Pequeño gran accidente.

421 43 3
                                    

¡¡BOOM!!

El estruendo se escucharía a kilómetros a la redonda. La casa tembló entera y vasilo sobre sus cimientos. Castiel y Lucifer se abrieron paso entre escombros y polvo de lo  que alguna vez fueron su cocina y sala.

- ¡¿Qué mierda hiciste?! – Increpó Satán a su padre.

Chuck estaba en medio del desastre, con Jack en sus brazos, y ambos cubiertos de polvo.

- ¡Ups...! – Exclamó el nephilim; elevando sus hombros como su abuelo en un gesto de inocencia.

No habían heridas visibles, pero eso no quitaba que Jack tuviese algún daño; por lo que Castiel lo tomó desesperadamente, preguntándole un millón de veces si algo le dolía.

La casa crujió, advirtiendo que el piso superior no resistiría mucho más sin un soporte fuerte. Chuck chasqueó los dedos y todo volvió a estar en su lugar.

- Fue un accidente. – Se excusó. – La próxima vez entrenaremos afuera.

Al parecer, Dios trataba de que su nieto exteriorizará algo de su poder, moviendo un vaso sobre la mesada de la cocina. Pero Jack aún no era consciente, y mucho menos tenía control, del poder que poseía. Entonces... El vaso y media casa fueron destruidas en una enorme explosión de ondas.

Chuck estaba sentado en el sofá, como un niño reprendido por su padre, mientras Lucifer le decía todas sus verdades. Tenían un trato simple: NO chasquidos cerca de Jack y NO heridas a Jack.

- Pero... él está bien... - Intentó objetar por lo bajo.

- ¡Pudo no estarlo!

El rubio se marchó cuando sintió el rojo de su gracia ascender hasta sus ojos, no quería enfurecer demasiado. Vivía con el miedo de asustar a sus hijos y que jamás le vieran igual, vivía creyendo que un monstruo se ocultaba en su interior. No quería eso. Salió fuera y respiró el aire del atardecer. Su corazón ardía y sabía que no se trataba del pequeño incidente.

Chuck dejó a su hijo marcharse. Escuchó las voces arriba y subió hacia ellas. Castiel había preparado el baño para Jack, con todos sus patitos de hule flotando por el agua cálida.

- Puedo ayudar... - Sugirió, levantando su mano, a punto de dar un chasquido.

- Ya sabes las reglas. – Dijo Cas.

La expresión de Dios se volvió decepción, no estaba pudiendo hacer nada bien. Creía que esta era una enorme oportunidad de volver a acercarse a los suyos poco a poco y no perderse demasiado de las vidas de sus nietos. Sin embargo, nada iba como lo esperaba.

- Es mejor que me vaya, ¿Cierto? - Dijo, lamentándolo.

Castiel se giró, de rodillas a un lado de la bañera donde Jack jugaba en el agua.

- ¿Quieres irte? – Interrogó el ángel.

- No. – Admitió Dios. – Pero no creo que Lucifer me soporte un día más. – Intento sonreír a una broma muy cierta.

- Él tampoco se fue. – Dijo Cas, mientras desparramaba el shampoo en el rubio cabello de su hijo. – No iba a dejar a su hijo atrás. ¿Tú lo harás?

Un millón de respuestas pasaron por la mente de Chuck, pero ninguna era sincera, porque la verdadera respuesta no eran las palabras.

- ¿Le darías el biberón a Nathan? – Pidió Cas.- Puedes chasquear los dedos para prepararlo. – Sonrió.

Chuck asintió entusiasmado y desapareció hacía el cuarto del bebé.

- Genial. Ahora tengo tres Lucifer's en casa. – Susurro Castiel.

- ¡Yeah! – Chilló Jack, salpicando y mojando a su padre. 

Our Son.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora