Al otro lado de Jack.

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Roweno dijo que no tardaría en conseguir ese famoso hechizo, pero que mientras, no quedaba más que esperar. Al menos lograba entretener a Jack con juegos y comida, sin embargo, el bebé se negaba a salir de aquella habitación en que tenían al arcángel. Castiel se había traído casi todo lo necesario para cuidar al niño y los hermanos le ayudaban con la preparación de la comida.

De vez en vez, no podía evitar perder la mirada en Lucifer, sumergido en un profundo sueño y con vendajes ensangrentados sobre su cabeza. Parecía resignado a nunca despertar, pero Cas no podía permitirse pensar en ello.

- ¿Dónde está la abejita? – Preguntó a Jack, mientras escondía el peluche detrás de él.

Debía mantener la compostura y demostrarle al bebé que todo estaba bien, porque era lo único que tenía para sentir. El pequeño bostezo y buscó su abrazo, Cas le levantó y lo colocó contra su pecho.

- ¿Ya estás cansado?

No era tan extraño a decir verdad, el día de ayer se la había pasando llorando y la angustia agota. Estuvo a punto de recostar al niño cuando Rowena interrumpió, entrando al lugar con un montón de libros y recipientes.

- ¿Cómo va el pequeño indeseado? – Bromeó con Jack, quien babeaba su propia mano. – Pronto podrás volver a molestar a tu papi.

La bruja les pidió salirse, aunque Cas creía que eso era una mala idea. En cuanto Lucifer desapareció del panorama del nephilim, este comenzó a llorar y patalear. Castiel no se alejó demasiado, acunaba al pequeño de lado a lado de la puerta, escuchando como Rowena movía cosas y pronuncia extraños conjuros.

Se sintió tan desesperado como sus primeras veces con el bebé, contagiado de su dolor irremediablemente. Se sentó en el suelo, dando palmaditas a la espalda del pequeño durante media hora hasta que se calmó. El sueño venció a Jack.

Agradeció a su padre y a todos los dioses existentes por ese milagro.

Las cosas, al parecer, tardarían más de lo planeado y Sam se lo hizo saber; por lo que esperar allí afuera no tenía sentido. Lentamente y procurando no despertarle, volvieron a la habitación que habían abandonado el día del accidente. Aún había sangre en la pared y gotas en el piso, pero Cas decidió ignorarlas.

Recostó al bebé en la cama. Parecía más pequeño ahora que ninguno de sus padres dormía con él, por lo que decidió acompañarle. Se centró en su respirar suave y profundo, y pidió a quien sea que escuchara que jamás le faltara, que nada malo nunca llegará a rozar su piel.

Escuchó a Sam y Dean pasar por enfrente de su habitación, comentando que no lo estaban logrando. Las horas pasaron y estaba seguro que ya era de mañana, sin noticias.

Se planteó tener que criar a Jack solo, completamente solo y le aterró. Como aquella vez que le sostuvo en brazos, tan pequeño y frágil, y estuvo seguro de que no sería capaz de afrontar este desafió. Había llegado hasta allí y no lo habría hecho si Lucifer no hubiese estado a su lado.

Le costaba aceptarlo, pero se sentía más seguro cuando el arcángel estaba durmiendo al otro lado de Jack.

- ¿Me dejas espacio?

Oyó la voz del rubio y se paralizó.

- ¿Lucifer?

- Shh... Lo vas a despertar. – Le guiño y se acomodó en su lado de la cama, ante la mirada atónita del ángel. 

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