Abu.- Parte 2.

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Jack iba de aquí a allá en su tambaleante andar, arrastrando a su oso de peluche nuevo, como su nuevo más preciado bien. Tomó su lugar en la alfombra al cansarse de tanto andar, con su chupón en la boca, sentado lo más cerca posible de Castiel.

Chuck le miró con ternura, mientras probaba el café que Cas había preparado hace un momento.

- Al parecer, le encanta. – Sonrió emocionado, viendo cuanto apreciaba el regalo su nieto. - ¿Necesitan algo para el bebé? Puedo...

- No necesitamos y no vamos a pedírtelo a ti si fuese así. – Sentenció Lucifer, con sus brazos cruzados sentado a una lado del ángel.

Castiel había querido preguntar desde el momento en que su padre prometió que no venía a causarles daño, pero había estado demasiado intranquilo como para emitir palabra. En el silencio incomodo que el rencor causaba en el ambiente, tuvo su oportunidad y simplemente lo dijo.

- ¿De verdad no le harás daño? – Interrogó a Dios.

Como si entendiese sus preocupaciones, esforzándose un poco, Jack escaló al sofá y buscó la protección de sus brazos.

- Siendo sincero, pensé en ello. – Admitió Chuck, dándole otro sorbo al café. – Sería fácil deshacerme de Jack. Pero, aunque aún no soy capaz de comprobarlo, Kelly y tú son excelentes guías para él. – Sonrió al ángel. – Tal vez, en ser este formado por algo de oscuridad, pero eso ha sido moldeado y cambiado a algo más positivo.

Quizas esas palabras tenían algún sentido para el nephilim, porque comenzó a aplaudir, mientras buscaba tocar el suelo desde el regazó de Castiel, obviamente con frustrantes resultados.

- ¿No será malo? – Preguntó estaba vez el arcángel, mirando al pequeño bebé balbucear cosas sin sentido.

Él tampoco había nacido malo y mucho menos eligió las circunstancias que le tocaron, pero temía que su pasado quedará tatuado en el ser de Jack, imposible de borrar. Imaginaba a su hijo crecer e intentar con todas sus fuerzas seguir el camino trazado por Castiel, pero inevitablemente causando caos a su paso y culpándose por ello, cuando toda la culpa era de su progenitor.

- No lo creo. – Sopesó Dios. – Será, más bien, humano. Tampoco existen seres perfectos, pero no lastimará sin sentir el remordimiento por sus actos o deseándolo.

A decir verdad, era un alivió que Chuck dijese eso. Ellos estaban convencidos de que sería un buen niño y empedernidos en tratar de darle el mejor ejemplo. Pero siempre, algo muy profundo, les decía que solo se estaban ilusionando. Dios sabía de composiciones y solo él, después de haber vista tantas posibles combinaciones, podía adivinar hacia qué lado se inclinaría la balanza de Jack.

- Te lo dije antes, - Esta vez el mayor habló a Lucifer. – solo necesitaba verlo con mis propios ojos, confirmar que realmente todo iba hacia buen puerto.

- Si no hubiese sido así, si Jack tuviese algo que no te gustará en él, ¿Hubieras decidido otra cosa?

Dios tomó aire, como cuando un médico da un diagnostico terminal a su paciente. Miró al ángel, al niño y a Satán.

- Si, y podría cambiar de opinión dependiendo de cómocrezca.

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