Dulce detalle.

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- Ya termine de lavar los estúpidos platos. – Refunfuño el arcángel, saliendo por la puerta de atrás. – Sigo sin entender porque no tenemos un lavavajillas.

- Porque para eso estas aquí. – Dijo el ángel.

Estaba sentado a un lado de la piscina, a la que Jack amaba demasiado y le costaba tanto dejar. El nephilim chapoteaba con pelotitas plásticas flotando en el agua y Cas solo agregaba más, para ver su sonrisa por más tiempo.

Sin embargo, Lucifer no esperaba que Castiel optará por vestimenta de acuerdo a la temporada. Con bermudas color celeste, el menor bronceaba su palidez actual.

- Sexy. – Dijo Satán, tomando su lugar a un lado del ángel, Jack aplaudió emocionado al verle.

- ¿Yo? – Miró confundido el ángel.

- No, Jack. – Ironizó. – Por supuesto.

Entonces, notó el sonrojo en las mejillas del morocho, y el arcángel no se resistió a besar ese rostro sonrosado y avivar el color. A decir verdad, ese no era su cuerpo, pero Lucifer podía ver cada ápice de su ser completo, y que dijese e hiciese esas cosas le ponían incómodo.

No tenían una relación propiamente formalizada, ni siquiera habían hablado de ello. Solo dejaron que las cosas se dieran, guardando los miedos bajo la alfombra y esperando que desaparecieran con el peso de un sentimiento más real. No estaba mal, aunque nada parecía del todo normal, era como vivir en el País de las Maravillas. Algo de todo eso no encajaba, pero dejó de importar en algún momento.

- Compré una para ti. – Confesó el ángel. – Esta en el primer cajón de la cómoda.

No tenía idea como Castiel era tan bueno con los talles, teniendo de primera evidencia a Jack, pero había acertado con él también. El rojo tampoco se le veía mal, y Lucifer podía admitir que se estaba acostumbrando a la vestimenta humana. El ángel siempre tenía estos detalles, y no recordaba haberle regalado algo así de simple y dulce a la vez para él.

Sopesó aquel detalle, mientras tomaba una última fotografía de Castiel y Jack, jugando en la piscinita.

Al día siguiente, Lucifer se ausento durante la tarde sin decir mucho al ángel.

Jack cenó y estaba listo para dormirse con su biberón en mano, dando pasitos tambaleantes hacia su cuarto. Castiel solo esperaba que nada malo le pasará al arcángel, pues ya era bastante tarde para que estuviese fuera.

Pero Satán llegó, vio la cena sobre la mesada de la cocina y subió despacio las escaleras. Castiel tenía en su regazó a Jack, recostado contra su pecho, mientras leía un cuento para el menor.

- En lo profundo del océano, en un lugar muy lejano, había una vez un pez muy hermoso al que todos los peces llamaban Arcoíris. – Relató, mientras el nephilim intentaba tocar el escamoso cuerpo del pez dibujado. - Poseía un traje de escamas brillante que tenía todos los colores del arcoíris. Era el pez más hermoso de todo el océano...

Lucifer esperó fuera del cuarto, solo observando la adorable escena. Aún recordaba a Castiel empedernido en leer por muy pequeño que Jack fuese, solo porque Kelly lo decía y sus escritos eran palabra santa para el ángel. El rubio tenía la teoría de que su hijo no veía realmente interesantes las historias que Cas leía, pero se enamoraba de la voz profunda, haciendo eco en su pecho y escuchándose extraña cuando recostaba su cabecita allí, eso era lo que su hijo más anhelaba de la hora de los cuentos.

La historia terminó y Jack dormía profundo. El arcángel le ayudo a sostener el libro, mientras Cas colocaba en su cuna al infante.

- Ten. – Dijo sin más el mayor, como si hubiese estado en tensión todo este tiempo y liberara su estrés con esa simple palabra.

Castiel vio una bolsa de regalo que le ofrecía el rubio y dudo en sostenerla por un minuto. No preguntó demasiado y solo sacó lo que estaba en el interior de la colorida bolsa.

Era una especie de libro en colores pastel.

- "Álbum de recuerdos de mi primer año en el mundo" – Leyó la portada, un poco bajito para no despertar al bebé a sus espaldas.

En cuanto lo abrió, reconoció cada una de las fotografías que se presentaban página a página, con pequeños datos a su alrededor del porqué de esa captura. Aún recordaba aquella primera fotografía, la que adornaba el "primer día" según el álbum.

Jack aparecía envuelto en la mantita con la que lo había sacado apresuradamente de la casa en que nació, estaba acostado sobre una cama de motel, junto al diario celeste de su madre. Era tan pequeño y en su dormir, parecía tan asustado como lo estaba Castiel en aquel momento.

Allí supo que jamás se arrepentiría de apropiarse de esa pequeña criatura e intentar con todas sus fuerzas darle la vida que su madre deseaba para él.

- Es... hermoso...- Intentó decir, con un nudo en su garganta por el llanto contenido. – Gracias.

- Y aún nos faltan un millón de álbumes para llenar. – Prometió Lucifer. – Esperó que tengamos dinero fraudulento para construir una biblioteca enorme.

Castiel sonrió al imaginar tremenda cosa, abrazó contra su pecho el regalo y observó al mayor directo a los ojos. Esta vez, fue el quien tomó la iniciativa de besarle, tan tierno y suave como el momento era. '

Tampoco se arrepentía de aceptar su compañía. 

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