Estaremos bien.

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Habían convencido a Jack de dormir en su nueva cama, aunque a costa de un par de rabietas. Castiel se ofreció a acompañarlo hasta que se durmiese, pero Lucifer se lo prohibió, argumentando que mañana no soportaría el dolor por dormir en la cama de un niño y compartiéndola, y eso si tenía la suerte de conciliar el sueño. Satán se quedo con su pequeño nephilim.

Cas aprovecho el tener la amplia cama de pareja para él solo, extendiéndose a comodidad de él y su hijo en camino. Era un poco solitario sin Lucifer, pero necesitaba descansar, ya que el bebé estaba consumiendo bastante de su energía día con día.

La mañana siguiente se levantó cansado, como si en realidad no hubiese dormido sus nueve horas. Allí descubrió el pequeño dolor en su espalda baja que el té de Rowena no iba a acallar. Intentó fingir que no estaba, pero no podía engañar a los viejos ojos de Satanas.

- La llamaré. – Sentenció, sin siquiera decir el nombre de la bruja.

- Lucifer, no quiero molestarla por tonterías. – Reclamó el ángel. – Además...

Tuvo que callarse, porque el dolor se extendió como una aguja ascendiendo por su espina dorsal. El rubio sostuvo su mano, mientras repasaba suavemente el camino de vertebras para relajarlo.

- Como dije, voy a llamarla. – Reafirmó.

Jack había logrado escaparse de su sillita para comer, dejando su desayuno a medias. Se aproximó al ángel, sentado sobre el sofá y lo miró asomado por encima del reposabrazos.

- Hola, cariño.- Saludo Cas, invitándolo a sentarse a su lado.

El nephilim accedió y escaló el sofá. Sus ojos siempre estaban sobre el bebé y ahora, tenía la costumbre de besar o tocar el vientre de Castiel. Sin embargo, esta vez su mirada parecía asustada y no quiso tocarlo.

- ¿Qué pasa cariño?

- No she. – Dijo, haciendo mohines de confusión.

Castiel intentó ver lo que Jack sentía, pero para él era solo su bebé, brillante y tranquilo como siempre. Entonces, notó el desayuno sin terminar e intentó ponerse de pie para llevar a Jacky a terminar su comida.

Pero el dolor no se lo permitió. Lo entendió justo en el momento en que sus ojos se llenaron de brillante gracia, el bebé iba a nacer.

- ¡Lucifer! – Llamó a su pareja, quien estaba acordando la visita de Rowena.

Rápidamente se pusieron en movimiento. Cas regresó a la cama de la que no debió levantarse esa mañana y apretó los dientes cada vez que oleadas de dolor lo invadían, un poco más intensas que la anterior. Estuvo solo un par de minutos, Luci estaba tratando de tranquilizar a Jack y dejarlo en su cuarto, a la vez que también apresuraba a los Winchester. Pero finalmente regresó con su ángel.

Castiel se sumergió en sus brazos, aprovechando los minutos de paz que tenía entre contracción y contracción. Lucifer hizo círculos suaves de caricias en su espalda que parecieron detener el tiempo.

- Nuestro bebé ya viene, ¿Eh? – Comentó Satán, en ese tono dulce que pocas veces escuchaba.

El morocho sintió la respiración del otro agitarse y la forma en que presionaba su mandíbula, su corazón acelerado y la fuerza con la que se sujetaba a él. No quería ponerlo así, pero sabía que era por él.

- Te amo, Cas. – Dijo, con la voz quebrada.

Castiel se apartó de su abrazó y enfrentó su mirada. Con sus pulgares apartó las lágrimas que caían por las mejillas del arcángel y le besó, tan suave como el primero de todos sus contactos.

- También te amo. Y sé que duele, pero estaremos bien, ¿Si? 

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