Ángeles en la nieve.

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Era un hermoso paisaje en blanco. La nieve estaba realmente alta, más de lo que imaginaban. Castiel se negaba a dejar que su hijo se hundiera por completo bajo el manto blanco. Por ende, Lucifer tuvo que buscar el lugar que no desapareciera al pequeño Jack en la nieve.

Entonces, Jacky fue depositado en el suelo, con sus nuevas botitas de nieve. Satán estaba firme grabándolo todo y Cas esperaba con atención su reacción. En cuanto escuchó el crujir de la nieve bajo sus pies, el nephilim frunció el ceño.

Sus manos fueron lo siguiente en apoyar su curiosidad, agarrando algo de esa extraña textura congelada. Los guantes le protegían del frio que no le lastimaría como a otros humanos, cortesía del ángel. Y a pesar de estar completamente cubierto, aislado de la nieve, su primera reacción fue llevársela a la boca, como cualquier niño lo haría.

- No, cariño, no se come. – Advirtió Castiel, haciendo que la nieve callera de sus manitos.

¿Por qué no se comía, si se veía como helado? Había cosas de este mundo que Jack aún no comprendía. Sin embargo, estuvo feliz de pasear por allí de mano de Cas. Las mejores fotografías fueron las de los tres intentando hacer ángeles en la nieve.

- No me cansó de ver su expresión de sorpresa. – Confesó el ángel, mientras caminaban por ahí, jugando con Jack.

- Apuesto a que la conservará por siempre. – Rio Lucifer, mientras veía al niño intentar hacer bolas de nieve.

- ¿Tú crees? La sorpresa ante descubrimientos tan simples es algo que suele perderse al crecer.

- Tú eres la confirmación a eso. – Sonrió divertido. – Eres un niño con miles de años encima.

- No es igual. – Refutó el ángel. – Yo no nací en este mundo, todo es diferente en el cielo.

Lucifer levantó a Jacky y lo puso por encima de sus hombros, dispuesto a ir por chocolate caliente al alojamiento.

- Yo creo... - Se acercó peligrosamente a la boca del morocho. -... que tiene que ver más con tu personalidad. Y Jacky es igual a ti.

Castiel sonrió, sonrojado por sus elogios, y acabó por desaparecer la pequeña distancia entre sus labios.

- ¡Cocolate! – Gritó el bebé, en protesta por su falta de atención.

- ¿Jacky, te han dicho que no sabes respetar el romance? – Reclamó su padre, marchando hacia el restaurante.


El anochecer se aproximaba lento y el frío ya no era soportable fuera. Pero desde detrás del cristal, con calefacción incluida, el paisaje seguía siendo maravilloso. Estaban en una aparente paz allí, bebiendo algo caliente y jugando con Jacky, hasta que todo el mundo entro en pánico.

Como curioso que era, Lucifer fue el primero en voltearse y empezar a preguntar a los clientes cercanos a su mesa que era lo que pasaba.

- Alguien tuvo un accidente. – Dijo un señor, sin quitar su mirada del tumulto en la puerta. – Parece grave.

Inmediatamente, como conectados, Castiel y Lucifer se miraron entre sí. No estaban seguros cuan grave era el asunto, pero si podían ayudar... Quizás debían. Con Jacky de nuevo sobre los hombros de su padre, se acercaron a la gente agolpada.

Los paramédicos estaban llevando al chico a la enfermería, cuando se dieron cuenta de que no llegaría si no le practicaban primeros auxilios. Estaba muriendo, ángel y arcángel lo supieron en cuanto vieron su alma. Apartando su mano de la de su pareja, Cas se abrió paso entre el par de personas frente suyo.

No podían aproximarse demasiado, pues los empleados del lugar estaban guardando una zona cómoda para que los paramédicos actuaran. Castiel se hincó, lo más cerca que la línea de empleados le permitía y alcanzó a tocar la mano del joven, que reposaba inerte sobre el suelo.

Tenía un grave traumatismo en el cráneo, nadie humano podía salvarle ni en el hospital más apto del planeta. Pero allí había un ángel para su suerte. Cas no quería sanar la herida superficial, porque eso le delataría, así que fue muy cuidadoso.

Con el suspiro de vida que le quedaba al chico, alcanzó a recomponer el tejido dañado y la fractura en su cráneo. En seguida, los paramédicos detuvieron sus métodos de primeros auxilios, porque el chico despertó. Rápidamente, Cas volvió con su familia.

Lucifer sonreía al ver que todo estaba solucionado, pero la alegría se le paso cuando vio a Castiel presionar los ojos y apoyarse en él para no caer.

- ¿Estás bien?

- Si... - Mintió.- Solo fue un mareo. 

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