Los nephilims.- Parte 2.

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De repente, se detuvo. Nathan podía sentir aquella sensación de casa cerca, se sentía casi salvado. Sus padres estaban en camino, y podía estar seguro de vuelta en sus brazos.

- Me asusta más que se calle ahora. – Rio uno de los jóvenes, apartando su cortó cabello negro.

- ¿Qué le pasará? – Dijo otro, más joven y bajo.

- Quizás ya se siente en casa. – Habló uno de los niños, haciendo punta de pies para verlo en brazos de una de las chicas.

- Por supuesto que sí. Jack es nuestro hermano.

Alguien golpeó a la puerta y llamó la atención de todo el mundo. Quien cargaba al bebé lo entregó a alguien más para que se lo llevaran y caminó junto a otros hacía la entrada de la parte baja.

- Buenos días. – Dijeron un par de hombre de traje, mostrando sus placas del FBI. – ¿Le molestaría responder un par de preguntas, señorita?

- ¿Por qué?

- Esta casa está bajo investigación.

Mintieron a medias. Chuck les había advertidos que ellos podrían saber si hablaban o no en serio, y eso era peligroso. Buscaron un caso, cercano a aquella residencia y dijeron que estaban investigando la casa por eso. Era caminar sobre brasas, pero estaban lográndolo maravillosamente.

No podían escuchar a Nathan en la casa, pero sabían que había más personas en el segundo piso. Hicieron preguntas sueltas, nada que pudiese delatar sus verdaderas intenciones.

- Entonces, ¿Estás aquí criando a tus hermanos menores? – Preguntaron a la joven, observando a dos pequeños mirando desde la cocina.

- Así es. Mis padres murieron.

Eso era algo que los Winchester ya habían comprobado. Su madre era humana, y había muerto en el parto; mientras que su padre había sido uno de los tantos caído del cielo.




Lucifer parecía un león enjaulado, caminando de lado a lado. Estaban a pocos kilómetros del lugar, no debían acercarse demasiado si deseaban pasar desapercibidos. Sam y Dean se adelantaron hacía el lugar hace demasiado, solo para inspeccionar el área y ya no podían esperar más.

- Tardan demasiado. – Se quejó por lo bajo.

- No es fácil meterte en medio de un montón de niños asustados. – Opinó Chuck, investigando el pequeño muñeco que colgaba de la silla de Jack.

El rubio nephilim dormía en su sillita de auto, después de luchar mucho para terminarse su comida. Castiel y Lucifer estaban al frente de la camioneta.

- No es tu hijo. – Objetó Satán, respirando profundo para no explotar. – No lo entiendes.

Chuck estuvo a punto de expresar su teoría de porqué Lucifer estaba errado en juzgarle así, pero vio la pequeña negativa que dio el dedo índice de Cas; cruzaron miradas, y entendió que era mejor que se callará por esta vez. La misma mano que dio la señal a Dios, se entrelazó en un gesto tímido con la del arcángel.

Entonces, el teléfono sonó. Era la señal que esperaban. La camioneta rugió y levantó el polvo tras ella, alineándose a la carretera. El celeste cielo y el rojo carmesí de los padres de Nathan brillaron en determinación. 

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