El segundo hijo.

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Le costó apartarse del ángel, pero Jack estaba llorando y también le necesitaba. El infante estaba muy angustiado, tapándose los oídos y frunciendo el ceño, desesperado. Lucifer le abrazó, y bajó apresurado las escaleras con el niño en brazos, para abrir la puerta a los recién llegados.

Sin preguntar, Rowena se abrió paso entre los hombres y subió las escaleras con la misma velocidad que Satán la bajo, cerrando la puerta tras ella. Tenía la opción de subir con ella y acompañar a su pareja, pero Castiel había dicho que no quería eso. Ambos decidieron que lo mejor era contener a Jack, y mucho más ahora que parecía ponerse histérico con cada minuto que pasaba.

- ¿Qué le pasa? – Interrogó Sam, ayudando a su hermano a preparar algo de café, allá arriba no les necesitaban.

- No lo sé. – Admitió Lucifer, balanceándose y caminando de lado a lado mientras golpeaba suavemente la espalda del infante.

Estaba tan nervioso como su hijo, pero él no podía permitirse llorar ruidosamente. Dean preparó un biberón y se lo paso al arcángel.

- Prueba con eso. - Sugirió.

El nephilim logró calmarse un poco, pero mantenía sus ojos bien abiertos, como si tuviese demasiado miedo para confiar en el sueño.

- Dile que... calle... - Dijo, entre hipitos, dejando aparte la mitad de su biberón.

- ¿Quién quieres que se calle, Jacky? – Interrogó su padre. - ¿Papá Cas?

- No. – Negó con algo de enfado. – El bebé.

Los tres hombres se miraron entre sí. Lucifer no podía escucharlo, aunque era consciente de la energía inestable que emanaba de su hijo por nacer. Y estaba casi seguro de que Castiel no mencionó jamás algún tipo de sonido emitido por el bebé.

Jack volvió a taparse los oídos y apretar los dientes con fuerza, acabando con la momentánea tranquilidad.

- ¡CALLATE! – Gritó, abriendo sus ojos a un dorado aterrador.

- Jack, escúchame a mí. – Trató de tranquilizarlo Lucifer, pero no tenía idea cuan algo era capaz de gritar su hermano menor en oídos del nephilim.

- Esto va a terminar mal. – Advirtió Dean. – Tenemos que alejarlos.

Tenía razón. Lucifer estaba seguro de que algo parecido a su primer enfrentamiento se desataría si seguían bajo el mismo techo. Alzó a Jack, contra su voluntad, porque el nephilim quería ir a callar a su hermano de una vez por todas.

- Llámenme por cualquier cosa. – Pidió a los Winchester.

Quisiera haber tenido muchos más siglos para despedirse de su pareja y no irse en medio de su final de esa manera.

Volaron lejos, al otro lado del mundo. Supuso que no terminaría con toda la molestia del menor, pero que lo distraería con otra cosa. Jacky se tranquilizó y fue bajado al suelo. Había nieve a su alrededor. Con su pijama tan fino no sentía frio.

- Apuesto a que ya no suena tan fuerte. – Ofreció su mano para caminar Lucifer. – Ven, vamos a jugar. 

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