Piscina.

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A decir verdad, la visita de Dios no había hecho más que llenarles de más preocupaciones. En cuanto Jack cometiese un mínimo error, sería juzgado y probablemente condenado. Castiel no paraba de imaginar ese día y torturarse con la idea de no poder hacer nada desde hoy para salvar a su hijo.

Apoyado en el marco del cuarto del bebé, le observaba dormir en su tranquilidad eterna. No sabía si sería lo suficientemente bueno para llevar a su hijo por un buen camino, en el que su vida no corriera peligro.

Sintió un beso fugaz sobre su cabello oscuro y cerró los ojos un segundo, para centrarse solo en esa sensación.

- Él es bueno, Cas. – Susurró a su oído Lucifer, como jurándole al ángel que no había dejado ni una pizca de maldad en su hijo.

- Lo sé. – Dijo el morocho, pero no quitó su mirada de la cuna. – Pero yo también deseaba ser bueno, y solo lo arruine, Lucifer, ¿Qué tal si...?

- ¿De qué sirve preocuparse ahora? Su mayor maldad a esta edad es tirar su plato plástico a la hora de comer, Cas.

El ángel se giró hacia él, buscando la seguridad de su abrazo.

- Nos preocuparemos cuando llegue el momento de hacerlo.




Lucifer tenía claro que era momento de distraerse, los pensamientos que atosigaban el ambiente no eran buenos y debía deshacerse de ellos. Tomó uno de los regalos que Chuck había traído, se sentó en las escaleras del patio y leyó el instructivo de esa cosa.

Castiel podía escuchar al arcángel discutir consigo mismo afuera, comenzando a pensar que estaba volviéndose loco o algo. Ajustó el pañal de Jack y levantó su pantalón corto con estampado de palmeras.

- ¿Bajamos a ver qué le pasa a papá? – Interrogó, mientras sostenía por debajo de los hombros al nephilim, ayudándole a mantenerse de pie.

- ¡Yeah!

En algún momento de las reacciones repentinas de Lucifer, Jack copió su "¡Yeah!" y ahora era su palabra favorita.

Afuera, Luci ya casi terminaba de armar el contenido de la caja, lo cual hubiese sido más fácil con sus poderes, pero... Reglas. Cas soltó al pequeño para que caminará tambaleante por el patio, mientras él investigaba que hacia Lucifer.

- ¿Es una piscina? – Preguntó, husmeando en el instructivo.

- ¡Shh! – El mayor necesitaba total concentración.

Cas lo veía como algo muy simple, solo tenías que inflarlo con el pequeño aparato que servía exclusivamente para eso. Y Luci había logrado esa parte muy fácil, pero se quejó de que el aire seguía escapando.

- Dame. – Pidió el ángel.

Se apoyó en la pierna del arcángel para llegar a la entrada de aire y puso el seguro como se debía.

- Listo.

Solo necesitaba un clic que había frustrado a Satán durante un largo rato.

La piscina inflable tenía un pequeño tobogán, una especie de sombrilla y traía otros inflables más para jugar. Jack fue sentado en el agua una vez colocado su pañal impermeable. Parecía confundido del agua que cubría sus piernas, hizo el conocido gesto de Castiel, inclinando su cabeza.

- Oye, no mires así a mi esfuerzo. – Reprendió Lucifer, empujando una pelotita sobre la superficie del agua hasta que chocó con el bebé.

- ¿Quieres salir? – Preguntó Cas, quien le había metido en primer lugar.

Entonces, Satán tuvo la maravillosa idea de estampar su palma en el agua, haciendo que esta estallara a su alrededor. Jack vio la luz con eso, y toda su diversión se convirtió en un chapoteó incansable. 

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