Desvió en el camino.

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Era triste dejar todo ese hermoso paisaje atrás, pero a la vez, tranquilizador. Sinceramente, para los padres de Jack, estar fuera significaba un peligro constante. Y al fin, regresarían a casa. Lucifer no permitió que Castiel hiciera nada más que subirse a la camioneta y esperar que él se encargará de todo. El equipaje cargado, Jacky en su sillita y se pusieron en marcha. Esta vez, el rubio conduciría, temiendo que Cas aún estuviese demasiado mareado para mantener el auto en carretera.

Sam le había dicho a Satán que estaría investigando que podía ser, pero recomendaba que fueran hasta el bunker, donde aún tenían a Rowena para consultar. Lucifer miró a través del retrovisor al bebé descansar, sonrió; pero el gesto se apagó cuando miró a su derecha, donde Cas dormía también. Seguía algo pálido, aunque su fiebre había bajado lo suficiente para no ser preocupante.

Se decidió a hacer un poco más de viaje y saltarse su parada en casa. El ángel y el nephilim despertaron, algo confundidos por no ver su casa, sino la puerta del bunker.

- ¿Qué hacemos aquí? – Interrogó Cas, viendo a Lucifer sacar al bebé de su asiento.

- Tenemos cita con la Dra. Rowena.

Ninguno de los dos había visitado un médico en busca de un resultado jamás, y estos nervios que ambos intentaban ocultar era incontenible. Mientras, Jack paseaba por el suelo con el muñeco vudú que la bruja le había prestado.

- ¿Qué es? – Interrogaron Dean, Cas, Sam y Lucifer, observando con atención a la pelirroja.

- Nada. – Dijo ella, luego de revisar al ángel dos veces. – Eres más saludable que todos los aquí presentes juntos.

- ¿Entonces? ¿Por qué no me siento bien? – Interrogó el morocho.

- No lo sé. Te haré otra prueba, más profunda y veremos. – Explicó, mezclando en un cuenco un montón de cosas desconocidas. – A lo mejor era solo algo en aquel ambiente que te estaba perturbando como ángel. – Especuló.

- Ojala solo sea eso.

Esperar a que Rowena acabara de mezclar cosas y encontrara el hechizo correcto, fue otra tortura peor. Afortunadamente, Jack los distraía haciendo monerías por el bunker, investigándolo todo.

Castiel volvió a sentarse frente a la bruja, esperando una respuesta que parecía nunca llegar. Ella le pasó un cuenco, de aspecto y aroma repugnante, aun siendo ángel, sentía demasiado asco.

- Tómalo todo. – Ordenó, ante la cara de repulsión de Castiel.

De un trago y sin respirar, Cas vació el cuenco. Todos esperaban una reacción, luz, gritos, algo de esas cosas de ángeles. Pero el ángel estaba allí simplemente, sintiéndose... normal.

- ¿Ahora... Qué? – Interrogó, mirando a todos con duda.

- Dale tiempo.

- ¿Tiempo para...?

Repentinamente el morocho cubrió su boca con la mano, abriendo los ojos en sorpresa y salió corriendo de la habitación.

- Como lo pensé... - Dijo Rowena, guardando todo su arsenal de brujería.

- ¿Qué? ¿Qué significa eso? – Exigió saber Lucifer.

- Que vayas comprando pañales para recién nacido.

- ¿Qué...? – Repitieron esta vez los tres adultos.

- Esta embarazado. 

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