Así para siempre.

613 60 5
                                    

Las puertas del cielo fueron golpeadas con fuerza, haciendo temblar el lugar entero, aunque ni siquiera se trataba de toda el poder de Lucifer. Iba entrar aunque tuviese que derrumbar esa maldita cosa.

Metatron había buscado acallar al niño, pero en cuento escuchó el golpe que retumbo por cada pared blanca, supo que estaba perdido. Y si, perdido solo él, porque el resto de sus hermanos se retiró a los lugares de trabajo más apartados, empujándole a responder por el desastre que solo él había causa.

Al segundo llamado, las puertas cedieron al arcángel. Un suspiro cansando se escuchó al final del pasillo y dos pares de pasos se acercaron a la oficina del susodicho. Sostuvo a Jack contra sí, en un último intento de acallarle, pero la gracia de Castiel ya no hacía efecto, porque Cas estaba al otro lado de la puerta.

Ambos ángeles caídos se abrieron paso en su lugar personal, matando en simples miradas a Metatron.

- Puedo explicarlo. – Se defendió.

Jack estiró sus brazos hacia ellos y Castiel olvidó su enfado. Se acercó en son pacifico al infante y su hermano. El nephilim estuvo feliz de regresar a brazos del ángel, dejando solo hipitos como recuerdo de su estridente llorar.

- Lo siento muchísimo, cariño. – Susurró al oído del pequeño rubio, dejándole descansar sobre su pecho. – Lo siento tanto.

- ¿Por qué no me esperas en el auto, Cas? – Sugirió Lucifer, despeinado la pequeña mata de cabello rubio sobre su hijo. – Mett y yo tenemos que arreglar unos asuntitos.





No podían dormir, y aun se preguntaban cómo es que entraron en esa pequeña cama los tres. Jack estaba en medio, sumido en un profundo sueño en donde se sentía completamente a salvo. Lucifer y Castiel, cada uno a un lado del bebé, le observaban descansar. No creían poder volver a dormir o distraerse por las noches en mucho tiempo, siempre con el pánico de que algo similar pasase.

- ¿Cas? – Llamó Luci. - ¿Por qué siento que no es ahora, sino que jamás podremos realmente mantenerle a salvo?

El ángel miró por encima de la criatura, encontrando su mirada con la del mayor. Sopesó la respuesta, pero probablemente siempre la supo.

- Nunca podremos, pero el truco esta en intentarlo con todas nuestras fuerza. – Sonrió al citar aquella frase de Kelly, esa que leyó en su diario. – Y enseñarle a no necesitarnos.

Eso no le gusto a Satán. No quería que Jack se apartará, era lo único que tenía después de todo. Deseaba que fuese así de pequeño y urgido de protección, para que nunca jamás dejase de llorar cuando necesitará de sus padres.

Pero eso era lamentablemente falso, y un día Jack dejaría de necesitar. No estaba listo para ello. Aún le gustaba que durmiese a su lado, y que se inquietara cuando Cas o él estaban lejos, e incluso que fuese uno de los únicos motivos de esa risita divertida.

- ¿Podemos quedarnos así para siempre? – Pidió en una retórica pregunta a la nada misma.

En algún momento cerró los ojos y dio un último suspiro a la consciencia. Nunca se percató de que su mano, la misma que antes estaba sobre la mantita del bebé, ahora se abrazaba a la mano de Castiel. 

Our Son.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora