-pasiones.

El sonido favorito de Cheiz era la risa de Dorian, tenía un gran efecto en él y por ello no pensaba decírselo.
El mayor al ver una abertura le toma entre sus brazos al estilo príncipe, lo lleva hacia su ahora lugar favorito, la cama. Y no se debía por todo lo que hacían en ella, sino por el significado que le dio el omega cuando llegaron:

Era su primer noche de casados y como lo planeó desde hace muchos años, tomó entre sus brazos a su omega, le cargó hasta haber visto cada centímetro del lugar en el que se hospedarían para finalmente dejarle reposar en la gigantesca cama; sin embargo, el alfa no podía predecir qué es lo que haría su pareja. Cheiz solo observaba enternecido al hombre que le trataba tan gentilmente después de tantos años y tantas cosas vívidas, su cuerpo se sentía inquieto, tal vez porque era consciente de lo que seguía, y mientras se perdía en sus pensamientos su cuerpo estaba moviéndose solo. 

Caminó hasta tener en sus manos las maletas de Dorian, les abrió y tiró sobre la cama cada pertenencia, su alfa le veía en silencio, no quería interrumpir lo que sea que estuviera haciendo su pequeño tan concentrado; el ojiazul situaba las prendas en círculo, dejando un espacio para dormir, cuando se quedó sin más elementos corrió a buscar sus maletas para hacer exactamente lo mismo. Pantalones, camisetas, medias, camisas, pañuelos, las pertenencias de ambos se mezclaban y eso hacía totalmente feliz al omega.

Return [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora