Nephilims. - Parte 3.

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- Más de diez es seguro. – Dijo Dean, habiendo sacado un cálculo rápido de los inquilinos.

- Me importa una mierda si son un millón. – Dijo Lucifer, desesperado por ir directo a esa casa en este preciso segundo.

- Recuerda que no son normales. – Objetó Chuck. – Son nephilims y podrían ser suficientes para darte pelea a ti y a mí. Si entraron a la casa sin que los notaron, no debemos subestimarlos.

Lucifer estuvo a punto de decir algo, en contra de esa teoría estúpida, pero Castiel le calló.

- Chuck tiene razón. – Dijo el ángel, aunque comprendía la furia de su pareja a la perfección, enfrentó su mirar. – No me mires así. No salvaras a tu familia si estás muerto.

Jack aún dormido, paso a brazos de Sam, quienes lo cuidarían en lo que iban a por su hermano menor.

- No sean orgullosos y llamen si necesitan apoyo. – Pidió Dean.

- Cuiden a Jack. – Suplicó Castiel, conectando su mirada a la del Winchester. – No importa qué.

Y aunque sonaba trágico, el ángel deseaba confiar en que, si algo pasaba, al menos su hijo mayor estaría a salvo con los hermanos. Dean pensó en quejarse, pero guardo silencio y se mordió los labios; no le gustaba pensar en ese tipo de finales, y Castiel siempre se aseguraba de prepararlos para lo peor.

En un pestañeó, Satán, Dios y el ángel, estaban frente a la abandonada casa. Por supuesto que la primera en salir fue aquella chica, la misma que había liderado y arrebatado de su cuna al pequeño Nathan. Su mirada les desafió, pero parecía asustada, al saber que no solo venía Lucifer a por su hijo.

- ¿Dónde está? – Interrogó el rubio, con aparente tranquilidad. – Quiero a mi hijo de vuelta.

- Jack esta mejor entre los suyos. Somos hermanos y él nos salvará de la perdición. – Recitó como un texto aprendido.- Nadie nunca volverá a lastimar a un nephilim.

Lucifer dio un paso adelante, encendiendo el fuego en sus ojos.

- Dame al bebé o muchos nephilims serán lastimados este día, adorable hija de puta. – Sonrió sádico. – Ese ni siquiera es Jack.

- ¿De qué hablas? – La confusión golpeó a la chica.

- Secuestraste a Nathan, idiota. El no es un nephilims es...

Hubo un momento de silencio, en que Luci tuvo que pensar seriamente. Giró su atención hacía su padre y pareja, detrás de él.

- ¿Qué es Nathan? – Susurró.

- Pues... creo que no inventé una palabra para su clase. – Dijo Dios, con sorna. – Supuse que nadie rompería la regla de "no mantener relaciones sexuales entre ángeles y arcángeles".

- Discúlpame, pero es tu culpa por inventar a Castiel. – Reclamó Lucifer.




El bebé parecía muy tranquilo, pero su mirada penetrante hacía la puerta, desde su posición recostada, estaba asustando al encargado de cuidarlo. Parecía atravesarlo con su mirar, como si quisiese ver más allá de él.

- Tú haces honor a tu naturaleza como "hijo de Satanás". – Dijo el morocho, agobiado por el niño.

Se dio la vuelta, apoyándose en el marco de la puerta. Su nuca quemaba, pero al menos no tenía aquellos ojos azules retándole. Los demás estaban muy nerviosos, espiando lo que pasaba fuera de la casa. Según sabían, Lucifer había venido a por su hijo, y trajo consigo a Dios. Si la cosa se ponía fea, tenía órdenes de tomar el niño y desaparecer hacía donde fuese, lo más lejos posible de Satán. Seguía pensando que era estúpido suponer que podían arrebatarle cualquier cosa al mismísimo Diablo sin sufrir consecuencias.

Un golpe a la casa hizo retumbar las paredes y reventó un par de vidrios. Era su momento de irse. Giró hacía la cuna, pero el bebé no estaba. En una esquina del cuarto, refugiado en la oscuridad, un joven de su edad. Ojos blancos voltearon a verle.

- ¿Dónde están mis padres?

El blanco se apagó, dando paso a un celeste cielo. Nathan observó de arriba abajo al muchacho y luego notó su desnudez.

- Necesito que me des tu ropa, ya no vas a necesitarla.

Como sopladas por un huracán, las puertas se abrieron, y los niños pequeños corrieron fuera. Los nephilims adultos lo intentaron, pero no lograron atravesar la barrera invisible que deseaba contenerlos allí adentro. Entonces, la pareja y Dios notaron el humo, la casa se incendiaba.

- Nathan. – Quiso ir a por él Castiel, pero esta vez Lucifer lo detuvo.

- Creo que hubiese vuelto solo a casa si le dábamos un poco más de tiempo. – Sonrió, mientras alejaba la sangre que escapaba de una herida en su cabeza.

El fuego ardió rápido, y por mucho que la chica intentó parar la fuerza abrumadora de esas llamas, ella solo era hija de un ángel y una humana. No sabía la bomba de tiempo en sus manos, y tampoco lo hubiese sabido si hubieran capturado al verdadero Jack.

De entre las llamaradas, como si nada en el mundo pudiese tocarle realmente, camino un joven hacía la salida. Viendo al cielo como si nunca lo hubiese presenciado, respiró profundo. Llevaba jeans sueltos y una chaqueta vieja, con pies descalzos sobre el suelo quemado de la entrada.

- ¿Papás? 



NA: En esta ocasión debo agradecer con flores y confeti a mi amada Ivy_Patience quien me dio la idea para este capitulo!! Recuerden ir a apoyar su trabajo!!! Te loveo fuerte, bb! uwu

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