Clases de patinaje.

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Jack reía a carcajadas sobre los hombros de Castiel, elevando sus bracitos al cielo. Habían aprovechado parte de la tarde-noche, para ir a una pista de hielo, en donde el ángel se desenvolvía muy bien.

En cuanto a su pareja... Lucifer lo tenía difícil. Nunca en su vida piso una pista de hielo, y su mejor amiga era la cerca que rodeaba el lugar, lo único que lo mantenía en pie. No comprendía como es que Cas estaba tan feliz y dando vueltas como un auténtico profesional por ahí.

- He estado en la tierra antes y por mucho tiempo. – Se justificó el ángel. – El hielo existe de principios del universo.

Aunque, teniendo en cuenta lo seguro que se sentía aferrado a la cerca, se hubiese callado para no llamar la atención del menor. Castiel dejó que Jack se aferrará a su abrigo y se aproximó a Satán, tomó su mano y tiró de él. Lo siguiente que Lucifer sintió fue el pánico más grande de su vida, aunque solo se había movido 5cm.

- ¿Podrías no clavarme las uñas? – Pidió Cas, con Luci aferrado por completo a él.

- Yo era feliz en mi cerca, ¿Sabes? – Reclamó, mirada fija en el suelo. – No quiero estar aquí.

- Ya descubrí a quien salió tan llorón Jack.

- ¡Oye! Me preocupó por el bienestar físico de mi recipiente.

Jack rió desde lo alto de su asiento especial, y Cas se contagió de aquel gesto. El ángel giró, demasiado rápido como para no asustar a su novio, y envolvió la cintura del otro con sus brazos.

- ¿Qué haces?

- No mires al piso. – Reprendió, en el mismo tono que usaba para decirle a Jack que no tirara la comida. – Mírame.

- ¿Estás loco? ¿Vas a patinar hacia atrás?

- Enamoré a Satanás y crio a su hijo nephilim, ¿Crees que no pueda patinar hacia atrás?

A decir verdad, no era algo simple, pero no iban a deslizarse largas distancias. Poco a poco y sin que Lucifer entendiera lo que hacía, con cada centímetro que avanzaban abrazados, Cas se alejaba un poco del rubio. En algún punto, fue capaz de avanzar por sus propios medios.

- ¡Wow! – Dijo, cuando su mano fue liberada por completo del ángel. - ¿Ahora qué?

- Atrápame. – Desafió, alejándose lentamente del arcángel.

Estaba en medio de la pista y, para atrapar a Castiel o para salir, tendría que atreverse a avanzar. Maldito ángel.




- ¡Tengo hambre! – Chilló Satán, dejando caer su cabeza hacia delante.

El nephilim, copió su gesto, enterrando su rostro en el cabello rubio de su padre.

- ¡Quego ham'e! – Duplicó.

Era algo tarde e iban de vuelta hacia su alojamiento, finalizando un largo día. Castiel iba un par de pasos detrás de ellos, revisando las fotos que habían tomado. Muchas de ellas las descargaría para hacer el próximo álbum de Jack y también, descubrió que se podían hacer imanes pequeños para decorar. Estaba tan emocionado de volver para eso.

Lucifer visualizó por fin el comedor luminoso de su alojamiento y dio un saltito, todo para hacer reír a su acompañante.

- ¡Llegamos, Jacky!

Tenían que pasar un tramo de mucha nieve, algo que encantaba al bebé por el crujir que causaban sus zapatos. Al principio eran dos pares de pisadas, pero luego... Lucifer notó como el sonido cambio. Se detuvo y miró atrás...

- ¿Cas? 

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