13. ¡Me gustas!

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ERES MI TODO

CAPÍTULO 13.

—Kenia Monasterio—

Si hubiese sabido que estas cenas o reuniones que hace mi madre eran así de aburrida hubiera insistido para no estar presente. No soporto esta gente tan estirada y menos a los tipos guiñándome el ojo, eso sí es el estrés en pasta. Mis amigos no han llegado y Lucas no me determina, todavía no he visto a Mauricio, quizás no vino o llegará más tarde.

No aguanto más el aburrimiento y me voy para la cocina donde estoy segura que la pasaré mejor.

—¿Señorita, qué hace aquí en la cocina? —Verónica está organizando unos pasabocas.

—Estoy muy aburrida, no soporto esa gente estirada —tomo una galleta—. Esto está bueno, ¿quién las hizo?

—Estas manitos preciosas —empieza a darle besos a sus manos—. Su madre se pondrá furiosa si no la ve en la sala, la cena empieza en unos minutos.

—Cuando ella venga a buscarme me voy, mientras, me quedo.

—Como digas, luego no digas que no te advertí.

Miro la expresión de Verónica, tiene sus ojos como plato y no me mira a mí, así que supongo que hay alguien más. Me giro en la silla y Lucas está en el marco de la puerta, parece un modelo, pero con su mirada fría capaz de intimidar, ahora entiendo la cara de susto que tiene Verónica y, claro, hay va mi corazón a palpitar como loco.

—La cena no es aquí —le digo de mala gana y me levanto. 

—Mejor los dejo solos.

Verónica sale casi corriendo.

—Te ves hermosa —Lucas se me acerca—. En la sala todos dicen que los señores Monasterio tienen una hija bastante bonita.

¡Oh, vamos! Mi amor de hace años me está diciendo que estoy hermosa. ¿Dónde me tiro? Porque estoy a punto de caer. No sé, pero tiene un vaivén que me vuelve loca, primero me ve y actúa como si nada, pero ahora me dice que me veo hermosa. Este chico es extremadamente bipolar.

—¿Por qué estás aquí en la cocina? Todos están en la sala

Lucas da pasos firmes hacia mí haciéndome retroceder hasta chocar con el mesón, donde coloca sus manos para evitar mi paso.

—Te pongo nerviosa —muestra sus perfectos dientes en una sonrisa.

—Claro que no. Déjame salir.

—Kenia, ¿qué voy a hacer contigo? —besa mi cuello—. Me deseas tanto como yo a ti, quiero hacerte mía una y otra vez. Deseo estar dentro de ti.

—Lucas… estamos en la cocina —jadeo al sentir sus manos dentro de mi vestido—. Alguien nos puede ver.

—¡A la mierda el lugar, Kenia! Los dos nos deseamos.

Sin poder controlarnos nos comenzamos a besar como si el mundo se fuera acabar. Lucas separa mis piernas y mete más su mano dentro de mi vestido, roza con sus dedos mi sexo por arriba de mis panties hasta que las hace a un lado y siento cómo mi cuerpo se llena de él. Su dedo se mueve con agilidad y yo jadeo llena de placer.

—Córrete para mí.

Me besa mientras hunde su segundo dedo, aumentando el ritmo y de esa manera me vengo. Descanso mi cabeza en su hombro, mi respiración es un asco.

—Ves, siempre seré el único que te haga gemir de esa manera —me abraza. Esto es extraño.

Este chico es raro, pero esta vez sí le correspondo el abrazo. Nos miramos a los ojos y sin evitarlo me sonrojo. Estamos a punto de besarnos, miro para la puerta de la cocina y está Mauricio, Ana, Axel y Neftaly.

—Por lo que veo interrumpimos —habla Neftaly aguantando la risa.

—Cállate —me aparto de Lucas—. No interrumpen nada.

Miro la cara de Axel y la rabia es obvia en sus ojos.

—Kenia, tu madre te está buscando, la cena casi empieza —Ana intenta calmar los aires.

—En un momento voy.

Todo queda en un silencio bastante incómodo. Mauricio y Neftaly se acercan a mí dándome un abrazo.

—Te ves linda —me susurra Neftaly—. Preséntame a una amiga así de linda como tú.

—Que no sea Ana, ella será mía —dice Mauricio y Ana le da una mirada matadora.

«Qué afán de estos hermanos por adueñarse de todo».

—No me vengas con eso, Mauricio, si me quiero tirar a Neftaly lo hago porque no soy tuya ni de nadie.

Lucas no dice nada, está serio. Parece que él y Axel no se llevan tan bien.

—Chicos, déjenme solo con Kenia —les pide Axel—. Por favor.

Todos empiezan a salir y Lucas me guiñe un ojo.

—Pensé que no vendrías —alboroto su cabello.

—Te pregunté que si tenías algo con Lucas y me dijiste que no, pero llego y los encuentro a punto de besarse —su voz alta me hace dar un respingo—. ¿Qué pasa contigo, Kenia?

—Es que no tengo nada con él.

Es lo único que respondo.

—Vuelvo y te pregunto, ¿te gusta Lucas? —me mira y yo hago silencio—. Eso es un sí.

—Pero eso no tiene que ver con nosotros.

Intento tomarle la mano y la quita.

—Verdaderamente que ese imbécil te tiene ciega, ¿acaso no te has dado cuenta de que me gustas? ¡Me gustas, maldita sea!

Eso sí que no me lo esperaba. Doy dos pasos hacia atrás.

—Deja de bromear, Axel.

—No es una broma. Y cómo te vas a dar cuenta de que me gustas si pasas pendiente a Lucas.

No tengo idea de qué decir, Axel es mi amigo desde hace años y pensé que no se fijaría en mí.

—Lo siento —bajo la mirada—. No era mi intensión hacerte enojar.

—No es tu culpa, sino mía por fijarme en ti cuando tenías tus ojos y tu corazón en otra persona.

Axel sale de la cocina y yo me quedo sin saber qué hacer, lo único que hago es llorar. Empiezo a sentirme mal, no lo quiero perder, Axel es como mi hermano y me dolería perderlo simplemente porque mi corazón tiene dueño y es un chico que quizás no siente nada por mí y soy su diversión de la semana.

Salgo de la cocina como loca en busca de Axel, se ha ido. Me moriría si llego a perderlo. Me voy hacia la calle y no está. Las lágrimas empiezan a salir sin parar, me siento en una banca a llorar como una niña. No quiero ver a nadie, ni siquiera a Lucas que siempre tengo ganas de verlo, ahora solo pienso en Axel, el miedo de perderlo se ha apoderado de mí.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora