¿Cómo explicarte?

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Ignoró las miradas cargadas de preguntas y se apresuró en cumplir su promesa, sacar a Jack de allí. El bebé seguía algo intranquilo; las cosas se habían dado con demasiada premura para que su joven mente entendiese lo que sucedía y más aún, por qué le apartaban de sus padres. Castiel lamentó tener que volver a someterlo a una situación de estrés, dejando que extrejeran su sangre.

Sin embargo, en cuanto abandonó los intentos de distraerle de Donna y regresó a brazos del ángel, se sintió mucho más aliviado. Aún no sabía dónde estaba su otro padre, pero podía estar seguro de que las cosas irían bien si Cas se lo prometía.

Volvieron a aquella extraña sala, donde Rowena trabajaba. Jack se permitía sonreír un poco ahora que estaba sobre el regazó de su padre, en un nuevo ambiente de paz.

- Se suave con él, por favor. – Rogó a la bruja.

Ella asintió, pellizcando una mejilla del infante, provocando risitas. Podía estar más relajado, pero el nephilim se negaba a apartarse del pecho de su padre y soltar su camisa. Con la carita escondida en la gabardina de Castiel, permitió que este extendiera su brazo.

No necesitaba demasiada sangre, como la muestra que habían tomado de Lucifer, pero Cas no podía estar del todo calmado. Más allá de que podía significar algún tipo de daño para el niño, que era su principal preocupación, Jack también podía reaccionar mal. Había pasado antes, perdía el control de sí mismo y sus poderes cuando se molestaba o algo trastornaba su paz. No era lo suficientemente consciente de quien era y qué era, no podían culparle.

La aguja atravesó la fina piel del bebé y Castiel cerró los ojos casi por instinto. La sangre circuló, Rowena se apartó y todo terminó en segundos. Jack salió de su escondite tras la tela de la gabardina, confundido. Pero entonces, vio su piel cerrarse con un brillo dorado desapareciendo bajo ella, y lloró por puro desconcierto.



El nephilim estaba dormido para cuando regresaron a casa, con cuidado le dejo descansar en su cuna, agradeciendo que no extrañara a Lucifer. Pero el ángel estaba seguro de que en la mañana, al darse cuenta de que su padre aún no regresaba, comenzaría a desesperarse. ¿Qué iba a decirle?

Tampoco podía relajarse en casa, sabiendo que ese virus estaba esparciéndose por el mundo, despertando bestias descontroladas, y estando allí solo. Era volver al principio, cargando con un pequeño y el mundo siguiéndoles.

Había conseguido un teléfono, con el que se mantenía en contacto con Sam por cualquier cosa. Se acomodó en el sofá en la habitación de Jack y avisó al Winchester que habían llegado a casa. Samuel le dijo que se quedaría hasta tarde trabajando con Rowena, temprano en la mañana probarían su antídoto, y si todo salía bien, sacarían a Lucifer bajo estricta supervisión de otros cazadores. Fue difícil para el menor admitirlo, pero no quiso mentir al ángel, le confirmó que muchos aquí no estaban confiados con tener al arcángel en una simple caja. Muchos de los cazadores estaban armados y a la defensiva por si algo pasaba.

Castiel no estaba seguro si fue buena idea dejar atrás a su pareja.

Sam: Cas, lo que vimos... ¿Eso significa que Lucifer y tú están juntos?

El castaño había tratado de evitar la pregunta, era muy obvio, pero finalmente se atrevió a responder. El ángel no iba a enfadarse por ello, no tenía miedos en asumirlo, pero en aquel momento, cuando se besaron, no estaba en sus cabales para poder responder interrogatorios.

Cas: Si.

Sam: Eso es... genial, supongo.

Cas: Sé que es extraño, lo era para mí. Pero estamos bien así.

Sam: Felicidades.

Esperaba esa reacción por parte del hermano menor, rara vez juzgaba a alguien. Quizás por sus errores o por su empatía, Sam no solía poner en juicio a nadie. Por otro lado, no sabía que desataría en Dean. El Winchester mayor tal vez podía tolerar muchas cosas, pero las personas que ponía en la lista negra de su vida, vivirían allí para siempre, y Cas sabía que Lucifer era una de ellas. No iba a aceptarlo del todo, pero quizás asumiría que no era dueño de la vida del ángel y ya.

Castiel tenía esperanzas.

En medio de la oscuridad, a través de los barrotes de madera, veía a Jack respirar suavemente. Solo esperaba que Sam jamás le llamará para decirle que su bebé también estaba enfermo. 

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