ERES MI TODO
CAPÍTULO 4.
—Kenia Monasterio—
Aceptar era mi única opción, pero también mi perdición, estoy nerviosa solo con su presencia, Lucas casi no me mira y cuando lo hace su mirada es tan fría, me pregunto ¿cómo puede llegar a ser tan frío si es tan joven? Él es capaz de intimidar a cualquiera con una mirada o con su presencia.
Estamos en el jardín cerca de la piscina realizando nuestro trabajo, desde que llegamos no hemos vuelto hablar y eso sí que es verdaderamente incómodo para mí porque creo que a él le da igual, está tan tranquilo y yo como boba no dejo de mirarlo con mucho cuidado. La verdad es hermoso, parece un dios griego, sus manos son tan finas como todo niño rico y unas uñas bien cuidadas, igual que todo su cuerpo.
Quiero saber qué piensa a través de sus ojos, pero es imposible saberlo, es como si tuviera una barrera para evitar que descifren lo que piensa y únicamente puedan ver su frialdad en su rostro.
—Disculpen que los interrumpa, mi niña, pero la busca el joven Axel. ¿Lo hago pasar?
La nana Esther nos interrumpe, ella es como mi segunda madre.
—Dile que pase, nana.
Escucho una risita y volteo a ver a Lucas.
Bufa. —Tan grande y con nana, qué ridícula.
—Estás aquí para hacer el trabajo, no para meterte en mi vida.
—Tu vida no me interesa en lo más mínimo, grosera.
«Como si no lo supiera».
—¡Mi pecas!
Me levanto y Axel me abraza.
—Axel, no me dejas respirar.
Le digo entre risas.
—Princesa, te quiero tanto —aparta su mirada y la sonrisa que traía se le borra—. ¿Lucas? No sabía que estabas aquí.
—Ya ves, yo tampoco pensé verte aquí —nos mira—. ¿Son novios?
—Amigos, Axel y yo simplemente somos amigos —respondo apresurada.
—Venía a buscarte para salir, pero veo que estás ocupada.
—Sí, un poco, pero podemos salir mañana, Axel —beso su mejilla—. Pasas por mí.
—Bueno, enana, cuidado se te olvida porque eres muy distraída.
Me da un abrazo y llena mi cara de besos mientras yo le sonrío, casi siempre nos despedimos así. Siento la mirada de Lucas sobre mí, pero claro, cómo no mirarme si en la escuela casi nunca sonrío y tampoco me había visto de esa manera con nadie, aunque bueno, él nunca se fija en mí.
Seguimos haciendo el trabajo y esta vez me mira cada vez más, puedo sentir como me detalla y yo no sé qué hacer, por impulso muerdo mi labio inferior, quiero terminar el trabajo ya, este chico me pone nerviosa y mi cuerpo no soporta eso. «Está asquerosamente guapísimo».
—Se nota que muere por ti.
Oigo la voz de Lucas.
—¿Quién? —pregunto confundida.
—Axel.
—¡Claro que no! Somos amigos.
—Quizás tú lo veas como un amigo, pero a ese chico le gustas, se le nota a kilómetros, linda.
«Omg, me ha llamado linda, creo que moriré, bueno, no ahora».
Nunca he pensado en que le gusto a Axel, esa idea no cabe en mi cabeza, él es lo suficientemente lindo para tener a la que quiera y va a venir a fijarse en mí, qué tonterías son esas, por Dios, solo al dios griego se le puede ocurrir una idea tan descabellada.
—¿Estás aquí para hablar o trabajar? —me cruzo de brazos.
Me mira y una pequeña sonrisa se forma en sus labios, y es en ese momento donde mi valentía empieza a tambalear.
—Me sorprendes, Kenia, no sabía que eras tan… odiosa, pero claro, luego el arrogante soy yo, así es que me llamas, ¿no?
«Cómo carajos sabe que le digo así, aunque la mayoría lo dice».
—¿Y no lo eres, Lucas?
—Sí, pero a diferencia tuya yo soy guapo y puedo ser como quiera que le seguiré gustando a las chicas.
«Golpe bajo. No me dejaré».
—¡Por favor! —dejo salir una risita—. Prefiero ser fea y no egocéntrico como tú.
—Pero bien que te gusto. ¿Crees que no sé que te gusto? Nunca dejas de verme.
«Trágame tierra».
—Estás mal, no todas se tienen que fijar en ti.
—Tú sí, y no me lo niegues porque ahora mismo tu carita me dice que mueres por mí y que si me acerco más dejarás de respirar. Te gusto desde la primera vez que me viste.
No puedo negarme en este momento cuando es más que obvio que ya lo sabe, ¡pero Dios! ¿Decirle que me gusta en su cara? Eso es otro nivel de valentía. Bien, dejemos mis miedos atrás por unos minutos, no creo que muera.
—¿Quién dice que lo voy a negar? —le sonrío—. Sí me gustas desde que te vi jugar fútbol en la cancha.
Se echa hacia atrás y me mira de una forma extraña, pero con media sonrisa. Es claro que no se esperaba mi respuesta, como la mayoría de veces me trago todo lo que pienso y lo que siento la gente se sorprende cuando digo lo que siento.
—No juegues con fuego, Kenia, te puedes quemar. Sabes que no me gustan las relaciones y lo más seguro es que seas de esas niñas que sueñan con el príncipe azul.
«En tu fuego me quemo completica».
—¿Solo por decir la verdad? No sabía que eso era un pecado.
—¿Desde cuándo eres tan directa? Pensé que eras una tonta que se callaba todo.
—Idealizar hace que te equivoques —le guiño un ojo.
«Guau, yo haciendo y diciendo todo eso, no me lo creo todavía».
No dice más nada y seguimos trabajando, todavía no creo que yo, Kenia Monasterio, le haya dicho a Lucas que me gusta en su cara, eso sí es una novedad para mí. Vaya qué tonta soy, ¿cómo lo miraré ahora después de decirle todo eso? Al parecer a él le da igual mi confesión porque está tan tranquilo, pero claro, ya debe estar acostumbrado si seguro todos los días le dicen ¡me gustas! Con lo guapo que está el degenerado. «Sí que me gustas, Lucas, pero no tengo chance con contigo».
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Eres mi todo. © [✔️]
Teen Fiction«Soy fans de pensar que a la vida le gusta jugar con nosotros para llevarnos al lugar donde no nos gustó estar para recordarnos quién no queremos ser y a quién extrañamos de nuestro pasado». ... -Necesito que si te vuelves a enamorar sea de mí. -Ya...