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Jack despertó y toda la tranquilidad se derrumbó. No eran alaridos que pudiesen llamar la atención de alguien fuera del cielo, pero su molestia hacia parpadear las luces del recinto entero. Era la quinta marca de fórmula que Metatron probaba, y no era el sabor al que nephilim estaba acostumbrado. El pequeño infante aborrecía los cambios y no aceptaría cambios en eso, por mucho que todas las formulas se pareciesen.

- ¿Cuántas tipos diferentes de productos pueden existir? – Maldijo el ángel, intentándolo una y otra vez.

Había estado en la tierra el tiempo suficiente para entender cuántas necesidades tenía un niño, pero nunca fue consciente de cuantas opciones existían en el mercado para cada cosa. Y Jack le complicaba la vida un poco más, siendo demasiado delicado para aceptar cualquier cosa; lo único que evitaba que estallar definitivamente era el poquito de gracia que colgaba de su cuello.

En el décimo intento, Jack no rezongó y se aferró al biberón sin problemas. Esa era el sabor que prefería y más le valía al cielo anotar cual era la marca y especificaciones del producto.

Se sintió tan aliviado con la nueva calma que se sentía en el ambiente. Le informaron que habían cerrado las puertas del cielo como pidió, aunque Naomi no creía que eso fuese suficiente para detener al padre furioso de ese niño. No escucharía a nadie, su plan estaba yendo de maravilla.

- Bajo mi tutela, serás un excelente niño, Jack. – Prometió al pequeño que estaba demasiado sumido en su biberón para prestarle atención. – Proyéctate como el nuevo Jesús, abriendo las puertas del mundo a tío Metatron. ¿Eh?

El nephilim apartó el biberón vacío en manotazos sin sentido, bostezando y aceptando un lugar cómodo en aquel sofá, el cual para nada era acto para que un bebé durmiese. Metatron sonrió triunfante, ganando una muy insignificante batalla.




Había buscado a Castiel por todo el bunker, tenía que decírselo. Fue un milisegundo, pero sintió una señal del paradero del bebé. Era efímero como una estrella fugaz brillando muy tenue, pero era algo desde donde podían comenzar a investigar. Finalmente encontró al ángel en la habitación que solían compartir con Jack, y su sonrisa se borró.

Castiel había tratado de llamarle por radio ángel durante horas, sin detenerse ni a pensar, solo hablando interminablemente esperando en algún momento conectar con el bebé. Pero nunca recibió respuesta, por mucho que repetía su nombre como un mantra. Se había sentado en la cama, rendido, y sujetando uno de aquellos enteritos que tanto le gustaban; tenía patos de hule estampados en un fondo celeste.

Lucifer se sentó a su lado, acompañándole en el silencio. Pasó su brazo por sobre los hombros del más joven, en una suerte de consuelo. Vio a Cas presionar la pequeña prenda entre sus puños, descargando su frustración en un gesto simple.

- Lo encontraremos. – Juró Lucifer en un susurró, atrayendo al otro en un abrazo. – Encontraremos a nuestro hijo. 

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