¡La perpente!

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Quizás Nathan decidió no mantenerse como "un niño grande" aquella noche en que se liberó de sus secuestradores, pero inevitablemente crecería. Estaba en su etapa curiosa, habiendo aprendido a gatear no hace mucho. Castiel lo seguía con la mirada de vez en vez, mientras leía en pequeños intervalos el libro entre sus manos.

Nath gateaba por la sala, alejándose de la construcción de bloques que su hermano estaba armando. Había perdido el interés en apilar colores, aunque Jack no paraba de parlotear. Desapareció de la vista de su padre tras el sofá, y Cas lo esperó atento a que apareciera del otro lado.

Pero no pasó nada.

Castiel dejó a un lado el libro y caminó hacía donde perdió de vista a su hijo. No estaba. El ángel entró en pánico, no pudo haber salido de aquel rincón sin que lo notará, era imposible. Miró a su alrededor, y entonces su visión periférica notó el color amarillo afuera; la vestimenta que Nath llevaba hoy. El bebé gateaba afuera de la casa como si la pared jamás hubiese estado allí y el jardín fuese parte de la sala.

Nathan quería llegar al árbol, donde Lucifer trataba de ajustar una hamaca que habían comprado para sus hijos. De repente, sus manitos dejaron de tocar la tierra bajo él y se elevó hasta el pecho de papá Cas.

- ¿Adónde crees que vas? – Le miró mal el ángel.

El pequeño optó por esconder su rostro en el hombro de su padre y fingir que nada había pasado. Entonces, al mirar por sobre Castiel, vio a Jack saludándole.

- ¿Tan apresurados están para usar el columpio? – Sonrió Lucifer, viendo a su público agolparse.

Cas seguía pensando que era mejor obviar sus poderes, y Luci era un chico responsable. Se había acostumbrado hace tiempo a hacer las cosas en casas como cualquier hijo de vecino. Tardaba más, pero era satisfactorio. Se aseguró de que la hamaca soportará su peso y miró detrás.

- ¿Quién va a probarlo primero? –

Por supuesto que Jack corrió inmediatamente hacía allí, con toda la emoción del mundo por un juego que aún no comprendía del todo. Lucifer le ayudo a sentarse y sujetarse con fuerza. Sintió el suave empujón de su padre y esa cosa empezó a moverse. Estaba fascinado.

Muchos años después, ese recuerdo aún estaría en su mente; no como una imagen, más bien, como una sensación. El sol fuerte en el cielo, ardiendo en sus pupilas cuando subía demasiado. El suelo de verde pasto rozando sus pies al bajar. El suave empujón tras de él, y la figura de Cas y Nath desapareces y volver a remontar de abajo hacia arriba. Sentía que podía tocar el cielo y romper el viento.

Obviamente que Nathan no podía subirse solo, por lo que Castiel fue quien se sentó, sujetando al bebé sentado en su regazo. Lucifer buscó la aprobación de su pareja para empujarlo y lo hizo muy suavemente. Ambos temían que Nath se mareara o algo, pero el bebé solo reía, mientras Jack le vitoreaba.

Decidieron que hacía muy buen tiempo para un pequeño picnic en su propio jardín, bajo el gran árbol que sostenía el columpio. Jack se balanceaba a su manera en la hamaca, colocando todo su pecho en la madera y empujándose con los pies para sentir que volaba.

- Espera a que descubra como usar sus alas correctamente. – Sopesó en voz alta Lucifer.

- Chuck tendrá que enseñarle pronto a controlarlo. – Apoyó su teoría Cas, sentando a su lado, con Nath entre ellos. – Hasta ahora ambos se valen de sentimientos para usar sus poderes, y podría ser peligroso.

El bebé dejó las galletas, se dio la vuelta y comenzó a gatear lejos de la manta sobre la que estaba con sus padres. Castiel y Lucifer no lo habían notado, entretenidos con Jack y sus maneras raras de usar las cosas. Su hermano, a su misma edad, había sido un peligro para sí mismo; pero Nath parecía querer romper records.

- ¿Dónde está Nathan? – Miró a su alrededor Satán.

- Ahí. – Señaló Cas al cielo, boquiabierto.

Nathan estaba sobre el árbol, aferrado a la rama y chupando hojas. Al parecer, él si sabía usar sus alas muy bien.

- Te digo que nuestro bebé es raro. – Insistió Lucifer.

- ¡Nata es una perpente! – Chilló Jack, señalando a su hermano.

De entre todos sus libros, había una biblia para niños. Inmediatamente, Jacky había relacionado la serpiente en el árbol con su hermano aferrado a la rama.

- Mira, pues ya tiene algo parecido a ti. – Dijo Castiel, ganándose la mirada asesina de su pareja. 

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