Bebé normal.

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La noche parecía tranquila, Cas seguía apostado a un lado de la puerta, sabiendo que Jack despertaría en cuestión de minutos, puntual como cada noche y hambriento. Lucifer estaba desparramado sobre el pequeño sofá de la habitación, donde el 90% de sus piernas no cabían. Por otro lado, Kevin logró acomodarse en el pequeño espacio que el bebé dejaba en la cama, habiéndole agradecido al ángel hasta que se durmió.

La criatura se removió suavemente, abriendo los ojos en la oscuridad. Estaba a punto de lloriquear cuando Cas le levantó, entregándole el biberón que esperaba. Ni siquiera en su tiempo en el cielo había tenido horarios tan estrictos, pero Jack no se saltaba ni un biberón ni un pañal. Con dos semanas juntos, había aprendido que su hijo era más humano de lo que aparentaba.

Cas encendió la pequeña luz bajo la alacena, e iluminó el ambiente apenas, no quería despertar a Kevin principalmente. La última vez que vio al chico pensó que era su peor estado, pero al ver a este joven venido de un mundo mucho más corrompido, estaba seguro que el profeta que él conoció había sido afortunado.

Lucifer le había dicho que lo sacó de allí para que Michael no pudiese volver a abrir ese portal y viniese a molestar aquí también. Y, por estrategia o no, sabía que Kev estaba agradecido con el arcángel por sacarlo de allí.

Satán se quejó antes de abrir los ojos hacia la tenue luz. Cas no se preocupó en explicar porque había prendido la lámpara de la cocina, pero hizo una señal para que guardara silencio.

- ¿Por qué están despiertos tan tarde? – Sonrió Lucifer al pequeño que seguía con su mirada fija en Cas.

- No sabes nada de bebés, ¿Cierto? – Se burló el ángel, susurrando.

- Disculpa, experto en niños. – Ironizó. – ¿Puedo cargarlo?

- No.

Luci hizo un mohín de desaprobación y miró a otra parte.

- ¿Quién te has creído? – Masculló por lo bajo. – Ni siquiera me permites acercarme.

- ¿Vas a preguntar por qué también? – Elevó una ceja, dándose la vuelta para que tampoco pudiese ver al niño. – ¿Aún no caes en cuenta de quién eres?

- Soy su padre.

Contrario a la furia que Castiel esperaba, Lucifer sonó suave, casi implorante. Por supuesto que dudo, podía ser otro de sus engaños y estaba harto de creerle, pero solo se trataba de un minuto, hasta que Jack se durmiera.

- Está bien. – Giró hacia el mayor. – Puedes encargarte de hacerlo dormir.

Lucifer parecía inmediatamente emocionado, pero al segundo, cambio de parecer.

- ¿Cómo lo sostengo? – Interrogó.

Cas blanqueó los ojos, aceptando darle un pequeño curso de como sujetar a un recién nacido. Apartó el biberón y finalmente Jack estuvo en brazos de su padre biológico.

- ¡Por mi padre! Es muy pequeño. – Dijo, siendo callado por la mirada desaprobatoria del ángel, quien le recordó que Kevin a un dormía. - Mírate, eres diminuto. - Susurró a la mirada confusa del bebé. 

El niño no tardó en darse cuenta del cambio y empezó a quejarse, removiéndose peligrosamente para Lucifer. Estaba entrando en pánico y transmitió su preocupación al calmado Cas.

- ¿Qué hago?

- Solo cálmate, lo alteras más. – Reprendió el morocho, poniendo su mano sobre el pecho del pequeño bebé el tiempo suficiente para que se sintiera cómodo de nuevo. – No está acostumbrado a alguien que no sea yo.

Logró que Lucifer se distrajera con el bebé, hasta que pudo alejarse sin que se diera cuenta. Acomodó las mantas sobre el joven profeta, encargándose de que su espalda quedara cubierta.

- Al final va a tener razón. – Llamó su atención Satán. – Eres demasiado bueno.

- Si, y por eso me va tan mal. – Sopesó Cas.

El bebé volvió a sus brazos, completamente dormido de nuevo.

- ¿No duerme demasiado? – Interrogó Luci, picando la mejilla del pequeño.

- De 16 a 20 horas es lo normal en un recién nacido. Jack está perfectamente bien.

- Okey, mami. No te enfades. 

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