Sin rumbo.

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El llanto estridente retumbando en las paredes de aquella pequeña habitación en esa simple casa del lago, despertando al ángel de la confusión. El diminuto ser entre sus brazos se removía inquieto. Apenas existía una suave capa rubia en su cabeza y su piel estaba húmeda aun. Tan pequeño como Cas nunca le imagino, aún más entre sus brazos.

Fue el primer contacto real para Castiel con la humanidad, en su más inocente y pura forma. Podría destruirle con tanta facilidad, moldearle a su antojo y volver a desarmarle, era tan solo un proyecto de humano. Sin embargo, su gracia dorada bombeaba con la fuerza del motor de un avión, transformando su inocencia en una bomba a punto de destruir el universo entero. Era dos polos opuestos de seres tan distintos convergidos en un mismo individuo, y ese gran descubrimiento de imposible volviéndose posible lloriqueaba entre los brazos del ángel.

Por puro instinto, el niño se aferró a los dedos del adulto a su alcance, Cas no pudo evitar sonreír ante el gesto tan dulce, en una sonrisa sincera. Sus ojos se llenaron de lágrimas como si ese bebé llevase parte de él en su composición, como si fuese su hijo.

De un momento a otro, acompañaba al infante en su llanto suplicante. Le aprisiono contra sí, con el mayor cuidado, aplacando un poco sus alaridos.

- Estas aquí finalmente, Jack. – Besó con cuidado su frente y el bebé calló su llorar por completo. – Estas aquí.

De repente volvió a la realidad, lejos de la burbuja en la que la emoción lo sumergió. El mundo volvió a sonar, con una ardiente puerta a otra dimensión en el patio y una discusión de por medio. Castiel debía actuar rápido si quería salvar a Jack.

Lo cubrió con la gabardina en lo que buscaba las mantas de bebés en la habitación predestinada para el infante. La celeste tela envolvió al pequeño, apartándolo del frio que no le haría real daño. Estuvo a punto de llorar al verse apartado de nuevo, pero lo olvido cuando Cas le sujeto nuevamente contra su pecho.

Un bolso reposaba sobre el cambiador, preparado por Kelly. Tomó ese bolso y otro más con ropa de bebé, cerrando la habitación tras de sí. El nombre de Jack en el muro quedo atrás. Volvió donde el nacimiento se había dado, poniendo sus ojos al fin sobre el cadáver de la madre del nephilim.

En el poco tiempo juntos, Kelly se habia vuelto verdaderamente importante. Ella creía que él podría con ese niño, pero Cas no estaba tan seguro de poder; pero promesas son promesas y jamás iba a fallarle a ella.

- Voy a protegerlo. – Besó su frente por última vez, y se alejó, fijando su mirada en el bebé envuelto. – Dile adiós a mamá, Jack.

Castiel salió la casa y apuró el paso hacia la camioneta. Las llaves seguían en su gabardina por suerte, en la oscuridad de la noche le costó encajar la llave, pero finalmente dio marcha al motor. No tenía donde más poner al bebé que llevarlo en brazos, intentando conducir lo mejor posible. Tampoco sabía adónde ir o cual sería su plan de escondite ahora...

Estaba solo, con un niño pequeño a su cuidado y sin herramientas con que comenzar o una idea mínima del camino a seguir. El infante bostezó contra su mecho, volviendo a dormir rápidamente. Sonrió a la suave imagen, que jamás pensó que llegaría a ser tan adorable. Volvió a besarle en el corto cabello rubio y se concentro en la carretera nuevamente.

No importaba adonde fuesen o que les depararía el mañana, de ahora en más, lo único importante era estar juntos.




El portal dorado se cerró frente a la familia Winchester, dejando a Lucifer al otro lado. Los hermanos habían salvado a su madre de milagro, pero finalmente podían respirar con tranquilidad. Entonces, recordaron al bebé.

- ¡Cas!

No había respuesta alguna. Corrieron a la habitación, pero ya no había nadie allí más que el cuerpo frio de Kelly.

- Llama a Rowena, que lo rastree. – Pidió Dean a su hermano. - ¡¿Dónde demonios estas, Cas?!

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