No tan fácil.

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Fue realmente un alivió aquella infusión que Rowena le regalo, debía tomarlo en la mañana y en la noche, pero no había más que una pequeña molestia en su espalda baja absolutamente normal. Se decidió a salir de la cama, y ya estaba haciendo sus tareas en la casa. Se sorprendiómucho al recibir un beso de Jacky sobre su vientre como "Buenos días", y leresulto tremendamente adorable. Lucifer tenía razón con el asunto de las peleasde niños. 

Preparó fruta cortada en trocitos para Jack y lo sentó en el sofá para que viese algo de televisión. Se asomó por la ventana, viendo a Lucifer luchar con las cajas que contenían el regalo para el nephilim. No se trataba del peso, se trataba de no romper nada en el proceso de bajarlas del auto. Subirlas fue aún más complicado, sin tener posibilidad de mirar los escalones.

- ¿Quieres que te ayude? – Ofreció Cas, viendo al otro temer por su propia existencia y la del contenido de su compra.

- Nop. – Dijo, dando pasitos dudosos en su subida por la escalera.

- ¿Qué es? – Interrogó Jacky, tirando del pantalón de Cas para recibir su atención.

- Algo solo para ti. – Aseguró el ángel, ganándose la sonrisa ilusionada del niño.

Sentado como indio, con el instructivo alzado enfrente de su cara, Lucifer sopesaba. ¿Por qué si parecía tan simple, las piezas no encajaban como debían? Bufó y comenzó a rehacer todo de nuevo.

- ¿Te ayudo?

Volvió a preguntar Cas, asomándose por el marco de la puerta; mientras, a la altura de su rodilla, Jacky se ocultaba tras sus piernas.

- No. – Aseguró Satanas, demasiado engreído y terco. – Puedo hacerlo solo.

Era solo una cama, de piezas fácil, a prueba de tontos. Pero... no estaba funcionando para Lucifer.

Le tomó todo el día, mientras el ángel y el nephilim subían y bajaban para ver si aún no se había dado por vencido, pero lo logró. El colchón ya estaba en su lugar, y la cama perfectamente alineada a un lado de la cuna. Estaba orgulloso de sí mismo.

Revisó la última de las cajas, aquella que contenía las mantas y sabanas. Colores dorados y blancos para el pequeño nephilim dorado.

- ¿Sabes hacer una cama? – Preguntó la maliciosa voz de un ángel. – Nunca lo haz hecho.

- Por supuesto. – Se jactó Lucifer, extendiendo la primera sabana.

- Esa va encima.

- Son sabanas.

- Una va a debajo y otra encima, son diferentes. – Explicó el ángel. – Una tiene elásticos para que no se mueva y la otra no.

Algo hizo cortocircuito en el cerebro de Luci, mientras seguía mirando enfadado a Castiel, como si fuese su culpa.

- Lo sabía. – Mintió Satán.

Todo quedó listo pronto y Jack tuvo permiso de aprobar o no la cama. A pasitos dudosos y de la mano de Cas, inspeccionó el lugar con curiosidad. Las mantas eran muy suaves y los almohadones que adornaban lo eran aún más. Con un poco de esfuerzo, se subió por su cuenta.

Ambos padres le miraron, atentos a su reacción. Jack sonrió y dijo:

- Aquí do'mira e' bebé, ¿Cie'to?

Bien, nada era tan fácil como parecía siendo padres.

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