Borrarlo todo.

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Aún cargaba con un pasado, aún cargaba con recuerdos dolorosos. Despertaba en la oscuridad de la jaula algunas noches, buscaba inmediatamente una salida e intentaba recordar cómo salir de allí. Su corazón latía con fuerza mientras sus lagrimas brotaban sin control, y se daba cuenta de que no podía salir, de nuevo.

Entonces despertaba una vez más. Las cortinas de un blanco hueso y la vista del cielo azul a través de la ventana, le traían de vuelta a la realidad. Estaba en su cuarto, en aquella casa que Castiel y él habían elegido para criar a Jack como Kelly lo hubiese querido.

Apartó el sudor de su frente, y se sentó en el suave colchón. Cas no estaba a su lado en estas horas de la mañana, porque deambulaba muy temprano. Aun en pijama se aventuró por el pasillo hacia la escalera. La habitación de los niños tambien estaba vacía, pero tan ordenada como Cas podía dejarla.

Bajo la mirada justo a tiempo para notar la huella en el barandal, una mano ensangrentada. Y la sangre salpicada sobre cada rincón de la sala fue más impactante. Cerró los ojos con fuerza, aterrorizado, y todo desapareció. Solo entonces pudo volver a respirar.

Acabó de bajar los últimos escalones y miró a su alrededor, Castiel y los niños no estaban en la casa.

- Están afuera. – Informó su padre, con una taza de chocolate caliente entre manos. - ¿Mala noche?

- Suele pasar a veces.

Estaba acostumbrado en cierta manera, aunque al principio de cada episodio su mente creía en las ilusiones que él mismo inventaba. Tenía recuerdos, pesadillas, alucinaciones y nunca eran bonitas ninguna de ellas. Pero últimamente solo se centraban en algo específico.

- Sé que no podre protegerlos para siempre, - Caminó hacia la ventana, encontrando a su familia jugando en el columpió. – pero quizás no vería el panorama tan oscuro sin estos... traumas.

- Ellos pronto sabrán protegerse solos. – Dijo Chuck, colocando su mano en el hombro del menor. – Yo podría ayudar a borrar la oscuridad.

- ¿A qué precio?

- Uno muy alto. Jamás serás el mismo de antes.

Odiaba la forma en que sus miedos se intensificaban en cuanto más tenía para perder, y odiaba que en su mente solo existiera la intranquilidad y algunos contados momentos de paz. Observó fuera, donde Cas jugaba con los niños, y sabía que esto también era un problema para él. Castiel sabía que eones de dolor no se curaban en los pocos años que llevaban juntos y, al mirar a los ojos de Lucifer, podía ver con claridad sus cicatrices.

- Es una opción. – Sopesó.

La decisión era suya, su padre le concedería eso. Quizás volvería a ser el Lucifer que alguna vez reino junto a Dios y sus hermanos, o tal vez se convertiría en alguien absolutamente diferente. Podría llevar una vida normal, sin recordar el tiempo de guerra, de encierro, de sadismo.

Tomó la iniciativa y salió de la casa, hacia su familia en el jardín. Jack corrió inmediatamente a él, aferrándose a su pierna, con sus azules mirándole con ilusión y la sonrisa inocente en su cara.

- ¡Papá!

Luego se despegó, dio la vuelta y corrió hacia su hermano menor. Lucifer le siguió a paso lento, con su mirar cegado por el sol de la mañana.

- Los niños se despertaron muy temprano. – Explicó Cas, acercándose. – ¿Descansaste?

- Algo.

La mano cálida del ángel envolvió la suya. Aquella unión tan inocente le hizo pensar, ¿Castiel le amaría si fuese otro?

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